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La feria / Una tras otra

La feria / Una tras otra
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Sr. López

Cualquiera que viera por la calle al tío Marcelo (del lado paterno de este López, de los de Autlán), bajaba la mirada y se iba de lado: tenía la cara hecha a marro y talla de orangután; pero enojado era de sacarle canas a un calvo y vociferaba como bocina de locomotora… pero sus hijas nomás decían ‘¡ay, papá!’ y su esposa, tía Flor, con más consideración le recomendaba con voz suave, sin voltear a verlo: -Ya, Lito, ya, que luego te duele la panza -‘Lito’ era por Marcelito. El tipo era absolutamente inofensivo.

 

Difundió ayer la prensa que ‘un funcionario de alto rango’ del gobierno yanqui, declaró que el tal Trump está evaluando si firma o no una ‘orden ejecutiva’ para sacar a su país del  TLC. El ‘alto funcionario’, añadió que eso sería en apego a la cláusula 2205, que dice: “Una parte podrá denunciar este tratado seis meses después de notificar por escrito a las otras partes su intención de hacerlo. Cuando una parte lo haya denunciado, el tratado permanecerá en vigor para las otras partes”.

 

La gente, cierta gente, se espanta rápido y dicen que por esto, el peso ayer perdió 30 centavos frente al dólar que llegó a 19.50; ha de ser (y si no, ya los especialistas nos darán alguna otra razón: el precio del petróleo; que se levantó de malas el líder norcoreano Kim Jong-un; que subió la Bolsa en Namibia, lo que se les ocurra).

 

En derecho internacional público, ‘denuncia’ es la declaración unilateral por la que un Estado retira su consentimiento de un tratado internacional. El TLC tiene previsto que basta con avisar seis meses antes que uno se raja…y ya (en apego al principio de derecho romano de que a fuerza ni los zapatos).

 

El declarante ‘alto funcionario’ leyó mal la cláusula 2205: no dice que se salen así nomás, como a media película en el cine, cuando le pegue la gana al Ejecutivo de alguno de los países, sino, clarito dice que cuando ‘una parte’ quiera y en este caso ‘parte’ es el Estado, por eso pusieron ‘denunciar’, término de preciso contenido jurídico. Don Trump NO es los EUA y necesita aprobación de su Congreso.

 

Hay expertos en derecho internacional y en cosas de comercio que ayer mismo le apuraron a conseguir lectores, explicando que a lo mejor sí puede Trump cancelar el TLC nomás por los calzones, enredando las cosas y luciendo su saber (caso Goldwater vs. Carter, en 1978; Beacon Products Corp vs. Reagan, 1986; y Kucinich vs. Bush, 2002, aunque no sean similares ni por los forros al asunto este del TLC).

 

Sí hay que entender al Trump: anda con una gran muina por el ridículo de sus primeros cien días de gobierno, sin medio metro de barda (y con Peña Nieto y el Chapo, necios en que no pagan nada); sin haber podido tirar el Obamacare, ni logrado el cierre de sus fronteras a ciudadanos de algunos países que le caen gordos; sin haber podido cortarle el presupuesto a las ciudades o estados ‘santuario’ (y luego, la silbatina con abucheo que se llevó su nenita en Alemania… ya denles chance, caray). No dude que ese anónimo ‘alto funcionario’, buscando con qué aliviarle el ardor, tuvo la ocurrencia de decir semejante barbaridad.

 

Cabe también la posibilidad de que efectivamente el Trump lo esté pensando porque algún bromista le haya ido a decir que por supuesto él las puede y le haya contado, con la peor mala fe, que por ejemplo, en 2002 Bush canceló por sus gónadas el ‘Tratado de Misiles Antibalísticos entre Estados Unidos y Rusia’, sin tomarse la molestia de remitirle una flatulencia a su Congreso, cosa muy cierta, porque para ese tipo de tratados la Constitución de su país sí faculta al Presidente… y no es el caso con el TLC (ni parecido).

 

Que alguien se apiade del Trump y le explique: que según las leyes del país del que es Presidente, el TLC no es un tratado sino un ACUERDO congresional-ejecutivo (‘congressional-executive agreement’), que por eso en su tierra lo llaman ‘North American Free Trade AGREEMENT’ (NAFTA, ACUERDO de libre comercio de Norteamérica). Que esos acuerdos no los puede cancelar, renegociar, revisar, denunciar ni manosear, el Presidente sin la aprobación de su Congreso (las dos cámaras, la de Representantes y la de Senadores)… ¿sabe por qué don Trump?: porque su Constitución (Cláusula 1; Octava sección; tercer párrafo), dispone que es facultad del Congreso ‘Regular el comercio con las naciones extranjeras, entre los diferentes Estados y con las tribus indígenas’; sí, solo el Congreso puede cambiar las leyes arancelarias, fiscales y aduaneras, y eso es precisamente la materia del TLC, mi buen. Ya apunte para otro lado.

 

Para modificar el TLC, don Trump necesita antes, la aprobación de su Congreso para renegociar; luego, que estén de acuerdo las otras dos partes (Canadá y México), y entonces, ya renegociados los términos, regresar a su Congreso a ver si les parece bien; lo que no lo salva de la lluvia de denuncias ante la Suprema Corte de todos los ciudadanos y empresarios de EUA que sientan que les abolló la cartera. Un galimatías.

 

Mal día tuvo ayer don T, porque aparte, salió con la vacilada de que va a proponer una reducción del 35% al 15% de impuesto, cosa que anunció su secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, quien en rueda de prensa dijo que se trataba del ‘mayor recorte de impuestos en la historia de este país’.

 

Según declaraciones machaconas del Trump, los EUA es uno de los países menos competitivos del mundo y uno en el que las empresas pagan más impuestos… ¡chin! otra vez.

 

Son falsas ambas afirmaciones. Por un lado, el Foro Económico Mundial, en su informe 2016-2017, considera a los EUA uno de los tres países más competitivos del mundo (los otros dos son Singapur y Suiza); por el otro, según la OCDE (Organización Mundial de Comercio), los EUA está en el pre-antepenúltimo lugar de países según presión tributaria, pues allá es legal domiciliar las ganancias de las empresas en los países que más les convengan fiscalmente y terminan casi no pagando nada. Con el déficit fiscal que tienen, su Congreso muy difícilmente se lo va a aprobar… una tras otra.

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