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Ser un buen presidente / A Estribor

Ser un buen presidente / A Estribor
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Juan Carlos Cal y Mayor Franco

 

Si se lo esta proponiendo -como fervientemente deseo creer- López Obrador puede pasar a la historia como un buen presidente. No creo que pueda sólo aunque si es importante su ejemplo. Aún con el deseo de muchos millones de mexicanos, lograr las grandes transformaciones que se propone implican una proceso de maduración que tomará su tiempo. Quizá toda una generación.  Sintetizaría el esfuerzo de su gobierno en una política de ahorro presupuestal y reorientación del gasto público y de inversión, tanto en infraestructura como en políticas públicas, tendientes a palear las asimetrías y enormes desigualdades sociales en diferentes regiones del país y centradamente en el sur de México. Es clave el no cometer errores que puedan afectar el rumbo de la economía y en contribuir, ahora sí, con el ejemplo a que México madure democráticamente. López Obrador, tiene la gran oportunidad de hacerlo si se lo propone. Evitar que se utilicen los programas sociales y que no se lucre con la necesidad de la gente.  

 

México es un país enorme y así como hay zonas –y estados en particular- que alcanzan tazas de crecimiento equivalentes a los países más desarrollados; los hay también en el centro y sur, cuyos equivalentes son propios a los países menos desarrollados.  

 

La integración con América del Norte, la disciplina fiscal, para no gastar más de lo que se tiene; la autonomía del Banco de México, para evitar que los gobiernos echen mano de la maquinita de hacer billetes, como sucedía en el pasado; una política de libre comercio, con la rectoría del estado y el intercambio comercial con otros países, nos convirtieron en poco más de dos décadas en la 13ª economía del mundo.

 

Hoy México no solo depende de las grandes trasnacionales como en el pasado, sino que tiene empresas propias que ya son transnacionales.  Cemex por ejemplo, opera en 28 países, desde Letonia o Croacia hasta Egipto o Israel. América móvil de Carlos Slim, tiene operaciones en 17 países y que decir de Bimbo que se ha convertido en la principal empresa panificadora de todo el planeta. El “Cine Morelia” comenzó en 1971 en el centro de esa ciudad y hoy cuenta con 5 mil salas en una quincena de países, desde Brasil hasta España o la India. 

 

En un país con empresarios tan prósperos, contrasta la pobreza extrema como fracaso de un modelo que no ha sido capaz de revertirla de modo inteligente. Eso lo sabe muy bien Andrés Manuel López Obrador que proviene precisamente de ese sur que vive aletargado a pesar de su enorme riqueza natural, cultural, gastronómica, entre otros muchos aspectos positivos que no hemos podido potencializar para mejorar la calidad de vida de las personas.

 

A pesar de lo que muchos analistas consideran como locuras, a mi si me late un presidente que ya recorrió palmo a palmo el país, a diferencia de muchos que solo lo conocían por las estadísticas o las giras siempre meteóricas. Un presidente que quiere demostrarnos que no se necesitan 6 mil elementos del estado mayor presidencial para cuidarlo y que su trabajo debe ser itinerante por lo cual no necesita una costosa flota de transporte aéreo. Se antoja difícil, pero por lo menos hasta ahora lo esta logrando, sin provocar retrasos o aglutinamientos en las líneas aéreas comerciales. Andrés Manuel quiere predicar con el ejemplo. No dude usted que esto forzará los hábitos de otras personalidades en el mundo de la política a riesgo del escarnio público, a menos que continuemos viviendo con una simulación a este respecto.

 

En todo momento al escribir este texto, he estado pensando en Pepe Mujica, el ahora admirado ex presidente de Uruguay. Su gobierno no fue de logros espectaculares, quizás si, de algunas iniciativas de avanzada consideradas como muy progresistas en una sociedad conservadora como la uruguaya. Sin embargo hoy puede darse el lujo de andar como Juan por su casa en el país que gobernó. Es un ejemplo no sólo de sencillez, sino de sensatez y sabiduría. Todos disfrutamos escuchar sus grandes elocuciones. Y como él, solo contados hay que supieron la importancia del legado y la trascendencia del ser humano en la vocación de servir a sus pueblos. Mandela, Ghandí o Gorbachev, Lech Valesa o Felipe González que un viven.

 

Que triste contraste con Nicolas Maduro que ha provocado el éxodo de su pueblo y se aferra al poder. O Daniel Ortega que quisiera instaurar una monarquía tropical  a cambio de una cruenta represión. Parece más admirado el locuaz líder de Norcorea que estos personajes dignos de representar un papel como el de aquella película de finales de los 80s “Luna sobre Parador”, donde el actor Richard Dreyfuss encarna la representación de un dictador fallecido por sus excesos para seguir sosteniendo la farsa de un régimen donde el pueblo se postra ante su amado líder.           

 

No debe haber ilusos para que no haya desilusionados. No esperar demasiado y al menos confiar en un Presidente sensato que sea capaz de rectificar, corregir y sobre todo actuar con sentido común por el bien de México. 

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