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San Ruperto y mis 48 años de periodista / Índice

San Ruperto y mis 48 años de periodista / Índice
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+ Mis inicios como cronista deportivo…

+ “Diario La Nación”, lección y aprendizaje…

+ El ayer y el hoy en la línea ascendente…

 

                            Ruperto Portela Alvarado.

         Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. Jueves 26 de Marzo de 2020.- Me van a perdonar, pero hoy voy a sacar todo el ego que traigo cargando y que no he sabido expulsar. Voy a hacer valer el autoelogio de hablar de mí mismo, como un acto biográfico, en una parte de mi vida.

Para empezar, tengo que confirmar que soy un orgulloso alvaradeño, hijo de doña Gregoria Alvarado Valerio y don Celedonio Portela Sánchez. Nací en la casa número 33 –después 69 y ahora 453—de la calle Francisco I. Madero, en pleno corazón de la Ciudad y Puerto de Alvarado, la siempre Ilustre, Heroica y Generosa que arrullan las aguas del Río Blanco y Papaloapan, el 27 de marzo de 1951.

No voy a negar que de siempre haya sido un vago, que la calle fuera mi manto y anduve por todos los barrios de Alvarado; desde la Madero hasta los Carriles; La Fuente y la Valente Cruz; la calle Doctor Luis E. Ruiz, la Playa y la Trocha. No puedo olvidar Paso Nacional donde conocí a mi esposa Lilia Hernández González, con quien voy a cumplir el próximo 29 de diciembre, 46 años de casados.

Fui muy cercano a mi padre Celedonio quien era zapatero de oficio y de él aprendí a hacer suelas corridas, media suela, tapitas   y tacones. Coser a máquina las capelladas de las chinelas fue para mí otro aprendizaje como también el ser colador y subir los andamios fajado con una lata de revoltura de cemento para colar lozas de casas. Con mi primo Rafael Noguerola Sánchez, supe lo que era el esfuerzo de un peón de albañil, que lo hice por muchos años y algunas veces con su hermano Miguel. De ahí saqué para mis estudios de periodismo más los 20 pesos semanales que me daba mi madre Gregoria Alvarado.

A los 11 o 12 años, vendía flanes congelados –que preparaba mí prima María Elena Figueroa Alvarado— en el viejo mercado y después en el “nuevo” que fue construido por esos años de 1963-64. Recuerdo que llegaba con un cajón lleno de flanes que colocaba en una reja donde empacan tomates. Circunstancialmente siempre me ponía al lado de una rockola que había en los dos mercados y donde la gente que era muy fans de la Sonora Santanera, en aquellos tiempos, con veinte centavos escuchaban insistentemente “Luces de Nueva York” y “Cabaretera”, mismas que me quedaron grabadas en mis recuerdos.

Anduve por la rivera ayudando a descargar camarón y pescados de los barcos y me pagaban con una bolsas de pacotilla o de cangrejos de mar; pero también la hice de maletero en las paradas de los autobuses ADO, los Rojos de los Tuxtlas y Autobuses Unidos AU compitiendo contra “La Ronza”, Beto Yépez “Cardenal” o “Pata de Águila” como le decía Panchiriqui Alceda, y Pancho Crispín, un cuate del Barrio La Fuente. Por cierto, Pancho Alceda nos pagaba por descargar camiones repletos de plátano.

En cada diciembre, como es tradicional, en Alvarado se preparan los buñuelos –una especie de donas—que yo vendía de los que hacían doña Mela y Julia Peña, quienes también se dedicaban a palmear y vender tortillas. O también en algunas ocasiones acompañé a José María “Chema” Ferrer a vender juguetes –en abonos– para el día de los Santos Reyes. En esos tiempos de juventud en algunas ocasiones fui a “calar” (pescar) con Chito Mayo o Lito Uscanga que eran los patrones de la pesquería de mi tío Ángel Portela.

Precisamente aprendí con mi tío Ángel Portela Sánchez –y los maestros de la matanza, Mario Ramón “El Mochilongo” y su hermano Prisciliano “El Pichi”– a manear, matar y destazar puercos, así como freír chicharrones, hacer bistecs y en tiempos libres servir como mesero en la cantina “El Gallo Rojo”. Con mi primo José Antonio Rodríguez Cruz, fui cadenero, ayudante de topógrafo.

Pero ante todo, mi primera pasión fue correr, correr, correr y por eso perdí un año en la preparatoria. Pero fui subcampeón estatal en Veracruz en 500 y mil 500 metros planos dos años consecutivos, en 1967 y 68. También corrí con la Antorcha Olímpica y como recuerda mi amigo Jesús Rivera Magaña –mi compañero de equipo— recorrí la distancia de mil metros en 3 minutos, 33 segundos 33/100.

