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Tan bobo, tan grave / La Feria

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Sr. López
En esta nuestra risueña nación, la primera carretera, la México-Veracruz, la construyó en 1590 un ingeniero militar italiano, Juan Bautista Antonelli, por orden del virrey Luis de Velasco (el hijo, no se vaya usted a confundir). En lo que hoy llamamos México, se hacen carreteras desde hace 427 años.

En 1821, recién nacida nuestra querida patria (parto difícil), la Regencia del Imperio (Iturbide & Cía.), creó la Secretaría de Relaciones Interiores (o sea, la de pa’dentro), que en el segundo artículo de su decreto de creación, quedó a cargo de construir los caminos del país.

En 1842 el presidente Nicolás Bravo, creó la Secretaria del Fomento, con un Cuerpo Civil de Ingenieros en Caminos, Puentes y Calzadas (no es cierto que fue Juárez el de la idea, no le echen tanto incienso, lo tiznan).

En 1891, Porfirio Díaz creó la Secretaría de Comunicaciones como la conocemos hasta hoy aunque le vayan cambiando de nombre.

En 1925, ingenieros mexicanos trazaron y construyeron la carretera de la capital del país a Nuevo Laredo, 1,174 kilómetros; se tardaron algo (once años). Al mismo tiempo se hicieron las carreteras de la Ciudad de México a Acapulco, Guadalajara y Pachuca, inauguradas entre 1927 y 1929 por Calles y Portes Gil.

El 5 de mayo de 1950, se inauguró la Carretera Panamericana (de Ciudad Juárez, Chihuahua, al Ocotal, Chiapas), 3,446 kilómetros.

Hoy la red carretera nacional anda por los 356 mil kilómetros. Hay monumento al Caminero… nuestros ingenieros, topógrafos, operarios de maquinaria, encargados de explosivos, todos, todos, son de monumento. Sin duda.

El 5 de abril de este año del señor Peña Nieto, él mismo en persona y a todo color, inauguró el libramiento de Cuernavaca, el “Paso Exprés”, junto con el secretario de Comunicaciones y Transportes, el licenciado en Derecho Gerardo  Ruiz Esparza, acompañado por los gobernadores de Guerrero, Héctor Astudillo; del Estado de México, Eruviel Ávila; y de Morelos, Graco Ramírez.

El señor Presidente de la república, en sencillo pero sentido discurso, dijo que la ceremonia de inauguración del “Paso Exprés”, se preparó de un día para otro… “(…) porque se quiso significar una vez más que las cosas buenas casi no se cuentan, pero cuentan mucho” (¡ajúa!, sí señor, ¡que suene esa banda!).

Esta cosa buena que había que contar, son los 14 y medio kilometrotes que mide el “Paso Exprés”, que son la ampliación de la carretera ya existente, de 21 metritos de ancho a sus 36 metrotes de ahora.

Esta obra de romanos tardó poco más de dos años (o sea, la México-Nuevo Laredo en 1925, se hizo a un ritmo de 106.7 kilómetros por año; esta, en 2017, se construyó a 7.2 kilómetros por año, 15 veces más despacio), pero… ¡qué digo de romanos!, ¡obra de titanes!, si no por sus dimensiones, por su costo: $152,620.69 el metro, 2 mil 213 millones de pesos en total.

Ya luego vino lo del socavón y los dos muertos, ¡pelillos a la mar! Las obras quedan, lo demás es anécdota.

Ayer fue a dar explicaciones a la Cámara de Diputados don Ruiz Esparza, afamado por majadero y gritón con sus subordinados (¡ah!, los obligatorios desayunos de los lunes con él, son un martirio). Durante cuatro horas lo acosaron  los diputados federales y algunos le pidieron que renuncie al cargo.

Don Ruiz básicamente, respondió que su responsabilidad es deslindar responsabilidades; que lo importante no es que haya un responsable político, sino encontrar “al culpable de las irregularidades y los errores en la construcción del Paso Exprés”; que Graco Ramírez,  gobernador de Morelos, no le hizo “una sola petición ni alerta”; que “no es momento de dejar el barco a media agua” (sic a medio ahogar); y que nada resuelve un “sacrificio político”.

Don Ruiz: su responsabilidad no es deslindar responsabilidades, sino hacer su trabajo bien hecho, para que luego no sea importante encontrar al culpable. Don Ruiz: los gobernadores no tienen que andar advirtiendo ni alertando a las dependencias federales. Don Ruiz: un barco a media agua, es un barco hundido. Don Ruiz: su renuncia no sería ningún sacrificio. Don Ruiz: lo suyo es cinismo.

Es cinismo que no haya renunciado cuando en diciembre de 2014 el Presidente de México revocó la concesión del “tren bala” (México-Querétaro… digo, para ese tramo podría ser tren de cuerda). Ni renunció en 2015, cuando su nombre salió bailando en las grabaciones telefónicas de la OHL en las que se afirma, usted los favoreció con información estratégica para algunas licitaciones. Tampoco renunció en 2016, cuando la Auditoría Superior de la Federación informó de las no pocas y no baratas irregularidades en el reparto de televisiones digitales (290 mil aparatos entregados en direcciones diferentes a las que informaron; compra directa con sobrecosto; 11,533 televisiones que no acreditaron adonde fueron a dar). No renunció en mayo de este 2017, cuando Javier Tejado Dondé, director jurídico de Televisa, dijo “falta ver qué hace la autoridad por violar la Ley de Competencia y las Bases de Licitación”, refiriéndose a la extraña licitación de radio frecuencias (51 en AM y 147 en FM), de las que una sola empresa ganó el 20%, (Tecnoradio, cuyo principal accionista es director de una de las empresas a las que más teles digitales compró la SCT) y luego no firmó los contratos, porque a decir de Dondé: “Optaron por perder 41 millones de pesos en garantía que los 288 millones de pesos que hubieran pagado por frecuencias por esconder grupo de interés económico”.

Esto del Socavón Exprés es solo la cereza del pastel. Don Ruiz sabe que es intocable, que está enchufado con el poder grandote y que esos lodos con y sin muertos, no lo salpican.

El “Paso Exprés” con y sin socavón es un escándalo, un escupitajo en la cara de todos los camineros mexicanos. En este país si algo hay, son buenos ingenieros civiles y de esos, los camineros son de los mejores. La SCT también tiene un bien ganado prestigio por la calidad de los ingenieros y expertos que tiene. Nada justifica un error tan bobo, tan grave.

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