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Observando y sugiriendo

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POR: SHEILA GARZA

Cero tolerancia a la violencia contra las mujeres, en cualquiera de sus formas. Se exige respeto, nadie tiene derecho sobre ellas porque no son objetos y merecen justicia.
En días recientes los noticieros nacionales y locales informaron que un grupo de mil 200 hombres difundieron vía Telegram casi 3 mil 500 archivos, entre fotos y vídeos, de mujeres estudiantes de las Universidades Anáhuac Mayab, Marista y Autónoma de Yucatán. Este grupo fue creado en octubre del año 2021 para compartir imágenes de cuerpos desnudos parciales o totales, de índole sexual y mensajes con los datos de contacto sobre estas mujeres. El denominado Colectivo Sororidad Anáhuac denunció y La Fiscalía General del Estado de Yucatán abrió la carpeta de investigación G8/258/2022 para aplicar La Ley Olimpia. Días después el colectivo UADY sin Acoso informó que existen 180 investigaciones internas sobre violencia digital hacia las mujeres distribuidas en varias universidades privadas y públicas en aquel estado.
Este caso fue viralizado, causó escándalo y destapó una cloaca porque fue más allá de contar sólo esa historia. No se trata de un hecho aislado ya que surgieron más casos similares y después de ahí se pusieron en evidencia las nuevas formas en que operan muchos criminales, se detallan las mecánicas que usan redes de delincuentes para robar identidades, se ventilan las maneras en cómo se comporta hoy en día parte la sociedad sin educación, sin respeto y sin valores sobre las personas, y se comprueba que la misoginia o el odio hacia las mujeres se sigue dando aún y a pesar de cualquier trabajo que se haga para erradicarlo.
Así como sucedió en Yucatán, Olimpia Coral Melo, impulsora de la Ley Olimpia, denunció que en Puebla hay 300 mercados de explotación sexual en línea a través de aplicaciones como Telegram (otra vez) y Whatsapp, y junto con colectivos feministas nacionales extendieron queja oficial a esas aplicaciones de mensajerías. De igual forma, el Grupo Sororidad Puebla manifestó que en aquel estado se han contabilizado 150 hechos relacionados y el Gobernador Miguel Barbosa ya anunció que se abrirán carpetas de investigación al respecto.
Por otro lado, la Red Feminista Quintanarroense informó que durante el año 2021 dentro de las universidades de Quintana Roo se contabilizaron 50 casos similares y están en proceso de investigación interna.
Le siguieron sumando casos Nuevo León, Jalisco, Morelos o Sinaloa y esto es sumamente preocupante porque este tipo de hechos se normaliza, son más frecuentes de lo que parece, hay impunidad y no existen castigos ejemplares que los frenen o los detengan, cuando ya hay delitos que perseguir hasta por oficio. ¿Cuántos casos más que ni siquiera se denuncian y nadie advierte? Detrás de todo eso hay delincuencia organizada, trata de personas, red de prostitución, difamación, divulgación sin autorizaciones, amenazas y daños a veces irreversibles a las mujeres por ser juzgadas, hostigadas, amenazadas, chantajeadas, expuestas, evidenciadas, desprotegidas, arriesgadas, avergonzadas o señaladas por propios y extraños.
La Ley Olimpia existe ya, sólo que no es suficiente. De creación reciente, pudiera implicar un paso importante; sin embargo, la sociedad no está informada, preparada, educada, capacitada para apoyar casos como estos dejando a su suerte e indefensas a las víctimas para librar sus batallas.
¿Por qué no vestir con una falda corta sin que alguien ya juzgue y diga que la mujer es una buscona?, ¿Qué de malo tiene vivir plenamente tu sexualidad si en algún momento consideraste confiable a esa pareja sin temor de estar con un patán que después te exhiba?, ¿Una mujer merece ser violentada si contradijo a su pareja?, si le tomas una foto a tu cuerpo natural y te roban el equipo no significa que puedan exhibir o vender el contenido. Tantas y tantas cosas que las ponen en riesgo por el sólo hecho de ser mujer.
Todo esto y muchas cosas que se le ocurran pueden violentar a una persona y aquí se trata de RESPETO y vivir en una sociedad machista no ayuda. No formemos varones para que hagan lo que se les dé la gana por ser hombres, ni critiquemos tanto a las mujeres por su condición de género o lo que está impuesto.
¿De qué sirve denunciar si la violencia se normaliza como cualquier cosa sin importancia? O peor aún, si cada caso se pierde desde antes de iniciar porque a las mujeres se les pone en tela de juicio desde antes de la denuncia.

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