Home Columnas Los dulces sueños de un alvaradeño

Los dulces sueños de un alvaradeño

Los dulces sueños de un alvaradeño
0
0

+ Aquellos años de la década de los 60s…

+ Tiempos de la primaria “Benito Juárez”…

+ Las comparsas y sus personajes…

+ “Francisquillo”, “Duerme Zócalo” y “Campillo”…

                        Ruperto Portela Alvarado.

                               Capitulo VII.

         Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.- Pasaron los días y las semanas, los meses y los años sin que alguien se acordara de la historia mundana de mi Alvarado querido y sus excelsos personajes que hacen del pueblo, algo singular. Sería por la década de los 60s, cuando yo estaba   entrando a los 10 años y cursaba en cuarto o quinto grado de primaria en nuestra heroica escuela “Benito Juárez” de la calle Guerrero.

         Quiero agregar que los niños de aquellos años fuimos privilegiados con tener una hermosa escuela “Benito Juárez” que alguien sin sentido común, sentimiento e ignorancia supina, decidieron tirarla sin ningún miramiento de que era un monumento en su construcción.  

         Ya para esos años era un “ciudadano del mundo” o dicho más coloquial, “un vago cualquiera”. Vendía flanes congelados de los que preparaba mi prima hermana María Elena Figueroa Alvarado. Los metía en una caja de madera que llevaba al antiguo mercado que estaba casi frente al hotel de la Minina y por donde estuvo el puesto de Miguel Valerio “El Chocomilero” –que también vendía periódicos y revista—; la cantina “Los Gansos” de Chema Roqueque” y el taller de torno de don Salvador Ferreira que después fue de su hijo Pepe Ferreira

         La caja llena de flanes congelados los ponía encima de un cajón de los que usan para empacar tomate, al lado de la rockola que tenía son Carlos Cuellar, propietario de la fonda “Lupita”. Ahí oía a la Sonora Santanera con sus melodías de éxitos: “Luces de Nueva York” y “Cabaretera”, que se me quedaron grabados como parte de mis recuerdos.  

         Quiero aclarar que yo era un vago productivo y trabajador. Anduve por la ribera Juan Soto como maletero. Recuerdo que por ahí estaban las tiendas grandes de abarrotes y productos en general, “La Mixteca” de doña Juanita Uscanga “La Aldeana” de Alejandro Carmona. En la esquina estaba el expendio de frutas y verduras de Pancho Alceda que atendían sus hijas Josefa e Isabel Alceda Cruz junto con su hermano Moisés; pero que luego pasó a ser de Emeterio, y quien le surtía los productos era Panchiriqui, también hijos de doña Luisa Cruz y Pancho Alceda.

         Por ahí trabajé como maletero pues la terminal de los “Autobuses de Los Tuxtlas” estaba al lado del negocio de don Pancho Alceda. Más adelante, donde tuvo su paletería “La Polar” don Moisés Coronado, pusieron la taquilla y sala de espera de las camionetas de pasaje “Rápidos del Papaloapan” y en la esquina de Juan Soto y Rayón estuvo por mucho tiempo la parada de los “Autobuses de Oriente”, el ADO, que atendía con esmero y amabilidad doña Lucha Ortiz y le ayudaba doña Adelfa Ochoa. En esa línea de pasajeros trabajó por un tiempo mi hermano Cecilio Portela Alvarado –que también laboró en los “Autobuses Unidos” AU— y desde siempre Oscar Luis Ruiz Valerio“Kily”.

         Mis compañeros maleteros eran, uno que conocíamos como “La Ronza”Beto Yépez “Pata de Águila”, como le decía Panchirriqui Alceda, y Pancho Crispín, con quienes nos peleábamos a los clientes a la bajada de los autobuses. Fueron tiempos muy bonitos, pues recuerdo al señor David Martínez Reynoso, que tenía su tienda de ropa “Andreita”, una persona de buenos sentimientos que sin conocerme bien, me dio a crédito una camisa con valor de 12 pesos, color celeste que me puso de condición el profesor Rafael Ángel Delfín Almeida “Yito” para que pudiera ir a la visita que hicimos entonces al campo experimental de Cotaxtla.

         A finales de los años 50s y mediados de los 60s, me vienen los recuerdos a borbotones. Todos muy buenos y felices porque los alvaradeños gozábamos las fiestas de carnaval en pleno boulevard Juan Soto donde se ponían los estand para los grupos musicales, la venta de cervezas y comidas que patrocinaban las empresas cerveceras. Por ahí pasaba el desfile de carros alegóricos que salían de la parte baja de la calle Joaquín Martínez que luego recorría hasta Netzahualcóyotl, la Galeana, Rockefeller, Ignacio de la Llave y todo Juan Soto para terminar en el zócalo.  Ahora el recorrido es otro.