Esta es una breve historia de mi biografía que algún día contaré completa con mis amigos José Sotero Silva Herrera (+), Manuel Rascón Arano, Ricardo Padrón Almeida (+), Rodolfo Senerín “Fito El Naylon” (+), Rafael Figueroa Zamorano y mis hermanos Cecilio, Mario, Gabriel y David, con quienes más anduve en nuestras correrías. Daniel ha sido más calmado y discreto y por el contrario, con mi hermano MatíasPepe, como le decimos desde antes de que lo bautizaran— ha sido siempre mi compañero y cómplice en todo desde nuestra niñez, juventud y actualmente. Mis hermanas, Aída Luz y María Vicenta, por ser mujeres, la relación siempre ha sido más familiar que de participación callejera.

 

MI SANTO Y YO  COMO PERIODISTA…

He querido hacer esta relatoría biográfica porque este año 2020, (como lo publiqué el año pasado cuando celebré mis 68) el 27 de marzo, “San Ruperto”, cumplo 69 de vida. Soy de principio del medio siglo pasado, 1951, cuando apenas salíamos de la segunda guerra mundial y la celeridad de los inventos llevó a la velocidad de la vida, como la perfección de los inventos, los motores automotrices y la aviación.

Soy “San Ruperto” del calendario de Almazán. Si no lo creen, pregúntenle al maestro Víctor Manuel Cruz Roque, quien me apostaba que no aparecía en el almanaque. Se lo comprobé que sí, en uno de tamaño espectacular, de aquellos de Cementos Tolteca. Le gané y me celebró mi cumpleaños.

¿Quién es “San Ruperto”?. Se los diré. San Ruperto
Obispo, misionero (año 710).

Jesús en la CruzRuperto significa (en alemán) “hombre de fama brillante”. Fue el gran misionero que evangelizó el sur de Alemania, la región de Baviera. Era obispo de la ciudad de Worm. Acompañado de un buen número de misioneros llegó a Baviera en el año 697; se presentó al duque Teodo, que era pagano, y le pidió permiso para evangelizar en esa región. Como llevaba recomendaciones del rey Childeberto, el duque le concedió el permiso de predicar. Una hermana del duque era cristiana y logró convencerlo para que fuera a escuchar los sermones de San Ruperto, y tanto le agradaron que al poco tiempo se hizo cristiano, y junto con gran número de los empleados de su palacio y de su gobierno se hizo bautizar. Esto facilitó mucho la obra evangelizadora de San Ruperto y sus compañeros, porque ya en el gobierno no había oposición a la predicación.

 Se fue a su tierra de origen, Irlanda, y se trajo doce nuevos misionero convenciendo a su hermana Santa Erentrudes a que fundara un convento de religiosas allí, y ella y sus monjas contribuyeron mucho a propagar la religión por toda esa región. Los compañeros de San Ruperto eran tan fervorosos que tres de ellos han sido declarados santos por la Iglesia Católica.

 

                   MIS INICIOS COMO PERIODISTA…

Pero también quiero hacer énfasis en que, en este mes de marzo, precisamente cuando se canta el play bol de la Liga Mexicana, (que no se hará en esta ocasión por la contingencia del Coronavirus) cumplo 48 años en la actividad periodística. Empecé como colaborador en el “Diario La Nación” –como muchos estudiantes de la Facultad de Periodismo de la U.V.— en la información deportiva de béisbol de la Liga Mexicana, desde el “Deportivo Veracruzano” donde jugaban “Los Rojos del Águila”, dirigido por un manager de apellido Izquierdo.

Recuerdo que en la receptoría estaba Al Pinston; en primera y también en cualquier base como utility Rolando Camarero con su tradicional número 27 en la espalda. Había un pitcher venezolano de apellido Osorio y en el shorstop  jugaba  el ingeniero Roberto Ortiz. Desde ese parque, mandaba por teléfono mi nota a la redacción donde me la mecanografiaban. De colaborador del “Diario La Nación” pasé a “jefe del suplemento deportivo”, después a reportero y “jefe de la sección policiaca” y más tarde “jefe de redacción”. Cuatro años en esa actividad.

Debo decir que antes de ingresar a la Facultad de periodismo en la generación 1971-75, me fui con la inercia de mis amigos y me inscribí en la Facultad de Contaduría Pública en la capital veracruzana, Xalapa, donde cursé solo un año, ¡a duras penas!.

No sé por qué, pero sin saberlo, mi vocación era, es, la de periodista. Estando en el segundo año de la carrera de Licenciado en Periodismo –que fue la última generación con esa denominación— en la Universidad Veracruzana, se sucedió el temblor (1972) que devastó Ciudad Serdán, Puebla, y otras comunidades circunvecinas, a donde fuimos a cubrir la información. Ahí tomé muchas fotografías que una me dio el segundo lugar en el concurso interno de la Facultad. Era una fotografía de una procesión de 28 féretros de las víctimas del temblor, en un lugar llamado “El Voladero”. Conseguí otro segundo lugar con una fotografía de la calle Rockefeller inundada en Alvarado.

