Home Columnas Contrapesos y confianza

Contrapesos y confianza

Contrapesos y confianza
0
0

José Antonio Molina Farro

“El despotismo es más de temer en tiempos democráticos”, Alexis de Toqueville.

Aunque la crisis sea sistémica, no hay alternativas al sistema, como en los tiempos de bloques ideológicos. Tampoco son alternativas creíbles ideas utópicas en circulación que han demostrado reiteradamente su fracaso. Ni se agotó el capitalismo y su modelo, ni alcanza con decir que el neoliberalismo ocasionó la debacle económica. Aunque maltratada, la economía de mercado sigue vigente en  nuestro país.

Si las últimas décadas nos revelan algo, es la capacidad del capitalismo para reinventarse. Es, a decir de Marx, como un vampiro, un muerto en vida que por más puñaladas que le den vuelve a levantarse una y otra vez. Vaya, hasta el intento radical de Mao por acabar con todo vestigio del capitalismo en China, cometiendo  crímenes de la humanidad, acabó con su regreso triunfante… ¡y de qué manera!  Un sui géneris “comunismo de mercado”.

Esto viene al caso porque la gravedad de la situación en nuestro país no permite atajos fáciles para evadir responsabilidades constitucionales invocando un cambio de régimen económico y político que no acaban de definir, y dañan severamente nuestra precaria democracia. Ya es fatigoso culpar de todos los males, una y otra vez, al pasado neoliberal y su cauda de innegable corrupción.

Definiciones importantes están ausentes, si no es neoliberalismo el que hoy vivimos entonces ¿qué es? Y aunque son evidentes el desmantelamiento instutucional y el desprecio al orden jurídico,  no se escucha decir si la vía a transitar es el socialismo, o el comunismo, como lo predican grupos radicales opositores, o si el tan pregonado “nuevo régimen” se inscribe
dentro de los márgenes que permite el sistema capitalista, o qué se entiende por régimen político.

Quizá en la obcecación no se quiere admitir que en la práctica no hay alternativa al sistema, tampoco  al modelo de economía de mercado, el cual,sin duda, debe regularse en función de  la magnitud de los desafíos. Lo que se advierte es una conducción anclada sin tapujo en el pasado, un oráculo que dicta los destinos del país; bandazos, contradicciones y una esquizofrenia verbal maniquea, que estigmatiza a quienes piensan distinto.

La “mano invisible” reclama a la política, exige   que   el   Estado intervenga   parasalvar el mercado, no solo al financiero o
a las pequeñas   y medianas empresas sino a la totalidad del sistema. Paradójicamente, un   gobierno   de izquierda, como el nuestro, se retrae en la   crisis y deja a su suerte a actores económicos   importantes,   precisamente hoy, cuando es una  exigencia ineludible su intervención para mitigar la  debacle. Recuérdese. “¿Y ahora qué hacemos conlos   ricos?”   o   “que   se   rasquen   con   suspropias uñas”.

Las cifras de desocupación dadas a conocer por el INEGI son  para sacudir la conciencia de cualquier mexicano bien nacido; durante el mes de abril dejó de trabajar el equivalente a 12 millones  de   mexicanos, ¡en un mes! y entre   quienes   mantuvieron   el   ingreso siete de cada diez reportan un ingreso menor a dos   salarios   mínimos. Y falta todavía conocer las cifras de mayo. Una consecuencia muy preocupante será, sin hipérbole, la violencia por hambre.
Contrapesos

Estimo que el problema mayor no es la incapacidad de ponernos de   acuerdo sino la debilidad de las instituciones,   la inexistencia   de contrapesos reales, con un poder legislativo   muy distante de   cumplir con su función sustantiva de acotar, impedir y denunciar las desviaciones del ejecutivo, aunque   hay   destacadas voces de la oposición en el Congreso Federal y en algunas   entidades, donde existen oposiciones  dignas  de  ese   nombre; hay también   legisladores   locales   que sobresalen,   pero   por   su   entreguismo hasta la abyección a los gobernantes en turno.

Son testimonio fiel de   lo que afirmaba don Daniel Cossío Villegas: “No hay nada más condenable y despreciable que ser diputado o senador; ante los ojosde la opinión nacional constituyen la medida de la miseria humana”.  Y aunque hay honrosas excepciones, son ellos, en buena   medida, y con   su   impúdico proceder,   los que han   contribuido al descrédito de   los partidos y de la representación popular.

A   estos legisladores no les importa pasar al basurero de la historia, ya sea por defender intereses espurios   o por cálculos egoístas   de escalar en   lapirámide del poder político. Esta falta de contrapesos reales se traduce en pésimas políticas públicas que   menoscaban   la democracia, pero también abonan, por fortuna, a un creciente despertar de la consciencia ciudadana.

Confianza

El camino de salida lo dibuja la propia realidad. Hay primero un corto plazo, es imprescindible   salir   del   shock con   los   menores traumas posibles. Volvemos así a ese factor inmaterial: la confianza. Factores sicológicos como las expectativas, la credibilidad y la confianza son tan importantes o más que los propios insumos reales.

La confianza es un factor estratégico del desarrollo. No será posible conquistarla mientras no se   vea una conducción clara, firme y democrática. Por   desgracia,   laconducción del país repudia el diálogo y ha sido reacia a atender los llamados de académicos,   especialistas,   empresarios,organizaciones de la   sociedad civil y organismos   internacionales   acreditados. No hay talante democrático ni señales o disposición para corregir el rumbo.

La respuesta  inmediata son las alianzas ciudadanas y la denuncia, con propuestas articuladas. La   prioridad es salvar las libertades, recuperar el   Estado de derecho, reivindicar el pluralismo y el ejercicio acotado del poder, así como
evitar un   desplome mayor   de la economía; diseñar una ruta estratégica de navegación, que nos indique los sectores productivos que en un principio se deben apoyar, considerando empleo y cadenas de valor.

Que la caída en dominóde instituciones y empresas que hoy se empieza a vivir no desbarranque aún más a la economía real. El discurso disruptivo y la visión maniquea de país nos permiten anticipar  años aciagos.

LEAVE YOUR COMMENT

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *