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Coartada / A Estribor

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Juan Carlos Cal y Mayor

Llamó poderosamente la atención que el conductor de noticias Javier Alatorre hiciera un llamado a no hacer caso a las indicaciones que día con día hace el Subsecretario de salud, Hugo López Gatell. Como argumento utilizó el cuestionamiento que desde Baja California hizo el gobernador morenista Jaime Bonilla, quien alegó tener casi el doble del número de fallecidos por coronavirus en su entidad de los que se reportan a diario durante la conferencia de prensa en palacio nacional.

Sorprende, porque TV Azteca (como en todos los sexenios) está perfectamente alineado con el gobierno y Ricardo Salinas Pliego, su propietario, es miembro del consejo de asesores del presidente.  No solo eso, se ha visto beneficiado económicamente con jugosos negocios al amparo de la 4t. Solo por señalar alguno, las tarjetas de Bienestar por el que se hacen llegar apoyos económicos a 24 millones de beneficiarios utilizan la plataforma de Banco Azteca y Elektra. Es cuando menos sospechosa una crítica del programa “estrella” de noticias que llega a millones de hogares.  Tiene ya rato que muchas personas no vemos el susodicho canal ni su programación, pero no así las masas a las que va dirigido quienes están más atentas a los programas chatarra de entretenimiento en las dos principales televisoras. Sin embargo, la reacción contra Javier Alatorre no se hizo esperar como si él se mandara solo. Hubo toda una campaña en redes sociales y no faltó quien solicitara la cancelación de la concesión de la televisora.

Todo para que el fin de semana, el presidente que es tan sensible a la crítica saliera a decir que Javier Alatorre es su amigo y que solo se había equivocado. Trato distinto merecieron apenas unos días antes el comediante Eugenio Derbez, la cantante Thalía y el afamado jugador Chicharito Hernández, los acusó de ser parte de una escalada de la derecha que utiliza todos los medios para atacarlo. Eso mereció que el presidente los pusiera en la lista de los non gratos y la respuesta se vio reflejada entre sus huestes en las redes sociales que hicieron escarnio y vilipendio de los señalados por su dedo flamígero. En el caso de Alatorre, llamó poderosamente la atención se dirigiera contra el conductor y no contra el dueño de la televisora y aliado del presidente. Cualquiera sabe que Alatorre no mueve ni un lápiz sin el permiso de Salinas Pliego. Mientras el presidente exoneraba al periodista, la Secretaría de Gobernación hizo un discreto escrito de apercibimiento a la televisora. Poco antes amenazaron a dos periódicos de Chihuahua por utilizar imágenes de Ecuador, pero no llegaron al grado de apercibirlos, pero la intentona quedó ahí. Solo cabe decir los periódicos no son concesiones como las que otorga el estado a la radio y a la televisión.

Se trata sin duda de una coartada cuyo objeto es inhibir toda crítica que a juicio del gobierno atente contra las indicaciones oficiales en materia de salud. Un trato distinto sin duda. A los enemigos, justicia a secas -decía Juárez- y a los amigos, justicia y gracia, pero ni siquiera eso. Se lo dijeron a Juan para que lo entendiera Pedro. Un atentado contra la libertad de expresión prefabricado desde el gobierno. Un precedente para poder proceder en contra de otros medios de comunicación y con ello inhibir cualquier crítica respecto del manejo que hace el gobierno por la crisis sanitaria y económica que enfrenta. Como si la información fuera parte de un credo que promulgan y nadie debe cuestionar.

No solamente en México, también en otros países de corte autoritario se ha procedido de esa manera y eso no puede suceder en un país que se precia de ser democrático. Ni son infalibles, ni son la única fuente de información. Todos tenemos derecho a ejercer el libre albedrío y decidir lo que más convenga con base en otras fuentes de información. Es plausible sí, que no se haya llegado al extremo de declarar estado de sitio. En Estados Unidos las personas ya se están manifestando en contra de la cuarentena, mientras que otros países se está procediendo incluso con multas o penas preventivas de cárcel. Aún así no parece estarle haciendo caso al gobierno. Se entiende que hay actividades prioritarias que obligan a muchas personas a continuar con sus actividades. En muchos otros casos se trata de personas que por necesidad tienen que salir a la calle para su sustento diario. Es sin duda una difícil situación. No estamos acostumbrados. Por lo pronto quienes pueden permanecer en casa lo hacen por prudencia, temor o precaución.

Ahora entramos de lleno a la fase 3 y las autoridades procuran mantener a las personas en sus hogares. En Yucatán, Jalisco y Michoacán prácticamente se está prohibiendo la movilidad al máximo. Un difícil trance para el cual México y el resto del mundo no estábamos preparados. Ya está advertido que se incrementará en los próximos días el número de personas que requieran atención médica y ya pronto sabremos de miles de personas que no logren superar el contagio e irremediablemente fallezcan. Lo que el gobierno procura al -aplanar la curva del contagio- es que el sistema de salud se pueda dar abasto y no se sature. Ya lo vimos en España y en Italia. En varios países de latinoamérica se están viendo escenas dantescas. No esperemos a que nos pase aquí, aunque será muy complicado evitarlo. Vienen tiempos difíciles y México no va a ser la excepción.

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