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Tenerla enfrente / La Feria

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Sr. López

 

A tío Erasmo le gustaba Veracruz. Siempre corto de dinero, cada año planeaba pasar allá las vacaciones y se quedaba con las ganas. Su esposa, tía Rita (Margarita, del lado materno toluqueño), ni caso hacía oyéndolo platicar a sus cinco hijos varones lo que iban a hacer en Veracruz. Una vez, ya decidido, sí o sí, a darse su gusto, aplicó un control de gastos que durante dos años tuvo a su familia al borde de la inanición; cuidó cada centavo y por fin, llegando una Semana Santa, anunció que salían para allá,  pero empezaron los problemas: los dos niños chicos enfermaron de rubeola y contagiaron a tía Rita, él dijo que igual estaban enfermos allá que en su casa; su coche que era una ruina se descompuso, tuvo que hacerle cambio de medio motor y él dijo que igual lo tenía que arreglar si no iban; y de ribete, la madrugada que cargaban maletas en el coche, en el radio se anunció un huracán que prometía dejar Veracruz en los cimientos, pero el tío dijo que eso era alarmismo. Tía Rita bajando maletas, le dijo: -Si tanto quieres ir, vete solo y a esta casa no vuelvas –nunca se supo si no volvió o si llegó a Veracruz y el huracán se lo tragó. Tía Rita aunque con trabajos, salió adelante, nada triste.

 

El ‘Quédate en casa’ fue roto ayer por el Senado de la república, para atender la iniciativa presidencial de Ley de Amnistía, ley innecesaria si se toma en cuenta que la Constitución en su artículo 89, le otorga la facultad de conceder el indulto o perdón a reos sentenciados por delitos del fuero común competencia de los tribunales federales (y lo mismo tienen los gobernadores de los estados en sus entidades); si la urgencia es para descongestionar los reclusorios por lo del Covid 19, bastaba con firmar un decreto; pero no, el Presidente quiere una Ley y la tendrá (o no, vaya usted a saber), para quién sabe qué.

 

Es desalentador ver que nada cambia los planes presidenciales ni su programa de gobierno. Uno supone que ante la pandemia que tiene al mundo al borde de un ataque de nervios, acá veríamos un reajuste al Presupuesto de Egresos… nada… todo sigue igual… si acaso, se habla de cobrar, ahora sí, 50 mil millones de pesos a unos morosos nacidos por generación espontánea, aunque no está nada claro si es cierto y sí deben; o de una reserva secreta de 500 mil millones que por pudor nadie se atreve a preguntarle al Presidente dónde está esa carretada de dinero; tampoco se alteran los macro proyectos del Ejecutivo: el aeropuerto Felipe Ángeles en Santa Lucía -385 mil millones de pesos-; el trenecito Maya -139 mil 72 millones de pesos-; la refinería Dos Bocas -307 mil 580 millones de pesos-; en total y suponiendo que no haya extras ni sorpresas: 831 mil millones de pesos.

 

Dirá alguien con no poca razón que esas megaobras dan empleo y suspenderlas agravaría el problema. Sí. Pero no se trata de clausurarlas al estilo 4T sino de reorientar ese gasto a otras obras de infraestructura y al sector salud, que urgen más que los caprichos presidenciales. Se puede terminar la tercera pista de aterrizaje de Santa Lucía (vieja y nunca atendida solicitud de la Fuerza Aérea); se puede reparar el tramo ya existente del tren Maya, dejando para mejor ocasión el resto (que todo apunta, se va a topar con la resuelta oposición de pobladores de los lugares por donde pasaría); y se debe cancelar la refinería de Dos Locas, digo, Pemex en cuidados intensivos, con sus finanzas cancerígenas y el Presidente pensado en que estrene refinería: ¿qué tal que usa parte de ese dinero en reparar, remodelar y poner a plena producción las refinerías existentes que trabajan a poco más del 40% de su capacidad?

 

Es muy preocupante que nuestro Presidente insista en sus planes originales cuando todo ha cambiado: por lo que sea y por la pandemia, el precio del petróleo está de llanto con hipo; la calificación crediticia de Pemex, CFE y el propio gobierno (la deuda soberana), bajan y bajan, ahorcando nuestra capacidad de conseguir prestado (y lo que se consiga será más caro); el PIB nacional se reducirá tanto que el Fondo Monetario Internacional afirma que la economía mexicana será de las más golpeadas en este año… y ¡nada!, el gobierno sigue con sus proyectos originales: repartir dinero improductivo y 25 mil millones de apoyo a micro y pequeñas empresas, cantidad que representa el 0.1% del PIB: un Mejoralito para un atropellado por tráiler. Y la recaudación de impuestos va a desplomarse: si baja la producción, bajan las utilidades de las empresas y se pagan menos impuestos. No hay que ir Harvard.

 

Ya andamos en el medio de millón de desempleados y eso puede crecer, mucho: un millón parece ser el total posible, pero los que saben hablan de hasta un millón y medio de personas sin empleo. ¿Cuándo recapacitará el Presidente?… o se le da apoyo a todas las empresas, grandes incluidas, o la pagamos todos, los pobres primero.

 

No se trata, nunca se ha propuesto, que el gobierno federal le regale los impuestos a los grandes empresarios, sino de una tregua fiscal, al menos mientras dure la pandemia o el resto del año, empezando por las aportaciones de patrones y trabajadores a la seguridad social, el Infonavit y las Afores (sin incluir a directivos y altos ejecutivos, digamos que hasta cinco o seis salarios mínimos, que es el nicho en que está la inmensa mayoría de la fuerza de trabajo). Las empresas, todas, necesitan aire, liquidez para mantener el circo andando.

 

Desalienta mucho que las respuestas a situaciones concretas y medibles, sean ideológicas o mejor dicho: necedades. El ejemplo reina de esta actitud es lo de la reunión de la OPEP+, en la que México hizo un ridículo internacional inadmisible, con la Nahle diciendo mentiras descaradas en la conferencia de prensa mañanera en Palacio Nacional, sobre el supuesto ‘éxito’ obtenido, cuando fue un tropezón que nos van a cobrar lo tiburones del petróleo, afamados por entrones y faltos de escrúpulos. Nos la buscamos y pronto veremos qué diferente es hablar de ella que tenerla enfrente.

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