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La Feria / Ruidosas minorías

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Sr. López

 

Ayer se cumplieron los primeros diez años de la despenalización del aborto en la capital del país. En ese lapso, se han realizado 176 mil 355 abortos y en algunos medios de comunicación se presentó esto con un tufo de victoria, de éxito.

 

El secretario de Salud de la CdMx, Armando Ahued, dijo algunas barbaridades, como que ‘la interrupción legal del embarazo es un tema de salud pública, no moral ni religioso’.

 

No señor Ahued: el aborto está relacionado con la ley porque tiene que ver con la vida humana y la ley, don Ahued, sí tiene que ver con la moral, con la ética, que es fuente de Derecho, señor… y no pocas veces también la religión (la costumbre, caballero, la costumbre).

 

No sostiene el del teclado que las normas de ninguna religión se incorporen al código penal así nomás, al desgaire, porque iba a estar fatal que se multara a los que no respetamos la Cuaresma, pero de que las religiones influyen en las leyes, influyen, que por eso es legal en la India freír a los difuntos a la ribera del Ganges y echar los restos al río, porque según la religión de 966 millones hinduistas, así no reencarnan y se quedan en santa paz (bien muertos).

 

La moral se vuelve ley cuando al violarla se afecta a otro, por ejemplo: entre cristianos, desear matar y matar, son pecados; pero desear matar, aunque sea muy feo, no es delito (no hay fiambre) y matar sí (sí hay velorio).

 

El Ahued, agregó: ‘Hay que seguir trabajando en embarazos en adolescentes, en niñas (…)’. Pues sí pero, según las cifras de ellos, del total de abortos efectuados, solo 9,876 (el 5.6%) corresponden a menores de edad y el resto, 166 mil 479, a mujeres entre 18 y 54 años de edad (el 91% con estudios de secundaria a universidad).

 

La reforma del artículo 144 del Código Penal del Distrito Federal (hoy Ciudad de México), redefinió el delito: ‘Aborto es la interrupción del embarazo después de la décima segunda semana de gestación’. O sea: no se necesita razón para abortar en ese tiempo; pero después, sigue penalizado el aborto con las excluyentes de responsabilidad que detalla el artículo 148 (violación, inseminación artificial forzada, peligro grave para la vida de la mujer, alteraciones genéticas o congénitas, por alguna imprudencia no dolosa de la señora). Tampoco es de locos.

 

Si es cierto lo que predica una u otra religión sobre el óvulo fecundado o el alma en el feto, es cosa que ignora este López, pero a la mayoría católica en este país, conviene comentar que su cerebro cumbre (San Tomás de Aquino), sostiene que al principio solo hay ‘alma vegetativa’ y hasta que el cuerpo está preparado, entra el Creador a ponerle alma humana (“Summa”, I, q. 118 a. 2 ad 2). Otra gran cabeza de esa religión, San Agustín de Hipona, en su obra ‘De anima’, dice que el aborto es homicidio solo si es un feto ya con alma y que “el problema del alma no puede ser decidido apresuradamente (…)’. Luego en 1917, el papa León XIII prohibió el aborto a sus fieles en todo momento. El que crea, que obedezca… pero ni Tomás, ni Agustín, ni otros (canonizados todos), opinaban así. Conste…

 

De lo que no hay duda es que abortar es matar vida humana en alguna de sus etapas (tenga o no corteza cerebral, tenga o no alma, se chupe o no se chupe el dedo). Ninguna mujer al recibir la noticia de que está embarazada, espera con ansia el  ultrasonido para saber si le tocó cachorro de pastor alemán o una planta de aguacate, no, siempre es vida humana y a lo que se le quita la vida se le mata; lo demás son doradas de píldora.

 

Y los cuerpos legislativos no son garantía de infalibilidad: en Inglaterra, Gales y Escocia, el aborto es legal hasta la semana 24 (seis meses); y en España, hasta la 14 (sin razón necesaria), y por cuestiones de salud, hasta la 22.

 

El único argumento que no es válido es precisamente el de algún sector de activistas: la mujer puede abortar porque es su cuerpo. No. No es cortarse las uñas o sacarse una muela, en el embarazo está clarísimo que es otro cuerpo (dentro de la señora en cuestión), por eso se legisla.

 

Es indudable que hay casos en los que es legítimo y hasta necesario matar, pero matar siempre es tragedia, ya sea electrocutar a un asesino serial, tirotearse en las trincheras o defenderse de un asaltante: toda muerte provocada es tragedia y la de un no nacido, más. Y aunque haya mujeres que aborten por pereza o por miedo, no existe el deporte de abortar: nadie tiene derecho a opinar sobre ningún caso particular. Nadie. Las tragedias merecen prudencia de juicio cuando menos.

 

Lo que tampoco puede dejarse pasar así nomás es que hay gato encerrado, no en este tema, sino en una corriente de pensamiento que nos está llevando a quién sabe dónde:

 

Por un lado, la necedad de llamar matrimonio a la unión de personas del mismo sexo (que equivale a definir en la ley que a partir de ahora, la yegua se llama vaca y la vaca igual; cada cosa tiene su nombre para distinguirse… algo hay atrás de esto); y por el otro, ahora resulta que hay quienes sostienen que hay ‘personas no humanas’, ya hay una ONG llamada ‘Nonhuman Rights Project’ (‘Proyecto de derechos no humanos’), y un tribunal de Argentina concedió un amparo (‘habeas corpus’) a ‘Sandra’, una orangutana (no es cachondeo: Sala II de la Cámara de Casación Penal; jueces: Alejandro Slokar, Ángela Ledesma y Pedro David; 19 de diciembre de 2014), para que salga del zoológico, goce de libertad ‘y se la reconozca como persona jurídica’; y un biólogo de la Universidad Estatal Wayne de Detroit -Morris Goodman-, propone que chimpancés y orangutanes, se reclasifiquen como humanos. Bueno… a todos nos caen bien los changos, pero esto parece que ya se pasa de la raya.

 

Así, por un lado hambre, injusticia, desigualdad, matazones y el desprecio más displicente por la vida humana y por el otro… algo anda mal y nos imponen su criterio ruidosas minorías.

 

De última hora: ‘Trump retira partida presupuestal para construcción del muro’… le está uno dice y dice, pero no hace caso; a él sí que lo cuide el biólogo Goodman.

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