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El síndrome de Ícaro o de los adelantados

El síndrome de Ícaro o de los adelantados
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Juan Carlos Cal y Mayor

El principio rector de todo proceso electoral es la equidad. A los órganos encargados de organizar los procesos electorales les corresponde velar por ese principio, es decir, garantizar las condiciones de igualdad en la competencia electoral. Es lo que sucede con las competiciones olímpicas. Pasa en la natación y en las carreras de atletismo, donde muchas veces hemos observado que los árbitros repiten el arranque cuando un nadador o un corredor se adelanta al disparo que marca el inicio de la competencia. Fracciones de segundo son suficientes para que los árbitros repitan el arranque cuando se observa a los anticipados o adelantados. La reincidencia se castiga con la descalificación. El mismo principio básico debe aplicarse a los procesos electorales. Sería impensable una competencia donde uno o unos arranquen antes que otros y saquen ventaja.
A pesar de todas la reformas electorales, de los lineamientos y ordenamientos preestablecidos, en nuestro país sucede todo lo contrario. Y lo observamos tanto a nivel federal como a nivel local. Por eso es que sin ningún pudor y a sabiendas, los adelantados infringen la ley o pretenden burlarla. Se arguyen toda clase de pretextos o simulaciones con el único propósito de sacar ventaja tanto en las encuestas así como previo al inicio de los procesos electorales. En síntesis hacen trampa. Son tramposos. Carecen de escrúpulos. Y si un político es inescrupuloso ¿qué podemos esperar de él? ¿Qué podemos esperar de quien viola la ley a sabiendas o pretende evadirla, burlarla?
Otra situación a considerar es el de la transparencia y la fiscalización de gastos que se generan en estos actos anticipados mismos que deben aplicar en los procesos electorales. Conforme al arti?culo 41 de la Constitución será causa de nulidad en una elección cuando se exceda en un 5% por ciento del monto total autorizado que fija el INE. Lo es también que se reciban o utilicen recursos de procedencia ili?cita o recursos pu?blicos en las campan?as. En sentido amplio ¿como saber cuánto y cómo gastan? y lo más importante, la procedencia de esos recursos en actos que se consideran como anticipados de campaña.
El asunto no es menor. A lo largo y ancho del país, así como en nuestro estado, observamos este fenómeno y pareciera que los órganos electorales están rebasados. Si acaso atienden los hechos que son denunciados y que ameritan pruebas y sus sanciones correspondientes. Peor aún es el hecho de que a pesar de ser sancionados con sus respectivas multas, prefieren pagarlas y continuar con sus actos de proselitismo adelantado. Todo sea por posicionarse, por aparecer en las encuestas para merecer ser elegidos.
En la mitología griega se cuenta que Dédalo decidió escapar de la isla de Creta donde estaba retenido por el rey de la isla llamado Minos. Dédalo se puso a trabajar para fabricar alas para él y su joven hijo, Ícaro. Enlazó plumas entre sí uniendo con hilo las plumas centrales y con cera las laterales, y le dio al conjunto la suave curvatura de las alas de un pájaro.
Cuando al fin terminó el trabajo, Dédalo batió sus alas y se halló subiendo y suspendido en el aire. Equipó entonces a su hijo de la misma manera y le enseñó cómo volar. Dédalo advirtió a Ícaro que no volase demasiado alto porque el calor del sol derretiría la cera. Ícaro desoyó el consejo se padre y ascendió demasiado alto. El ardiente sol ablandó la cera que mantenía unidas las plumas y éstas se despegaron. Ícaro agitó sus brazos, pero no quedaban suficientes plumas para sostenerlo en el aire y cayó al mar.
Adelantarse a los tiempos electorales representa en el argot político un madruguete y dice el conocido refrán que no por mucho madrugar se amanece más temprano. El INE de nuestros días debiera actuar como Dédalo el padre de Ícaro que representaría a los anticipados de la contienda electoral. Dédalo cumplió su cometido y llegó a buen puerto. Ícaro se aproximó al sol que emularía a las leyes electorales. En la tradición griega veremos si Dédalo cumple con su cometido al advertir a los adelantados y también si el Sol se aplica para derretir las alas.
Ahora bien si nos atenemos a la tradición española en tiempos de la conquista, Colón fue nombrado por los Reyes Católicos “adelantado del mar Océano” en 1492, haciéndolo así jefe militar, gobernador civil, juez supremo y recaudador de la hacienda en las islas y tierra firme que descubriese y tomase posesión. El mismo título aplicó para los demás conquistadores y así se hicieron del vasto territorio de la nueva España.
Cabe preguntarnos ¿Cuál debiera ser el destino de los adelantados? ¿Caerán como Ícaro a las profundidades del mar o tomaran posesión de las tierras con su absoluta omnipresencia?

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