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El país de cabeza / La Feria

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Sr. López

 

A estas alturas es noticia muy sabida la caída del helicóptero en que perdieron la vida cinco personas, entre ellas, la gobernadora de Puebla, Martha Erika Alonso y su esposo, el exgobernador y senador Rafael Moreno. Como se vea, es tragedia para cinco familias.

 

El dueño del predio donde cayó la aeronave, Raymundo Coyotécatl, afirma que el helicóptero iba en llamas en el cielo, que al poco se oyó una explosión y varias gentes se fueron al lugar a ver qué había pasado. Coyotécatl está muy molesto y quiere saber quién le va a pagar los daños a su terreno (24 metros de ancho por 400 metros de largo, de cultivo)… “(…) ya se murió, pues ya qué (…)”. Hay gente así.

 

Puede ser un accidente, debe investigarse como si no lo fuera. Es asunto muy grave. La  seguridad sobre la completa inocencia de nuestro actual gobierno federal, permite abrigar la esperanza de que se sepa la verdad, toda. Pero ojalá reflexionen morenistas y similares en lo serio que es seguir crispando la política: no estar de acuerdo con Morena o con el Presidente, nuestro Presidente, no es ser una sabandija, ni un traidor digno de los calificativos más violentos, ni de una pira de leña verde. Hay que comportarnos, todos.

 

Desde las “benditas redes sociales” (AMLO ‘dixit’), se han dado vuelo algunos irresponsables, insultando y asegurando que es un crimen de Estado. Ojalá algún día se logre -es casi imposible-, normar que quienes escriben en internet y las llamadas ‘redes sociales’, estén debidamente identificados: libertad de expresión y anonimato no son coprincipios. El que habla o escribe incógnito, no ejerce la libertad de expresión, ejerce el anonimato, que salvo los casos previstos en la ley, suele ser el escenario idóneo de cobardes y calumniadores (algunos  pagados).

 

No son tan raros los accidentes de helicópteros, recuerde algunos en que estuvieron involucrados funcionarios de gobierno:

 

El 10 de febrero de 2018, un helicóptero de la Policía Federal cayó en Jalisco, no hubo muertos. El 16 de febrero de 2018, se desplomó el helicóptero en que iban el secretario de Gobernación, Alfonso Navarrete Prida y el gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat: ellos se salvaron, murieron trece personas. El 21 de octubre 2018, un helicóptero de la Marina Armada, cayó en el Golfo de California, un desaparecido, dos lesionados.

 

Tengamos presente el que costó la vida al secretario de Gobernación, José Francisco Blake Mora y siete personas más, el 11 de noviembre de 2011, al estrellarse el helicóptero en que iban, cerca de Chalco, Estado de México.

 

El 18 de noviembre de 2008, al norte de la ciudad de Chihuahua, Chihuahua, cayó un helicóptero de la PGR, dos fallecidos. En octubre de 2011, un helicóptero del gobierno del Estado de México se desplomó en calles de la delegación Coyoacán, dos personas muertas. En mayo de 2005, una aeronave de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes se desplomó en la zona de desagüe del Canal de Chalco, murieron tres personas.

 

Una excepción en esta lista de helicópteros caídos, por su importancia, es la del 4 de noviembre de 2008, cuando un Learjet ejecutivo propiedad de la Secretaría de Gobernación, se estrelló en la zona financiera de Las Lomas, entonces D.F., murieron el secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, secretario de Gobernación y 14 personas más: trece en el lugar del siniestro, dos más en el hospital.

 

El 21 de septiembre de 2005, cerca de San Miguel Mimiapan, en Xonacatlán, se estrelló el helicóptero en que viajaba el secretario de Seguridad Pública, Ramón Martín Huerta. Murió. El gobierno federal reservó por 12 años el informe pericial sobre las causas.

 

En 2002 se desplomó el helicóptero rentado por el municipio de Atizapán; iba el Director de Seguridad Pública; no hubo fallecidos. El 22 de Marzo de 2000, el jefe de la Policía Estatal del Edomex, Hugo Piña Luna, la subsecretaria C de Gobierno, Olga Navarro Legorreta, y cuatro personas más murieron al caer el helicóptero propiedad de la Policía Estatal.

 

En febrero de 1998 se desplomó un helicóptero de la Secretaría de Seguridad Pública, murieron tres uniformados. En marzo de 1995, un helicóptero de la Secretaría de Seguridad Pública, chocó con una antena en la Colonia Viaducto Piedad: murieron tres y hubo un lesionado.

 

El 18 de diciembre del 2001, el entonces gobernador de Puebla, Melquiades Morales Flores y su comitiva por poco mueren al caer el helicóptero en que iban. 

 

También se caen los helicópteros privados. Por ejemplo: en julio de 1996, uno de Televisa se desplomó en plena CdMx, murieron el piloto, un reportero y un camarógrafo. En enero de 2010, se accidentó en los límites de la entonces delegación Cuajimalpa, el helicóptero del empresario Moisés Saba Masri; él y cuatro más, fallecieron. En marzo de 2007 un aparato de Telmex cayó en la colonia Arenal. En marzo de 2006 cayó el helicóptero en que viajaba Jorge Valdano, extécnico del Real Madrid: ocho heridos. Y más…

 

Trece accidentes aéreos en que han estado involucrados personajes públicos. Ni uno del Estado Mayor Presidencial.

 

Conviene que alguien haga recapacitar al Presidente de la república sobre la grave obligación que tiene de permitir ser custodiado por los militares especializados en eso: cuando el Presidente de la república viaja en vuelos comerciales, es un riesgo inútil y pone en peligro a los demás pasajeros.

 

Ya no es un candidato, ya ni es Andrés Manuel López Obrador, es mucho más: es el Jefe de Estado y de Gobierno, Comandante Supremo de nuestras fuerzas armadas. Debe sujetarse a los protocolos de seguridad establecidos dada la importancia de sus responsabilidades. No es si quiere, es que debe. Y tampoco puede salir a pie de Palacio Nacional para cruzar la calle rumbo al edificio de la Suprema Corte, rodeado de gente sin ningún control. Si hace falta, que se lo imponga el Congreso. Es mucho lo que está en riesgo.

 

Nadie duda de su popularidad ni de los muchos que lo veneran, es que basta un loco, un fanático o un imbécil, para que quede el país de cabeza.

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