Diré que tuve conflicto con el director del “Diario La Nación”, el ingeniero Fernando de la Millar, quien se firmaba como “Wenceslao Fernández” en su columna “Abriendo Brecha”. A causa de eso, regresé a Alvarado –ya casado y con mi esposa embarazada—para seguir mi rutina de peón de albañil con mi primo Fallo Noguerola y acompañante de él y mi padre Celedonio Portela a la actividad pesquera del camarón prieto en la “Laguna del Picacho” de la Colonia La Trocha, que ya no existe y pocos la recuerdan. Hoy ese lugar es una plancha de cemento y un apiladero de piedras que hacen el escollerado.

Para eso, un día me llego un mensaje de que me presentara en la Facultad de Periodismo donde me propusieron me viniera al Instituto Tecnológico Regional número 27 de Tuxtla Gutiérrez a integrar la oficina de prensa y difusión. Con 18 horas docentes, acepté y llegué a esta capital chiapaneca el 7 de junio de 1976.

Desde entonces, además de haber integrado la oficina de prensa y difusión del TEC´ TUXTLA, me incorporé más tarde a la actividad académica con dos grupos y también como colaborador del diario “El Sol de Chiapas” con don Francisco “Pancho” Núñez López, “El Gitano” y luego en otros hasta que ingresé como reportero de deportes al diario “Número Uno” y en 1983 al “ES, Diario Popular” de don Gervasio Grajales, donde colaboré por 16 años.

En el diario “Número Uno”, donde estuve bajo la dirección de Gerardo Vicente Pensamiento Maldonado y Jorge Díaz Navarro, logré llevarme por más de treinta días consecutivos “la de ocho columnas” con mis notas y entrevistas al Gobernador Juan Sabines Gutiérrez y el entonces delegado federal de Programación y Presupuesto Demetrio Mondragón Barajas, entre otros. Yo tenía las fuentes informativas del Gobierno del Estado, la iglesia, los partidos de oposición, los burócratas, mercados y la de pesca que yo originé cuando el eterno delegado era Bosuet Esquinca. Fue una buena época la del diario “Número Uno”.

El recorrido ha sido inmenso e intenso, pues he sido partícipe en la fundación de muchos medios de comunicación como “Televisión Rural de México, TRM”, el diario “Número Uno”, “Expreso Chiapas” (con Leticia Hernández Montoya) y en última fecha el diario “Contra Poder en Chiapas” que dirige el doctor José Adriano Anaya. Estuve al frente de la revista “Diálogos en el Sur” del buen amigo Marco Antonio Álvarez Ruiz por más de diez números. En ese tiempo, de 1993 a 1996, fui coordinador de Comunicación Social de la Delegación Estatal del ISSSTE-Chiapas y en 1998 Subcoordinador de Comunicación Social en el gobierno de Roberto Albores Guillén con Armando Rojas Arévalo, como mi jefe.

Pero fue en 1984, habiendo salido del diario “Número Uno” que me incorporó al proyecto de Julio Barrera Gordillo del diario “Chiapas Libre”, donde inauguro y empiezo a publicar mi columna ÍNDICE… que está cumpliendo 36 años de vida periodística. En fin, tengo mucho que celebrar y dar a conocer de mí y mis actividades profesionales como persona y periodista. ¡Ah!, no puedo excluir de mi currículum que soy colaborador y “Embajador Plenipotenciario” de la revista “El Quijote de Alvarado” desde Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, que dirige el buen amigo José Ángel Palacios Martínez con el acompañamiento de su esposa, María Luisa Chávez, a quienes agradezco siempre su atención.

Este viernes 27 de marzo de 2020, cumplo 69 años de vida; 44 años de vivir en Tuxtla Gutiérrez; 48 años como periodista y mi columna ÍNDICE… 36 años desde su primera publicación. Se me olvidaba decir que publiqué dos semanarios: “Otro Más” durante la administración del general Absalón Castellanos Domínguez, que tuvo doce ediciones, en tanto que en el gobierno interino de Julio César Ruiz Ferro, edité el “ÍNDICE…” con diez publicaciones.

Agradezco de antemano todas las felicitaciones recibidas con anticipación y las que pudieran venir a partir de la presente “egopublicación”, que será parte de mi autobiografía, antes de los 70 años…

Posdata: este artículo egobiográfico fue publicado el año pasado y solo se cambiaron los tiempos, fechas y algunas situaciones. Agradezco su comprensión por este acto de autoelogio.

Vaya un saludo desde la Ciudad del Caos, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, tierra del pozol, el nucú, la papausa y la chincuya…

Celular: 961 18 8 99 45.

Para contactarme: rupertoportela@gmail.com

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