Home Columnas Los Súper Campeones a la realidad / Cróninornas

Los Súper Campeones a la realidad / Cróninornas

Los Súper Campeones a la realidad / Cróninornas
0
0

Francisco Félix Durán
@fcofelixd

El mes de abril 2018 inició con records, polémicas y momentos de nostalgia, gracias a uno de los deportes que más pasiones despierta entre sus seguidores y los propios jugadores, el futbol. El día dos del mes en curso se estrenó en México la nueva serie de “Los Súper Campeones”, aquella que todos disfrutamos en los noventas y que aún hoy en día cuando vemos un paradón gritamos “¡Benji Price!”. Asimismo dos días después en un encuentro de la Champions League, Cristiano Ronaldo hizo un gol de Chilena majestuoso ante la “Juventus” con el que rompió un record por anotar en todos los partidos de la fase de grupos y en los de eliminatoria. Tres días después en la liga española, Leo Messi hace un “hat-trick” en contra del Leganés consiguiendo una victoria más para el Barcelona, con lo que rompió un nuevo record al sumar treinta y ocho partidos sin perder en la Liga. Finalmente en el partido de vuelta entre el Real Madrid y la Juventus, al minuto 93 con un marcador global empatado surge un penal,  que al reclamar Gianluigi Buffon se ganó una tarjeta roja en lo que sería su última participación en la Champions. Ronaldo cobró y anotó.
En ese sentido el estreno de la nueva serie de “Los Súper Campeones” no pudo ser en mejor momento, el Mundial Rusia 2018 se acerca y esos jugadores de fantasía en la serie ya existen en realidad. Haciendo una analogía Ronaldo sería Oliver Atom y Messi Steve Hyuga (muchos dirán que esto debería ser al revés pero yo le voy al Real Madrid y es mi historia) y lo que nadie podría discutir es que Buffon es y siempre será Benji Price. Por eso está “Cróninorna” trata sobre mi encuentro con el futbol.
Mi papá nunca fue aficionado al soccer, cuando viajábamos en el metro y abordaban los aficionados rumbo al Estadio Azteca el rostro se le transformaba, pero a quién no le sucedería lo mismo si se hallase en un vagón rodeado de hinchas del “América”, piénsenlo. En 1994 conocí el futbol, porque seguidores o no de este deporte, todos ven “El Mundial” que en aquel entonces se realizó en Estados Unidos. La ceremonia de inauguración el 17 de junio me impactó y coleccioné las figuritas de su mascota “Striker”, un perrito que vestía un uniforme gringo y sí, lo confieso, era de los que cantaba “México lets go”.
La selección mexicana perdió su primer encuentro contra Noruega por un gol, pero lo que más me sorprendió fue que cuando se enfrentó contra Irlanda las clases se suspendieron. Yo estudiaba en la primaria Lic. Adolfo López Mateos de Naucalpan, México; y todos fuimos llevados al salón de audiovisuales para ver el partido. Me resultaba alucinante que todo se detuviera por un encuentro de futbol. Aquel día la selección ganó 2-1 y pude ver a los maestros más formales transformarse, celebrando con euforia contagiosa a los infantes. Asimismo supe que existía el Ángel de la Independencia (no lo conocía porque acabábamos de mudarnos de Tlaxcala), lugar en donde todos se congregaban a celebrar y por unos minutos, el país se encapsuló en un misticismo fascinante en donde todos los ciudadanos convergieron. Fuera de esa capsula no había nada más que la cotidianidad y sus tintes grises cortesía del smog.
Para el siguiente partido contra Italia y como bueno mexicanos, surgió la devoción. En todos los mercados podíamos hallar imágenes del Niño Dios vestido con el uniforme de la selección. Entonces entendí que para vencer a Italia se necesitaría ayuda divina y qué creen, México iba perdiendo por un gol y gracias a una anotación de Marcelino Bernal, se logró el empate y el pase a los octavos de final.  Lo que sigue ya lo saben y sucede en todos los mundiales, la selección fue descalificada por Bulgaria en penales y sí, desde entonces ya jugaban como nunca y perdían como siempre. Esperemos que en Rusia 2018 se rompa esta maldición.
La final de la Copa Mundial fue inolvidable y se definió en penales, Brasil e Italia se enfrentaron. Conocí a ese legendario equipo comandado por Romario y Bebeto. La celebración de este último por uno de sus goles es inolvidable, puesto que meció en sus brazos a su hijo que estaba por nacer. Por otro lado Roberto Baggio también dejó su huella en la memoria de todos al fallar un penal. Todos tenían la certeza de que anotaría y voló la pelota por encima de la portería, dándole el triunfo a Brasil.
Gracias al Mundial de 1994, me hice aficionado a ese deporte. Conocí a Hugo Sánchez, el verdadero Rey de las Chilenas y el mejor delantero mexicano de la historia, por él comencé a seguir al Real Madrid. Asimismo conocí a uno de mis héroes hasta hoy en día, Jorge Campos, que era tan buen portero como delantero y es considerado uno de los mejores guardametas de la historia. Él apareció en una OVA de “Los Súper Campeones” en los noventas, con el nombre de Ricardo Espadas.
Concluido el mundial el 17 de julio, en octubre de 1994 se estrenó en México “Los Súper Campeones” y con ello el fanatismo juvenil a este deporte. Todos recuerdan a sus personajes y esos partidos eternos en donde un remate podría llevarse dos o tres capítulos. En ese entonces en el lugar en donde vivía, para ser más específicos en la calle “El Rosal” de la colonia Bosque de los Remedios, en Naucalpan. Todos los niños nos congregábamos en la tiendita de un amigo llamado Hassiel, para ver el anime y posteriormente jugar la reta. Concluyendo todos bebíamos nuestro Boing en botella de cristal, porque no existían los refrescos no retornables y si tenías que regresar a casa, te llevabas tu bebida en una bolsita con su popote.
Gracias a “Los Super Campeones”, todos se sentían con la posibilidad de llegar a ser grandes jugadores. Había personajes de escasos recursos, enfermos del corazón y hasta el gordito que siempre ponías de portero, se identificaba con un guardameta con las mismas características que aparecía en el anime y era de los mejores. Entonces todos jugábamos futbol a todas horas y cuando no había balón, lo hacíamos con un bote de Frutsi rellenado con piedritas. Podíamos jugar a cualquier hora en la calle sin temor a los vehículos o a ser secuestrados o robados. Porque aunque no lo crean jugaba futbol, pero cuando llegué a vivir a Chiapas me chingue la rodilla y me hallé atrapado en un embotellamiento de cervezas por culpa de tanto calor,  a eso súmenle haberme enterado de que Oliver Atom no tenía piernas y había soñado todo. Así concluyó mi historia deportiva pero no mi afición.

LEAVE YOUR COMMENT

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *