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¿A dónde vamos a parar? / A Estribor

¿A dónde vamos a parar? / A Estribor
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Juan Carlos Cal y Mayor

 

El político piensa en la próxima elección; el estadista, en la próxima generación.

Otto von Bismarck

 

Como ha venido sucediendo en ocasiones anteriores con otros gobernadores, en esta semana tocó ser destinatarios de encendidas rechiflas y abucheos a los mandatarios de Chihuahua, Baja California Sur, Sonora y Colima en los eventos a los que asistió el Presidente López Obrador. Amor con amor se paga. Ellos le están dando como corresponde, su lugar y así lo hicieron desde que resultó electo presidente. Es el Presidente, son los gobernadores, es la investidura y la campaña quedó atrás. Nadie puede anteponer en eventos oficiales, gubernamentales sus diferencias ideológicas o políticas por encima de sus responsabilidades. No funciona así y a nadie beneficia. Cuando se gobierna es para todos sin distinguidos filiación política o ideología.

 

¿ABUCHEOS ORQUESTADOS?

 

En todos los casos, los gobernadores han tenido que apechugar y aguantar el vendaval. Se trata del Presidente. Se trata de eventos oficiales. Sin embargo ha trascendido y el PRI lo acaba de señalar, que se trata de eventos orquestados. Circula un documento en redes sociales, de cuya autoría se han deslindado, que instruye a los organizadores de estos mítines para actuar de tal manera cuando se trata de gobernadores emanados de partidos de oposición. Más allá de la veracidad del documento, la conducta del público asistente a estos eventos, es porfiada, homogénea y repetitiva. También lo es, la del Presidente que en todos los actos ha llamado a conducirse con respeto a los gobernadores porque también son autoridad. La campaña ya pasó y la cuarta transformación significa reconciliación, es lo que ha dicho. Son ya 18 gobernadores a los que ha tocado esta pasarela bajo las horcas caudinas.

 

JAVIER CORRAL

 

El gobernador de Chihuahua, Javier Corral no se ha quedado callado. Dijo que dos días antes ya tenía conocimiento de lo iba a suceder. Que a pesar de ello, asumió su papel ante lo que ya consideraba previsible. Para él estaba primero actuar institucionalmente. En su caso estaba el antecedente de conformar parte del grupo opositor que promueve hacer contrapesos al ejercicio del poder presidencial. López Obrador fue contundente al afirmar que en el caso de Corral, era más respetable por ser de oposición a diferencia de quienes llamó abyectos. Pero para Javier Corral el asunto esta armado ex profeso para después del abucheo dar pauta al presidente y ser o parecer conciliador, demócrata, respetuoso de las diferencias y finalmente factor de unidad.

 

AMLO, EL ESTADISTA

 

Hay ambigüedad en el discurso presidencial. Por un lado asoma el demócrata y por otra el mandatario que sigue en campaña. Sigue profiriendo adjetivos y denostando a sus opositores, críticos y disidentes. Mutar de más de 20 años en la oposición a un presidente en funciones que este por encima de las diferencias se antoja difícil para quien esta acostumbrado a la refriega. En países como los Estados Unidos, donde existe la reelección, es característico que los presidentes continúen de algún modo en campaña. Trump crítica reiteradamente al partido demócrata. En el caso del presidente de Bolivia, Evo Morales, no sólo esta en campaña permanente, sino que desde el poder promovió su cuarta reelección. Castro, Chávez y Maduro son casos ejemplares del poder a perpetuidad. La pluralidad no sirve, se ocupan hegemonías.  

 

En México no existe la reelección. La historia ha dejado lecciones y Madero llego al poder precisamente por ello, demandando el sufragio efectivo y la no reelección. Ese fue del detonante que provocó el exilio de Porfirio Díaz y el inicio de la revolución. La única diferencia ahora es que habrá un referéndum en las elecciones intermedias, pero no reelección.

 

Si el Presidente quiere pasar a la historia debe entonces comportarse como un estadista. Su amplia popularidad no significa un igual porcentaje de apoyo electoral, sino un voto de confianza –como en mi caso- para que haga un buen gobierno. 

 

Bajo esa lógica debiera despojarse de etiquetas partidistas, gobernar para todos, guardar y hacer guardar la constitución, hacer un gobierno que trascienda e impulsar una cultura y un relevo democrático donde cualquiera pueda ganar la elección. Así sucede en todo país que se precie de ser democrático. 

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