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LA FERIA / La lumbre en los aparejos.

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Sr. López

 

Le conté hace tiempo del sonado caso de la remodelación de casa de tía Queta, la señorita Queta, muy decente ella -de las de Toluca-, que un solo defecto tenía: era avara en grado extremo (de dar asco; era rica, muy rica y la ropa se le caía a pedazos), razón por la que, de a poquitos, su casa (heredada de su papá, quien a su vez, la había heredado de los suyos), se fue deshaciendo, porque no le hacía nunca arreglos ni gastaba un peso en mantenimiento. El asunto es que ya viejita, un día pidió al tío Armando, arquitecto de profesión, que le diera una ‘arregladita’ a su casa y él, conociéndola, le dijo que no, pero le insistió mucho y entonces él puso como condición que se cambiara a vivir unos días con la abuela Virgen (Virginia, la de los siete embarazos)… el tío llevó un Caterpillar y en una mañana la demolió. Así, completamente. No dejó nada. Y tenía razón: era mucho más caro tratar de hacer habitable otra vez esa ruina.

 

El asunto de Duarte se está empezando a complicar. Feo. Para abrir boca, la Fiscal de Guatemala, Thelma Aldana Hernández, en entrevista con ‘Sin embargo’ (nota de Sandra Rodríguez Nieto), declaró:

 

“El Ministerio Público de Guatemala recibió el 15 de abril una nota verbal canalizada a través de la Embajada de México acreditada en Guatemala. En esa nota el Gobierno de los Estados Unidos Mexicanos nos pedía la aprehensión provisional con miras a una solicitud formal de extradición, o sea a México, del señor Javier Duarte de Ochoa de nacionalidad mexicana (…) De tal manera que, antes del 15 de abril, el Ministerio Público de Guatemala no podía actuar en función de extradición porque no había una solicitud. No se había recibido esta nota verbal del Gobierno de los Estados Unidos Mexicanos”, agregó la funcionaria.

 

O sea, para entendernos: el día que verbalmente pidió nuestro gobierno al de Guatemala, la detención, lo detuvieron. Todo lo demás, son cuentos: ‘(…) el Ministerio Público de Guatemala no podía actuar en función de extradición porque no había una solicitud’. ¡En la…!

 

El mismo ‘Sin embargo’ le sacó una entrevista de esas de bote pronto (vivos que son), al Ministro de Gobernación de Guatemala, Francisco Rivas, quien dijo en pocas palabras que si México hubiera querido, Duarte hubiera sido deportado y ya estaría acá disfrutando de los servicios ‘all inclusive’ de alguno de nuestros reputados penales (el señor lo dijo bonito: “La expulsión, siempre y cuando, él no hubiese invocado algún derecho a través del procedimiento obligatorio aquí en Guatemala” –porque don Duarte entró chueco a ese país y lo hubieran echado de un puntapié por donde entró, como le hicieron al Chapo Guzmán en 1993).

 

Ahora: a batallar para traerlo y ya aquí, a juzgarlo exclusivamente por el motivo de la extradición y de nada más, haya o no evidencias sobradas de otros delitos aunque fueran peores. Así es eso de las extradiciones.

 

Nada más piense usted en que don Duarte, anunciada su petición de licencia al cargo de Gobernador de Veracruz en la televisión mexicana, bajo un diluvio de sospechas, cuestionamientos y señalamientos, se le escapó a la Comisión Nacional de Seguridad, a la PGR, al Cisen, a la Policía de Caminos y a toda esa estructura de seguridad pública que este año nos cuesta a los tenochcas simplex la modesta cantidad de 83 mil 941 millones de pesos (67 mil 472.5 millones de la Secretaría de Gobernación y 16 mil 468.5 millones la PGR).

 

Este simpático del Duarte ya esfumó la última esperanza que don Osorio Chong haya abrigado de todavía poder ser candidato de su partido a la presidencia de la república. Eso, ya delo por descontado. Y también deja en entredicho al mismo Peña Nieto que los titulares de Gobernación y PGR, hayan dejado nomás por sus calzones, que se les fuera un pez de ese calibre (‘Balaenoptera musculus’, que es el nombre técnico de la ballena azul). ¡Qué batidero!

 

Y no podía ser de otro modo. Si los dineros que dicen engulló don Duarte del erario veracruzano, fueran una fracción nada más de lo que se afirma, igual es imposible hacer semejantes barbajanadas a escondidas de la autoridad federal. ¡Qué batidero!

 

La pregunta obvia es si podemos confiar en la impartición de justicia entre cuatachos, si no es que cómplices, así sea por omisión; la respuesta sin tener que pensarle es que no. No. De ninguna manera. La tragedia es que no tenemos otro recurso. Si los jueces fueran más derechos que una regla, igual quedarán sujetos a lo que contengan los expedientes. Y faltan tantos exgobernadores por pasar a la báscula (y gobernadores actualmente en funciones… y secretarios… y de todo). ¡Qué batidero!

 

Antes (varias veces), hemos neceado en que la solución puede venir de fuera. En Guatemala así fue con la instalación de la Comisión Internacional Contra la Impunidad (CICIG), gracias a la cual se fueron a la cárcel: el presidente de la república, Otto Pérez Molina; la vicepresidenta, Roxana Baldetti; la intendente de Aduanas, Claudia Méndez Asencio, y muchos políticos más (diputados incluidos).

 

La CICIG se instaló después de que la presión internacional se hizo insostenible. Se firmó un acuerdo con la ONU y se estableció como órgano independiente de carácter internacional, y los yanquis la financiaron (tan acomedidos ellos). Resultado: en Guatemala se acabó el cuento. ¡Bendito sea Dios! (en el que usted crea, igual, bendito sea).

 

La dignidad nacional se puede poner en pausa cuando las cosas se salen de control. Hay situaciones en que lo mejor es derruir y reconstruir.

 

Basta un ‘loco’ que lo proponga (por ejemplo el Pejehová), para que pesque la idea al vuelo el Trump, la ONU diga que ¡a todo dar! y a ver con qué razones los de la mafia del poder (Peje ‘dixit’), le dicen que no hace falta, si tenemos la lumbre en los aparejos.

 

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