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La Feria / Se supone

La Feria / Se supone
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Sr. López

 

Ignora este menda los antecedentes religiosos de usted, amable lector. Los de este López corresponden básicamente a lo que aprendió de sus abuelas, la materna (Virgen, la toluqueña), católica de tiempo completo, ‘full proof’, todo-terreno, que rezaba todo el día y tenía un santo para cada ocasión (el secreto de sus insuperables chiles rellenos, era la oración a Santa Marta -sin ‘h’, la hermana de Lázaro, la que le preparaba el itacate a Jesucristo-: ‘¡Oh, santa Marta, afortunada y dichosa! que alimentaste a Nuestro Señor’… lo que bien se aprende), y la paterna (Elena, la de Autlán), que rara vez iba a misa, leía completo ‘El Excelsior’ todos los días y decía: -Rezar no estorba pero hay que hacer las cosas bien -bueno, cada quien.

 

Ayer, el editorial del semanario ‘Desde la Fe’, de la Arquidiócesis Primada de México, al mando de Beto Rivera, diagnosticó que nuestro país, vive una situación de desastre, que ni la autoridad, ni la Iglesia, ni la sociedad civil pueden ignorar. ¡Vaya!

 

Considerando que la actual autoridad civil lleva al frente de sus responsabilidades cuatro años y seis meses escasos, y que la iglesia católica lleva casi 500 años educando al pueblo de México, parece exigible algo de pudor. Algo.

 

La situación del país es del todo ajena en los hechos, a la labor religiosa de la jerarquía eclesiástica, compuesta por muchos señores de muy buena intención (en serio y sin duda), junto con unos cuantos demonios que lo hacen a uno lamentar que no haya infierno (y si hay, ya se fregaron, seguro).

 

La indudable labor en beneficio del tenochca original, cuando la conquista, la humanización de costumbres y no pocas cosas buenas más, no se les pueden regatear; pero tampoco es cosa de hacer como que ya se nos olvidó que en las cuestiones nacionales, la jerarquía católica siempre -sin excepción-, ha estado en el lado opuesto a los intereses del país (y no se salvan porque Hidalgo y Morelos hayan sido curas). 

 

Don Beto opina de todo, sabedor de que es intocable y que representa un poder ante el gobierno; y el gobierno parece que no está muy al tanto de que es un poder muy relativo. Muy.

 

En México, según el último censo de población (12 de junio de 2010), del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) la población que se dijo católica, era el 89.3%; pero a esa aplastante mayoría hay que verla con ciertas reservas pues en algún otro país también ‘muy católico’, como España, la propia iglesia ha hecho sus encuestas llegando a conclusiones poco optimistas: sólo el 10% de los católicos son practicantes y fieles a los mandatos de su iglesia.

 

De cualquier modo, son mayoría y aunque sean católicos a su manera, abonan al poder que ostenta la jerarquía. Sin duda. Cosa que confirman las cifras que ofrece el Vaticano sobre nuestro país:

 

Al 31 de diciembre de 2015: siete mil 165 parroquias, 176 obispos, 16 mil 896 sacerdotes -entre diocesanos y de alguna orden religiosa-; 908 diáconos permanentes, mil 706 religiosos que no son curas, 27 mil 31 monjas, 515 miembros de ‘institutos seculares’, 45 mil 90 misioneros y 305 mil 569 catequistas. Entre todos son: 397,261 militantes supuestamente de a de veras.

 

Si somos 120 millones de mexicanos, les tocan, de a 302 por cabeza… era como para que se notara un poco más su labor salvífica.

 

Si toma usted en cuenta que según el Vaticano, en México hay 5,609 escuelas de educación básica; 2,328 de educación media y 382 universidades, todas católicas, con un total -dicen- de 1’340,978 estudiantes, de los que 219,680 son universitarios, podríamos suponer que el país sería otra cosa si nada más los universitarios salieran sabiendo Los Diez Mandamientos… bueno, es mucho pedir, nomás con que supieran bien el séptimo mandamiento (‘No hurtarás’), pero grabado a fuego en su conciencia. Nomás con eso veríamos prontos resultados en bien de la nación (advertencia: eso de ‘Los Diez Mandamientos’, es según San Agustín, que en la Biblia, en ‘Éxodo’, son 17 y en la misma Biblia, en ‘Deuteronomio’, son 21; digo, no se ande creyendo todo).

 

Igual, con esa capacidad instalada para educar gente y vistas las cosas como están, empieza a oler a que son puro cuento… o no, y son sólidos difundidores de sus creencias, pero muy ineficaces (no olvidar que nuestro Presidente egresó de la UP, Universidad católica si las hay).

 

La verdad es que para la inmensa mayoría de los que profesan esa religión en nuestra risueña patria, es cosa de costumbre social y acompañamos tranquilamente en sus ceremonias de bautizos y bodas en la iglesia, a personas cuyo catolicismo es más cuestionable que la virginidad de una teibolera.

 

Eso sin mencionar que en el católico nacional, es notoria su ignorancia de los preceptos de su propia religión, asunto en el que los responsables -así sea de manera indirecta-, son los 16 mil 896 curas (para ni mencionar a los 305 mil 569 catequistas). La religión no se iba a salvar: en México no nos tomamos en serio casi nada; casi: al ejército, sí.

 

Y para ratificar sus permanentes aciertos, don Beto ayer mismo, inauguró muy solemne  la exposición ‘La Sábana Santa’ (supuestamente la mortaja de Cristo), en la Catedral de la CdMx, que aprovechó para ejercitar la laringe, diciendo que ‘es una reliquia del misterio máximo que tenemos: nuestra redención’… bueno, ni modo que dijera que los estudios por carbono 14 que el Vaticano encargó en 1988 a las universidades de Arizona, Oxford y la Escuela Politécnica Federal de Zúrich, concluyeron que es de entre 1260 y 1390, después de Cristo; ni tampoco era momento de que se acordara que en los evangelios hay contradicción sobre cómo fue amortajado Jesús (San Juan dice que se usó un pañuelo para la cara y vendas para el cuerpo); ni que hay otros santos trapos, como el Sudario de Oviedo, venerado desde el siglo VII, siete siglos antes que la sábana cuyas fotos están en exposición en la CdMx.

 

Ellos, que vivan y respeten sus creencias y que por pudor para hablar del país, se guarden sus opiniones en donde no les da el Sol… se supone.

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