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Aprender a mentir / La Feria

Aprender a mentir / La Feria
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Sr. López

Tía Maruca, por la sospecha fundada de que portaba robusta cornamenta, contrató unos detectives que le entregaron fotos no de sus cuernos, sino de su marido poniéndoselos. Lo enfrentó fotos en mano y el tío muy ofendido, dijo: -Es imperdonable que me espíes -la tía le puso una bofetada que resonó por toda la casa y lo echó a la calle, ni su ropa lo dejó sacar. Y ya.  

Ahora que el Congreso ha aprobado dos nuevas leyes, la del Sistema Nacional de Seguridad Pública y la del Sistema Nacional de Investigación… ¡escándalo! La oposición (no se ría), vocifera que se implantó en México un estado espía, que se ha perdido la privacidad de todos. Bueno, sí, ¿y qué sigue?

La Presidenta de la república ayer, en su madrugadoraclamó que el gobierno no espía… si fuera cierto, seríamuy mala noticia. Los gobiernos espían, deben espiar. No hacerlo es una grave irresponsabilidad.

Dejemos de lado lo obvio: espiar a otros países y a sus agentes, para no llevarse sorpresas, para impedirles actuar en nuestro territorio; eso, nadie con la cabeza en su lugar, lo ve mal. Dos presidentes lo han hecho, bien, Porfirio Díaz y Plutarco Elías Calles.

Don Porfirio tuvo un eficaz sistema de espionaje a cargo de Bernardo Reyes, en los EUA, con una red de informantes militares y cónsules.

Fue Calles el que le puso un severo calambre a la Casa Blanca: infiltró la embajada yanqui en México (con el famoso agente B-10, que a la fecha no se sabe quién fue), y cuando se urdía una invasión a México por el problema petrolero, don Plutarco, en febrero de 1927, le envió al presidente Calvin Coolidge copias de 350 documentos de su embajada en México y 7,000 de correspondencia oficial de ellos, con detalles muyembarazosos que hicieron recular a esos bárbaros, por el escándalo que sería en los EUA. Se lo mandó con un recado escrito: “Los siguientes documentos fueron entregados a las autoridades mexicanas sin haber sido solicitados, como gesto de buena voluntad, los regresamos”. Ahí por su lado busque “Did the United States Plan an Invasion of Mexico in 1927?”; de James Horn; páginas 454 a 471 para que no batalle;está en https://doi.org/10.2307/175010.

Lo que resulta siempre incómodo y escandaloso es el espionaje sobre los propios ciudadanos. Siempre se hace. ¿Está mal?… sí… se debe hacer.

El primer espía mexicano del que se tiene registro, fue el dominico José María Marchena, encargado de vigilar al exemperador Agustín de Iturbide, en su exilio en Europa, por instrucciones de Lucas Alamán.

Porfirio Díaz creó el Servicio Especial, una policía secreta que utilizaba detectives privados para vigilar a posibles opositores o levantiscos. Luego en 1918, Venustiano Carranza creó la Sección Primera de la Secretaría de Gobernación (funcionaba desde 1915, da lo mismo), disque para “espionaje en el campo enemigo”, pero era para la vigilancia política y social; un dato asombroso para la época, la dirigía una mujer, Dolores Betancourt.

En 1924, con el presidente Calles, esa sección pasó a llamarse Departamento Confidencial de la Secretaría de Gobernación, para espiar políticos y revoltosos, sin trapitos calientes.

En 1938 el sacro presidente Lázaro Cárdenas le cambió el nombre a Oficina de Información Política y Social,​ para acopiar información sobre la oposición en el país. En 1942, Ávila Camacho le pusoDepartamento de Investigación Política y Social. En 1947, Miguel Alemán, preocupado porque los militares fueran a tener malos pensamientos, creó la Dirección Federal de Seguridad (DFS), para espionaje político y para eliminar opositores. Muy sonriente don Miguelito, pero tenía mano de metate.

Abreviemos porque se acaba el espacio: la DFS desapareció en 1985; nació la Dirección General de Investigación y Seguridad Nacional, de la que salió en 1989 el Centro de Investigación y Seguridad Nacional, el famoso CISEN, para “preservar la integridad, estabilidad y permanencia del Estado Mexicano” -sic-, para espiar pues.

Y ya llegamos: el 30 de noviembre de 2018, a iniciativa del Señor de los Abrazos, desapareció el CISEN -porque era la cosa más mala-, y se creó con exactamente las mismas funciones, el actual Centro Nacional de Inteligencia (CNI), para espiar, para espiarmexicanos.

Este año 2025, el CNI tiene un presupuesto de casi 2,760 millones de pesos, pero dice la presidenta Sheinbaum que no espían… ¡hombre!, 2760 millones para clases de macramé o poner bailables, es mucho. Si no espían, que lo cierren. Claro, ahora se supone que espían a los del crimen organizado… entonces, dados sus resultados, sí, que lo cierren.

Y ¿sabe qué?, lo podrían cerrar. La mera mata del espionaje de mexicanos en México, está en el Centro Militar de Inteligencia (CMI). No aparece en el organigrama de la Secretaría de la Defensa (Sedena), pero tan existe que informó a la Auditoría Superior en 2019, que había pagado cerca de 140 millones de pesos por “licencias del servicio de monitoreo remoto”, por Pegasus, el software espía más potente que se conoce. Luego, en 2023 le pidieron a Sedena vía el INAI, esa información y dijo que estaba reservada por ser asuntos de “seguridad nacional”, aceptando que existe. Bobos.

Los servicios de inteligencia, de espionaje, en todo el mundo, están formados para funcionar en la ilegalidad. La diferencia es que espiar a un país extranjero, es propio de un agente de inteligencia y espiar a un connacional es propio de delincuentes. Pero es inevitable y necesario.

La estabilidad política y social no puede estar al garete. Lo único que importa es que esa información no se use para matar, desaparecer o encarcelar a nadie. Pero los gobiernos de todo el mundo, duermen con un ojo abierto. Y sí es cierto lo que dijo ayer la Presidenta, a ellos, a todos ellos, los espiaron, sí, pero llegaron a donde llegaron porque a ninguno le tocaron un pelo.

Lo que no se debe hacer, Presidenta, es que la jefa del estado hable de estas cosas. No señora. Lo secreto es secreto. Y si de plano no aguanta las ganas de hablar, le urge aprender a mentir.

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