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La Feria / País N

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Sr. López

La sección femenina de la familia materno-toluqueña de este su texto servidor, era un ramillete de mochas, fervorosas católicas de dar asco a santa Teresita del Niño Jesús. El sector masculino, por contra, era un sólido escuadrón de masones, militares casi todos, abogados los demás (y tío Ricardo que nació lánguido, no fue una cosa ni otra, nunca se casó y vivía con un mocito que llevaba su casa, al que heredó todo “por su fiel amistad”, ¡qué bonito ser agradecido!). La prole resultante de esa mezcla de señoras de fervorín y laicos de espadón, fue educada, por un lado, con el catecismo del padre Astete (más confiable que el Ripalda), y por el otro, con una rígida ética laica que no reconocía pecados más allá de no cumplir la palabra dada, tomar nada ajeno y no honrar con sangre, patria, apellido y amistad (y era en serio, todavía en los años 40’s un tío se batió en duelo a pistola, a pie firme; venturosamente nadie salió lastimado y todos acabaron arrestados, duelistas, padrinos y testigos; viejos babosos).  

 

En una sola cosa estaban todos de acuerdo, ellas y ellos: aparentar, aparentar concordia, bienestar, fortuna, salud, alegría y la más impecable conducta. Así las cosas, nadie se atrevía ni a mencionar que una tía de repente, no tenía marido o que era otro señor con quien vivía; que el bisabuelo con cierta regularidad, sin previo aviso ni explicaciones, llegaba con un niño o niña que sentaba a la mesa a comer y ya se quedaba para siempre (cinco medios hermanos de la abuela Virgen así aparecieron); que una prima engordaba y engordaba y seguía engordando para súbitamente, recuperar la figura, sin que a nadie le pareciera digna de mención la presencia de un bebé “recogido” en esa casa.

 

Este lunes pasado llegó a México, procedente de Guatemala, el presunto responsable de los delitos de delincuencia organizada y enriquecimiento ilícito, Javier N, quien fuera gobernador del estado de N, del 1 de diciembre de 20NN al 12 de octubre de 20NN.

 

Las fotografías que la PGR difundió de su vuelo a México, mostraron su rostro con los ojos “pixeleados”. La nota informativa oficial, lo menciona como Javier N, haciéndolo irreconocible ante 120 millones de mexicanos; y protegiendo su identidad, su honra y su inocencia mientras no le prueben lo contrario.

 

Ya antes, en noviembre del año pasado, cuando la PGR fue a buscar a ese exgobernador a un rancho en el estado de Chiapas, emitió el siguiente comunicado: “(…) en las primeras horas del día de hoy, personal de la Policía Federal Ministerial y de la Policía Federal se constituyeron en el rancho San Francisco, ubicado en Villa Flores, Chiapas, para verificar la veracidad de la información consistente en que en ese lugar se encontraba oculto el gobernador con licencia Javier ‘N’ y, en su caso, ejecutar la orden de aprehensión en su contra”.  

 

La gente que se indigna y hasta burla de esta medida a favor de Javier N, no está bien informada: desde junio de 2016 la PGR emitió la “Guía de Actuación para la Comunicación Social en el Sistema de Justicia Penal Acusatorio en vigor”, en la que se señala clarito que “(…) toda persona será tratada como inocente desde la detención, durante la investigación y hasta en tanto no se tenga la sentencia firme que la condene”.

 

No son bromas, eso incluye la protección de la intimidad y privacidad, que son (dice la PGR): “(…) aspectos inherentes a la forma de vivir de una persona, reservados para sí (preferencias sexuales, preferencia religiosa, entre otros) y protegidos de cualquier intromisión (…); o datos personales: Cualquier información concerniente a una persona física identificada o identificable (nombre, edad, domicilio, ocupación, entre otros)”. Y está prohibido publicar fotos de los imputados esposados o con las armas y los objetos que fueron detenidos.

 

La cosa es tan seria que la PGR emite las siguientes normas sobre las fotografías de los imputados (inocentes hasta que el juez no diga que son culpables): “1. Pixelear la imagen desde el inicio de la nariz hasta el borde de la ceja. 2. Poner solamente el nombre sin apellidos del imputado(a) y/o acusado(a), sustituyéndolos con una “N“. 3. Insertar marca de agua de la institución. 4. Insertar en la parte inferior de la foto el texto de presunción de inocencia”. Hay una excepción: cuando el “inocente” (pero imputado), tome las de Villadiego, huya, se salte las trancas: entonces sí se publica su foto, su nombre, pelos y señales, con la leyenda: “Imputado, sustraído de la acción de la justicia”.

 

Todo esto aplica a partir de que la PGR detiene al imputado (aunque esté muy imputado), a menos que el inocente -mientras no le prueben lo contrario-, autorice que lo exhiban como quieran.

 

Antes, no hay ley que lo proteja: mientras sean informaciones derivadas de la acción de la Policía Federal Televisiva, nada impide que hagan cera y pabilo de cualquiera, como en el caso de Javier N (que nadie sabemos que es Javier Duarte de Ochoa, exgobernador de Veracruz), exhibido hasta el asco, señalado como súper culpable, sentenciado por el Alto Tribunal Electrónico que no acepta apelaciones: es culpable el que ellos digan, que para eso ejercen libremente el noble oficio de Ministerio Público Periodístico… y la verdad, piénselo: ¿de veras nos consta todo lo que dicen de Javier N?… ¿seguro que no le echan de más?… Y ¡ay! del juez que lo encuentre inocente.

 

Algo anda mal. La prensa por su lado, marca por siempre a la gente; la ley por el suyo, trata de poner puertas al campo. La simple decencia y el sentido común, no sirven ya de nada, se apilan normas sobre normas para atajar abusos cayendo en el ridículo, el carnaval, la mascarada, que eso es en lo que estamos: aparentando la autoridad que se preocupa por los derechos del ciudadano, permitiendo el linchamiento en los medios, cuando no induciéndolo.

 

Pero, “dura lex, sed lex”, a andarnos con cuidado, hasta que nos venza el ridículo: Javier N, Karime N, Carlos N, Vicente N, Felipe N, Enrique N, Manlio Fabio N… todos del país N.

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