Home Columnas Revolución tecnológica / A Estribor

Revolución tecnológica / A Estribor

Revolución tecnológica / A Estribor
0
0
Juan Carlos Cal y Mayor
Estamos viviendo tiempos inéditos; aquello que alguna vez fue ciencia ficción o novela futurista hoy es una realidad. Las consecuencias van afectar a toda una generación ahora que estos procesos se dan a la par de una revolución tecnológica que tendrá importantes implicaciones en los modos de producción. La Inteligencia artificial y los procesos de automatización sustituirán significativamente la mano de obra e incluso a muchas de las profesiones que imparten las universidades del mundo. El trabajo en las oficinas se ha trasladado a los ordenadores y la educación mutará de los salones de clases a mecanismos virtuales de aprendizaje en línea.
INDUSTRIA 4.0
En Alemania la llamada “Industria 4.0” está ofreciendo a empresas que emplean a cientos de miles de trabajadores, como las grandes armadoras y fabricantes de múltiples productos, servicios para automatizar sus procesos, mejorar los controles de calidad, elevar la competitividad y reducir costos de producción; incluyendo la sustitución de mano de obra por robots que no se enferman, no tienen vacaciones, no exigen pensiones ni jubilaciones, no exigen la reducción de su jornada laboral ni amenazan con huelgas o paros laborales.
IMPACTO SOCIAL
Este fenómeno ya se observa en las naciones más desarrolladas, que a la vez tienen las menores tazas de crecimiento demográfico. Su impacto social se refleja en trabajos cada vez más especializados, mejor remunerados y, por ende, en una mejor calidad de vida. Contrario a lo que se piensa, según estudios del Banco Mundial, la automatización impactará a países no desarrollados o en vías de desarrollo, donde la implementación de procesos automatizados sustituiría entre 46 y 60% de empleos formales. El impacto social afectará, aquí sí, de manera significativa a la clase trabajadora, aunado al crecimiento demográfico. El pronóstico no es complicado: mayor desigualdad, crecimiento de la pobreza, migración e incremento de los índices delictivos.
La brecha entre los países más desarrollados y el resto de las naciones se hará más profunda. Organismos internacionales como el Banco Mundial y agencias de Naciones Unidas deberán reestandarizar sus parámetros de evaluación. El PIB (Producto Interno Bruto) y el ingreso per cápita, además de las mediciones de pobreza, tendrán que hacerse bajo otros criterios, porque resultarán inútiles; particularmente lo que respecta a la medición y definición de políticas públicas.
En nuestro país, a pesar de que existen 71 millones de personas con acceso a internet, no es lo mismo ser usuario de los servicios tecnológicos que desarrollarlos. Mientras en países como Alemania la nueva generación está inmersa en la carrera tecnológica, en el nuestro tenemos usuarios y consumidores de esas aplicaciones.
Las tecnologías de la información y la comunicación son, actualmente, elementos centrales para la formación educativa de niños, niñas y adolescentes. Sin estos, se dificultará sobremanera el tránsito a modelos educativos basados en la educación virtual a distancia, principalmente en la educación superior. Por esta razón, resulta fundamental la capacitación permanente del docente para enfrentar los retos que el aula del  siglo XXI presenta. Sin embargo, con la probable derogación de la reforma educativa, se estarán privilegiando los derechos laborales de los trabajadores por encima del derecho a la educación. Si bien ambos derechos están protegidos por la constitución, resulta fundamental garantizar, a través de mecanismos de mejora y evaluación continua, el futuro de nuestros niños y, por ende, el de este país.
Ahora que ya no se necesitarán méritos para acceder a las universidades, que no nos extrañe que los nuevos profesionistas terminen manejando un taxi. Más allá de idealismos, la realidad se impone en un mundo cada vez más competitivo.
No se trata de vivir inmersos en el consumismo o el capitalismo voraz, sino de mejorar nuestras capacidades en todos los aspectos, principalmente los científicos y tecnológicos. La formación de ciudadanos responsables es también una tarea del Estado. Desde la antigua Grecia la ética, la filosofía y los valores eran tarea fundamental en la cuna de la civilización occidental. ¿Estamos preparados para encarar los retos ahora que el futuro nos ha alcanzado?  Tristemente no. Como dice Oppenheimer: ¡Sálvese quien pueda!

LEAVE YOUR COMMENT

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *