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Los políticos y la aptitud / Código Nucú

Los políticos y la aptitud / Código Nucú
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César Trujillo

 

El caso del diputado de Morelos por el Partido Nueva Alianza (Panal), Ángel García Yáñez, quien propuso renovar la cédula profesional cada seis años (¡vaya ingenio), es el claro ejemplo de la ineptitud y falta de profesionalización que ha permeado todas las estructuras en nuestro país; y es, considero, la muestra de cómo se reparten los puestos de elección popular al antojo de las cúpulas mostrando que en México todo es posible. García Yáñez es, pues, apenas una piedra diminuta y gris ante esa montaña de ignorancia que se erige frente a nosotros.

Recuerdo que en marzo del presente año, el medio Nación 3, 2, 1 hizo público que 28, de los 500 diputados, no tenían estudios universitarios (datos tomados de los perfiles del Sistema de Información Legislativa de la Cámara de Diputados). Sin embargo, eso pareció no importarle a nadie más que a la crítica en redes, e incluso los mismos ignaros, ataviados con el tan repudiado fuero constitucional, se dijeron capaces de todo y ante todos defendieron su mediocridad (como lo hace el diputado del Panal).

Si se pregunta, entonces, por qué nuestro país está patas arriba voltee a ver la actuación de los políticos. Sí, de esos que deben ser los que formulen las reglas, esos que son encargados de legislar por las reformas que deberían detonar el desarrollo de nuestro país, esos que en las sesiones se duermen porque es demasiado exhausto levantar el dedo. Sí, los que deberían saber hacer la chamba y no la hacen.

Me refiero a esos que bostezan, que juegan o que revisan su Facebook mientras calientan la curul para cumplir, al menos, con la asistencia. Son los mismos que se intercambian sonrisas, que se hablan al oído cabildeando al momento, sin importar que en tribuna otro de sus compañeros haga uso de la palabra y vierta una perorata hueca y frívola que, por lo general, es defensa ingente de los favores que deben.

Lo terrible del asunto es que, pese a su incompetencia, les pagan. En el caso de los diputados federales se meten a la bolsa 74 mil pesos mensuales de sueldo neto, más 45 mil 786 pesos por el concepto de “asistencia legislativa” y otros 28 mil 772 pesos por el concepto de “atención ciudadana”, es decir, reciben 148 mil 558 pesos al mes por ponderar su inoperancia (los de Chiapas lo saben perfectamente).

¿Por qué mejor, pienso, no se legisla para que todos aquellos que aspiren a un puesto de elección popular tengan estudios que los avalen como competentes?, ¿por qué minimizar los grados de estudios y no tomarlos en cuenta para elegir a los candidatos? Digo, sólo con la profesionalización, con niveles de estudios y con buena preparación académica, podemos aspirar a tener políticos capaces.

No podemos seguir ponderando la ignorancia y darle cabida en los puestos de elección popular. No podemos justificar que lo que sucede es el reflejo de la sociedad y de la preparación que impera en México, porque existen personas capaces, personas preparadas que podrían ocupar los puestos que están en manos de políticos chambones y neófitos.

Sí, cierto es que todos tenemos derecho a superarnos (ya imagino la defensa férrea de los troles), pero cuando vemos que quienes llegan a los puestos son un cúmulo de errores: personajes que aspiran a la soberbia, que proponen desde la inopia intelectual, que ponderan la mediocridad, que se jactan de su paupérrimo desempeño y que dicen que les basta para estar en los puestos importantes, entonces entendemos que esto debe cambiar de forma urgente.

Y aclaro que no significa, por ningún motivo, que por tener estudios van a acabarse los actos de corrupción y la impunidad, porque ese es otro mal con el que debemos lidiar aún y de otro modo. Sin embargo, se puede aspirar a que quienes lleguen al poder al menos sepan qué hacen ahí y cuál es su función. Se puede aspirar a que sepan para qué sirven las comisiones que integran y cómo deben dirigirse, cosa que ni saben ni hacen en toda la república mexicana.

Se debe reformar (ya que lo tienen de costumbre) el artículo 58 de la Constitución Política de México y modificar los requisitos (nada complejo para quienes se han acostumbrado a manosear la Constitución) para ser Senador en México, que son prácticamente los mismos que para poder ser diputado federal, pero con un leve cambio ya que los requisitos son ser ciudadano mexicano por nacimiento y estar en todo el derecho de los ejercicios laborales, entre otros.

Sólo así podremos pensar que existe una igualdad de circunstancias y que hay cierto interés por mejora: mínimo, pero interés al fin. Porque los vemos crear iniciativas y suscribir otras, pero todas atentando contra nuestros derechos. Es como si ellos (los legisladores) fuesen elegidos para jodernos, para estar ahí fregándonos, como ese chaquiste que en la época de calor nos fustiga y nos fustiga en el cobijo de la oscuridad.

Manjar

Se dice que poco más de 20 diputados locales en Chiapas van a ir a buscar alcaldías u otros puestos diferentes. Quieren seguir, parece, guindados del erario a como dé lugar. No les importa nada más. Les importan los tiempos electorales y esa tibia forma en que llegan sin conocimiento de causa a ocupar puestos que les quedan grandes, muy grandes. Aunque es un sueño, me gustaría ver un voto de castigo y que se quedaran bailando en la loma. O como el chinito: “nomás milando”. #PiensoYo  // La recomendación de hoy es Drácula de Bram Stoker y el disco 500 noches para una crisis de Joaquín Sabina. // Recuerde: no compre mascotas, mejor adopte. // Si no tiene nada mejor qué hacer, póngase a leer.

@C_T1

palabrasdeotro@gmail.com

César Trujillo

9611678707

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