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Observando y sugiriendo

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POR: SHEILA GARZA

Si para habitar bien y tener calidad de vida dependen factores como educación, disciplina, empatía, hábitos, costumbres o respeto creo que ya valimos en Chiapas, hermoso estado lleno de tantos matices y de tantos colores.

Lo dijo en su poema don Enoch Cancino Casahonda “Chiapas es en el cosmos lo que una flor al viento. Es célula infinita que sufre, llora y sangra. Invisible universo que vibra, ríe y canta”.

Así, tal cual la tierra y el espacio que ocupamos, y que aún con los años transcurridos no cambia, quedándose estacionada en el limbo dejándonos rezagados y detrás de una época que apremia para seguir  un ritmo acelerado, algo urgido.

Afortunados somos por esos hermosos paisajes, por el recurso natural gratuito, por contemplar hermosas vistas a nuestros ojos, por escuchar los sonidos del agua en abundancia.

Lamentable no poder apreciar todo eso que la naturaleza nos regala y nos permita a todos experimentar sensaciones de libertad,  felicidad o riqueza porque vivimos en el infortunio eterno ya que de nosotros depende nuestra propia calidad de vida.

Leer datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) o el  Consejo Nacional de Evaluación de la Política de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) nos dejan mal acomodados en los índices de marginalidad, de pobreza, de educación, de economía,  de infraestructura, de empleo y más variables que nos colocan desde hace muchos años por debajo de la media nacional e incluso en los peores lugares. Deshonrosas posiciones nos estancan. Las comparaciones nunca son sanas, sin embargo, no pude dejar de observar  en unos cuantos días de ausencia que no hemos cambiado, que no proyectamos, que no tenemos una visión más allá de lo mismo, que nuestra pobreza no sólo se relaciona con el tema del dinero y la creación de empresas, sino con nuestra formación como personas, con la organización, con una buena planeación, con estrategias, con orientaciones y buenos liderazgos que eduquen o nos formen para ser mejores ciudadanos que vivan en comunidad por el bien nuestro y de los demás.

De visita por Yucatán fue sorprendente la sinergia entre ciudadano, gobierno y empresario. Y aunque se critican entre unos y otros a la hora de aplicarse no hay mas porque saben el beneficio que conlleva ser disciplinado. La percepción dista mucho de lo que veo entre capitales de los estados, e incluso entre algunos pueblos.

Yucatán en semáforo naranja como estado, Chiapas en verde y aunque hay variables que determinan el color de un semáforo en nuestra tierra también pasamos por aquel color y tampoco se notaba nada.

Mientras en cada lugar público o privado allá se respeta la autoridad y se hace lo que marca en sus lineamientos, o la misma gente entiende que el uso del cubrebocas “es indispensable” para proteger y protegerse, le guste o no la idea de su uso “porque saca barros, no puede respirar bien, le estorba, o no sirva para nada”, acá dudo suceda eso con las personas, hacia donde quiera que usted voltee a ver y para el caso que usted guste. Sin distinciones de edad, sexo, preparación educativa, estatus social o puesto que se ostente o ideología.

No sólo en Mérida, sino en los pueblos alrededor el toque de queda establecido fue notorio y respetado, no circular ni en medio de transporte, ni a pie a partir de las 11:30  de la noche y hasta las 5:30 de la mañana, excepto personal médico o urgencia comprobable;  y con esos horarios, desde las 10 de la noche empiezan “a correrte” de los sitios “para que tengas tiempo de llegar a tu destino y no te agarre la patrulla asignada para el sector por donde andes” y vaya que ves unidades circular por todos lados; las tiendas, desde un pequeño comercio del lado sur (algo más marginado pero no menos importante) hasta las grandes cadenas o supermercados permitiendo sólo el acceso a una persona por familia, sin importar quien seas, de donde vengas o qué puesto político ocupes, con contadores de personas en mano para cerrar el espacio si se llega al máximo de aforo, gel o líquido desinfectante y termómetro en mano o instalado en piso, pero todos al mismo ritmo y aplicación. ¿olvidaste el cubrebocas? Ufff va para atrás y no entras, ni te acerques.

El sector hotelero con medidas restrictivas para asignar horarios de los comensales, el sector restaurantero con acciones importantes igual y para el sector turismo sus paseos más importantes cerrados al público o con las limitaciones establecidas. Todo el personal (sea del Gobierno o de la misma iniciativa privada o sector comercial informal) atento por radio o celular vigilando que los visitantes y clientes porten cubrebocas (mal caen dirían algunos por aquí), o de lo contrario como sargentos dando la indicación y las instrucciones necesarias en tono golpeado para que entiendas el punto. En cada espacio, en cada rincón y con cada persona el mismo escenario seas paisano o “extranjero” como les suelen llamar al no nacido en su tierra aunque provengas del mismo país. ¡Wow! Qué manera de organizarse entre todos, entendiendo que la pandemia es cosa seria, enferma y mata.

Y si pensabas que “odian la vacuna” y los puestos de vacunación están vacíos sea ciudad grande o pueblo pequeño, ¡sorpresa! Largas filas de gente pasando rápido al piquete. Y si, habrá uno que otro rebelde pero lo que se ve es distinto, lo que se escucha es diferente, lo que se percibe de igual forma.

Ah bendita nuestra tierra, ojalá lo bueno se adoptara sin recelo y otro cuento nos cantara para bien común de todos. Lo bueno o lo peor de todo, como Usted lo considere pertinente es que aún así, como vivimos acá… no pasa nadaaaaaaaa, pero nada de nada. Aunque nos despedacemos entre nosotros.

Quiero entender por qué, a pesar de las condiciones en las que vivimos aquí seguimos sin problema y sin resolver desde hace años, desde siempre.

Me iré por el lado que indica algunas razones objetivas, comprobadas, fidedignas y probables respuestas válidas para mí:  la misma Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la revista Forbes nos han estudiado y somos personas felices porque nuestros sentimientos predominan ante la razón y a pesar de cualquier entorno ríspido en el que nos encontremos, aceptamos humildemente  las condiciones de vida que sean, porque aún muy en el fondo seguimos siendo generosos, conformes, de bajo perfil y mientras la vida familiar ocupe el promedio más alto de satisfacción, lo demás qué importa.

“El lugar que ocupamos  en el ranking de las naciones más felices se relaciona con la importancia que le damos a la familia únicamente, mientras entre nosotros nos saludemos y nos abracemos seremos más felices. En general, nos da felicidad mantenernos en una situación donde sentimos que avanzamos en nuestras metas personales. Lo que cambia es el medio para alcanzar ese bienestar: comer nuestro alimento favorito, tomar un café,  tener sexo o criar hijos; todo ello puede ser lo que nos motiva o nos hace sentir bien”, aclaró un experto en sociología humana de la UNAM.  Y con esto,  ¡Ni hablar!, ¡Que se caiga el mundo!, ¡Que vivamos en la inseguridad!, ¡Que no seamos productivos!, ¡Que no haya certeza de nada!, ¡Que nos mantenga el Gobierno!, ¡Sigamos siendo borregos!, ¡Que viva la corrupción!, ¡Que roben en nuestras narices!, ¡Que sólo tengamos pal trago!, ¡Que sigamos desordenados!, ¡Que no respetemos al de junto!, ¡Que todo valga un cacahuate!, ¡A seguir siendo egoístas!, ¡Decida y juzgue Usted!

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