                De esos años de mi niñez y entrado en la adolescencia recuerdo las Fiestas Titulares de Octubre, que todavía no sé porqué les dicen “Titulares”. Pero eso es lo de menos, lo importante son los personajes que participaban en las comparsas como Feliciano Campos Trinidad “Campillo” quien era un promotor de los festejos y fue por mucho tiempo Presidente de la Junta de Mejoras Materiales de Alvarado. Era el que repartía el papel china para que la chamacada adornara sus ropas y salir vestidos de indios en la mojiganga.  

         También recuerdo a don Francisco Javier García Severino “Francisquillo”, el excelso radiotécnico de esos tiempos, quien era de los varios que se encargaban de diseñar, hacer los trajes y accesorios para los participantes de las comparsas que entonces eran bien organizadas y con mucho orden. Es el ejemplo de un casco de romano diseñado con yeso y que según me cuentan, pesaba más de diez o quince kilos, por lo que solo uno pudo desfilar con él; un señor alto y corpulento de Paso Nacional al que le decían “Duerme Zócalo”, quien creo se apellidaba Delgado, pero que, en la lejanía del evento, todavía no sé su nombre.

         No estoy muy seguro, pero creo que también don Toño Palacios (el radiotécnico por antonomasia y de los más calificados en Alvarado y excelente amigo de mi padre) participaba en estas comparsas donde mi papá, Celedonio Portela Sánchez era de los más activos. Ricardo Tiburcio fue de los que participaba solitario en mojiganga y carnaval. No recuerdo a otros, a no ser que “La Panteras”, aquel hombre negro y corpulento que fuera pareja sentimental de doña María Zamudio “La Gallinera”, también  participara en las comparsas de romanos, indios o cualquier cosa que significara un festejo.

         Me llamó la atención en esas representaciones festivas, la participación de una señora a la que le decían la “Greta Garbo” y en mi ignorancia de la farándula y los artistas del momento, creí que ese era su nombre hasta que, hace unos años, supe que Greta Garbo era un diva del mundo artístico que se caracterizaba por sus exageradas pinturas y maquillajes en la cara.

         En la historia de las comparsas no se puede olvidar la participación festiva de mi primo Ángel Portela Chávez”“El Auténtico” o como otros le decían, “El Muñeco de la Sol” y hasta le tomaban parecido con el extraordinario actor y compositor, Joaquín Pardavé. Veo en la distancia a “Angelito Portela” montado en un caballo, vestido de indio Cherokee y cabalgando a todo galope por las calles de Alvarado. Angelito era un hombre versátil y bien preparado literatura, que además declamaba y cantaba.

         Ahora me cuentan que la “Greta Garbo alvaradeña” fue la mamá de las señoras PitalúaRosa y Aidé, la mamá del famoso cantante alvaradeño, Salustre González Pitalúa“El Bello Linaldi”. La señora a la que le decían Greta Garbo lucía su belleza, su galanura y su gracia. Cierro los ojos y la veo vestida elegantemente de reina –no sé si en las fiestas de carnaval o las de octubre— sobre una carreta muy bien adornada, jalada por un caballo, que no sé si era la de NEY el hijo de doña Lupita Ochoa que vivía en la calle Galeana al lado de las casas de doña Maltilde y Nelón Sánchez el esposo de Silveria o la de Chano Pucho.  

Todo el recorrido del desfile de la comparsa, siempre estaba amenizada con la música  de la Sonora Matencera como aquellas de “Mírala que linda viene”, el “Toma Chocolate, Paga lo que Debes”“El Negrito del Batey”“El Bodeguero”, “Sonaron los Cañonazos”. Estaban de moda las “modernas canciones”  que es hermoso recordar de mis tiempos de infancia rumbo a la adolescencia como: “En un Bote de Vela”“El Alacrán, Cran, Cran”“La Espinita” (eres como una espinita que se me ha clavado en el corazón) o “Quizá, Quizá, Quizá”, pero también “Palomita de Maíz” y las tradicionales de las serenatas, entre otras muchas. Recuerdos, muchos recuerdos que me llenan de inspiración, diría la canción.  

Muchos recuerdos de aquellos tiempos que en este espacio quedan cortos y que tendría que extender la memoria para llenar un libro que ilustre la historia mundana y todavía mucha de ella en el olvido. Pero seguiré recordando, con los ojos cerrados o abierta la mente. Se las dejo para que la lean y de ser posible la disfruten…

         Con un saludo desde la Ciudad del Caos, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, la tierra del pozol, el nucú, la papausa y la chincuya…

Para contactarme: rupertoportela@gmail.com

Celular: 961 18 8 99 45.     

LEAVE YOUR COMMENT

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *