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La contra / La Feria

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Sr. López

 

Tío Mario decía blanco y tía Tina (Ernestina), decía negro. Matrimonio raro que debió disolverse ante el constante riesgo inminente de conyugicidio simultáneo. Él dijo un día, “¡qué ricas albóndigas!”, ella jamás las volvió a hacer. “¡Qué bonito tu pelo!” y tía Tina se lo cortó ya siempre a casquete corto (se veía peor que monja sin cofia). Él era muy religioso (eran de los de Toluca), ella se volvió atea. Ya en agonía, a punto de incorporarse tío Mario a las numerosas filas de los fiambres, la hizo jurarle que no lo iba a incinerar (en esos tiempos la iglesia no lo permitía)… ya se lo imagina… y depositó las cenizas en una urna del panteón civil. Era prima hermana de la abuela Virgen (la de los siete embarazos), esa santa ancianita a la quien jamás nadie la oyó decir una mala palabra (un día se le salió un “tonto” y se sonrojó como novia que al pie del altar al decir “sí, acepto”, se le escapa una sonora, prolongada y pestífera flatulencia como de corneta de ferrocarril, cual fue el caso de la prima Silvita, otro día le cuento); bueno pues una tarde, en casa de la abuela, sentadas las dos viejitas oyendo su comedia de la XEW, tía Tina dijo en voz baja: -Extraño a Mario –y ahí fue cuando la abuela Virgen le dijo con voz alta y clara, que era una… (rima con bandeja), apagó el radio y taconeando se fue a su recámara. Aplauso y carcajadas de toda la familia.

 

Sabido como es, que el espíritu cívico nacional es ligero cual pluma la viento y que en estas tierras son minoría muy menor los que están dispuestos a todo por defender una convicción política, seguramente a consecuencia de la regazón de sangre del siglo XIX, por disputas ideológicas entre conservadores y liberales, vale preguntarse cómo funciona el país y ya con ganas de entrar en detalles, por qué y cómo votamos.

 

A pesar de la evidente falta de interés por la política de nosotros los orgullosos integrantes del peladaje nacional, lo políticamente correcto es declarar con firmeza la oposición al PRI (aunque -hay de todo en la viña del señor-, nunca falta algún arrojado tenochca que por llevar la contra o hasta por escandalosa  convicción incomprensible, se declara partidario del tricolor); y aún más: en esta nuestra risueña patria, el que no diga que la política es sucia y los partidos políticos unas bandas de ladrones, se arriesga al ostracismo, a que la esposa lo vea feo o avergonzar a los hijos.

 

Dicho lo cual, se solicita de la manera más atenta que alguien explique a este López, cómo es posible que el PRI siga siendo el partido mayoritario.

 

Sí. Muy derrotado, muy derrotado, pero gobierna 14 de las 32 entidades, 15, si cuenta Chiapas; el PAN le sigue con 11, lo que se entiende dadas sus sutiles diferencias, unos de centro izquierda, los otros de centro derecha, ambos casi casi, ya hablando en serio, de centro-centro. El PRD tiene 5 y hay un gobernador independiente (priista 33 años, así que será muy independiente, pero es del corral tricolor).

 

Igual pasa en la Cámara de Diputados federal: el partido mayoritario es el PRI (con 204 linces legislativos que no se cansan de servir a la patria), seguido por el PAN con 108 curules, casi la mitad que el PRI detestado por todos (el PRD tiene 55, Morena 47, y luego sigue la morralla). Pero el PRI es el que más asientos ocupa… ¡es que hacen trampa!, alega un exaltado… ¿sí?, pues si somos casi 86 millones de electores, que mensos somos.

 

En la Cámara de Senadores, ¿quién cree que tiene más representantes?… sí, el PRI, con 55 de los 128 (PAN, 34; PT, 19; PRD, 7; PVEM, 5 y sin partido, 8). ¡Es que hacen trampa!… ¿somos tan mensos?, no, no hay pueblos de bobos, no, la verdad es que no nos importa. Esa es la triste realidad. Y criticar es tan sabroso. ¡Ah, las delicias de llevar la contra! (con eso tenemos bastante).

 

No se ofenda, pero este divorcio autoridades-ciudadanía, lo empezó Juárez, que no solo se sentó en La silla hasta que se murió, sino que él y sus compañeros, nos hicieron federales, siendo naturalmente centrales, laicos siendo católicos hasta el tuétano y así con lo demás; a continuación, don Porfirio se instaló en Palacio 30 años y con un interludio de balazos y cañonazos (que no Revolución), el PRI con diferentes nombres tomó el timón los siguientes 76 añitos, hasta el año 2000, para regresar en 2012.

 

O sea: el gobierno nacional ha hecho y desecho, sin tomar parecer de nadie, desde 1858, cuando Juárez empezó de presidente, hace 160 años (que los interludios de matazones, igual fueron por pleitos de los de arriba, que los del pueblo llano nomás ponían la sangre y el sufrimiento). ¿De dónde vamos a tener ahora firmes convicciones políticas?

 

Para acabarla de amolar: cuando en el 2000 la gente estalló en júbilo porque ¡al fin! habían tirado al PRI a fuerza de votos (sin un tiro ni un mal modo), resultó que el “Alto Vacío”, don Chente, nos quitó la fe la democracia, la fuerza ciudadana, las elecciones y si se queda unos meses más, nos anda borrando la tilma de Juan Diego; lo sucedió mi general Calderón que le firmó al tío Sam el Plan Mérida y nos metió en una guerra de los yanquis que se libra acá, sin posibilidades de triunfo:.. y regresó el PRI, claro que sí y nos desayunamos con la sorpresita de que todos, todos los partidos que pintan, le firmaron al gobierno el Pacto por México y nos cambiaron la facha del país sin que valiera un comino el parecer de nadie (y la verdad, la verdad, sin que nos importara un carajo, porque a fin de cuentas, muy en el fondo de nuestro cerebro, suponemos que saben lo que están haciendo).

 

La que humorísticamente llamamos izquierda en México, quiere la presidencia desde hace dos décadas. Lo intentaron tres veces con Cuauhtémoc Cárdenas (que ganó cuando menos en 1988); ahora van por la tercera del Pejecutivo (que también ganó cuando menos las elecciones del 2006)… pero el destino de un país como el nuestro no se decide así, sino allá, muy arriba, como sabemos todos.

 

Ok, ok… ¿pero, cómo votamos?… ¡ah! nomás por llevar la contra.

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