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De monumento / La Feria

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Sr. López

 

Tía Jose era más católica que San Pío X y más formal que un mayordomo británico… pero en su casa, todos los viernes, tronara o relampagueara, había baraja (lo suyo era el póker, que jugaba como tahúr de tugurio de barrio bajo), y echaba trago (un poquitín más de lo recomendable, un poquitín nada más), porque, decía ella: -No todo ha de ser seriedad –tenía razón.

 

Siguiendo el consejo de tía Jose, hablemos de la muerte de Hugh Hefner, el fundador de la revista Playboy, no porque se pueda tomar a chacota el fallecimiento de nadie, sino por algunos comentarios que se han hecho en la prensa sobre el esperado enfriamiento (digo, 91 años de edad y 64 de parranda, no es como para sorprenderse de que haya exhalado su último aliento), porque el señor, famoso era, eso es indiscutible, aunque la fama de suyo no tenga valor ninguno, que si a esas vamos, famosos son San Francisco de Asís y el marqués de Sade; la madre Teresa de Calcuta y la Mata Hari; Winston Churchill y el “Catémoc” Blanco.

 

Don Hugh Marston Hefner fundó su revista en 1953. El tipo quería ganar dinero, todo el que se pudiera (nada censurable), y tuvo una idea publicar fotos finas de encueradas, en el momento adecuado, la post guerra mundial, cuando en los EUA había dinero para aventar para arriba, con la mitad de la gente con las convicciones tambaleándose (tanto muerto, tanta sufridera, tanto horror que no imaginaba el cándido pueblo yanqui), dispuestos a vivir lo más agradablemente que se pudiera (y se podía: faltaban décadas para que Europa y Asia le compitiera a su país).

 

Tuvo mérito, porque trabajó como indocumentado (y algo de suerte: en un taller mecánico, accidentalmente, vio un cartel de una rubia vestida solo con perfume, se dio cuenta que era la Marilyn Monroe, foto de cuando no era famosa, buscó al fotógrafo, compró los derechos y la puso en el primer número de su remirada revista: aquello fue un trancazo, porque la Marilyn ya era la rubia más famosa de EUA). Su mamaria publicación llegó en 1975, a un tiraje de 7.5 millones de ejemplares al mes… Shakespeare, sufre, Corín Tellado, no; los de Alarma!, tampoco, que ellos vendieron durante años 10 millones de ejemplares al mes (“Alarma! Is Mexico´s Best Crime Tabloid”, Santiago Stelley and Miguel Angel Rodriguez”; a uno no le crea nada).

 

Otro mérito suyo fue que se dio cuenta que se le iba a empezar a aburrir la clientela con tanta chichi y en 1962 empezó a sacar entrevistas con verdaderos personajes de la vida pública y cultural, y a insertar artículos de las mejores plumas: por Playboy desfilaron de Saul Bellow a John Updike, incluyendo a García Márquez… muy bien pagados, porque de otra manera no le hubieran hecho caso (sin embargo, debe decirse también, que salvo excepciones más bien raras -hoy socialmente aceptadas-, nunca se leía el Playboy: era para verse).

 

Luego resultó que don Hugh tuvo competencia de otras revistas impresas (que pasaron del erotismo a la pornografía ginecológica): bajó el tiraje… y cuando en internet la gente empezó a ver gratis encueradas, encuerados, pornografía “soft” y dura (hetero y homo, mixta y con lentejuelas), orgías, sadomasoquismo, “snuff”, bestialismo, coprofilia (y en la “deep web” hay la más infame pedofilia, violaciones reales y otras cosas que da pena contar)… Playboy quedó en recatada revista que no compraban ni los “boy scouts”; y para leer a los grandes intelectuales, están los libros y también internet.

 

Ya con dinero, don Hugh pudo vivir como le gustaba, exhibirse y hacerse publicidad a sí mismo, y entre la inmensa masa de los que iban pasando de obreros a clase media y los de esta, a clase dos tercios, no pocos babearon con  su “estilo”, la vida en pijama entre chamacas de pecho de vulcanizadora (por favor, parejas a 30, maistro), la decoración del más depurado art nacó (¡yanqui!, que es de dar toques), y la fiesta perpetua (que es muy aburrida).

 

Si el señor ayudó a acabar con prejuicios o no, es cosa de cómo cual piense, pero a la dignificación de la mujer no ayudó gran cosa, eso, no, y buen cuidado tuvieron en que no se supiera mucho cómo les fue a algunas de sus “conejitas”: Paula Sladewski, encontrada en un bote de basura, muerta golpes; Jasmine Fiore: dentro de una valija en un basurero; Elisa Bridges: por sobredosis de “medicinas”; Dorothy Stratten: la asesinó su esposo en 1980 (poco después de ser “modelo del año”); Anna Nicole Smith: por sobredosis de metadona; Paige Young: “Miss” Noviembre 68, por sobredosis de drogas en 1974; Willy Rey: a los 23 años, sobredosis de drogas; Sue Williams: “Playmate” 69, se suicidó cuatro años después; Ellen Louise Maligno: estrangulada; Jennyfer Lyn Jackson: “Playmate” abril del 89, por sobredosis de heroína; Cassandra Lynn Hensley: “Miss Playboy” 2006, en enero de 2014 murió por sobredosis de drogas. ¿Responsabilidad de la revista?…no, pero sí indicativo de cómo tienen el cerebro, su equilibrio emocional y el entorno social y familiar, las personas que deciden ganar dinero así (que ni la General Electric ni la Ford Motor Company, con muchos más empleados tienen ese récord forense). 

 

Ayer, algunos escribieron que Hefner fue un “icono de la cultura” (¡Jesucristo-aplaca-tu-ira!), defensor de la democracia y la igualdad racial (porque llevaba músicos negros a su programa de televisión y a su casa, a que lo entretuvieran, se entiende). Bueno, hasta se dijo que don Tetas fue un defensor de la libertad de expresión, ¡dioses! (el señor ganó los pleitos legales que tenía que ganar, únicamente para que su revista siguiera circulando y él, ganado dinero: la democracia y libertad de prensa le importaban menos que el clima en Groenlandia).

 

Lo que también es cierto, al menos en parte, es que la Playboy y su mercadotecnia, influyeron en alguna medida en el “todo se vale” que no se vale. Seguramente sin ninguna mala intención (él quería lana, punto), pero sus ideas, su revista, sus clubes y sus publicitadas fiestas con las invitadas en pelotas, no son de monumento.      

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