Home Columnas Nos faltan dos / La Feria

Nos faltan dos / La Feria

Nos faltan dos / La Feria
0
0

Sr. López

El pavoroso caso del matrimonio de tío Emilio y tía Amelia, lo encubría lo mejor que podía la familia materno toluqueña de este menda, por el riesgo real de que fueran a darle mala fama a todos. Él, tío Emilio, no era mitómano; ella, tía Emilia, no era ninfómana; lo que hubiera atenuado sus responsabilidades, porque hubieran sido enfermos, caso de psicólogo. No: él era un mentiroso contumaz, embustero inagotable y muy consciente de que faltaba a la verdad siempre y en todo, lo grande y lo pequeño, por la dicha inicua de engañar. Y ella, era una gran güila, que le ponía los cuernos a su marido como si fuera concurso. Vivían tan tranquilos sabiendo todo uno del otro; ella actuando como si la palabra de su marido fuera de Notario; y él como si su tan compartida esposa, fuera la reencarnación de nuestra señora Santa Ana (la mamá de la Virgen María). Ya en mejor ocasión le cuento la clase de revoltijo que tenían en la cabeza sus tres hijos, esos sí, alegría de un congreso mundial de psicólogos. No lo ande contando.

 

Se los comento porque algo anda mal en la psique nacional. Mire usted: buena parte de nuestra clase política, líderes misceláneos y clase empresarial, no todos pero sí más de lo que es generalmente aceptable, están siempre mintiendo y los otros haciendo como que les creen; unos jugando chueco siempre y los otros encontrando la manera de medrar con ello, en un despliegue de maldad insolente, todos revolcados en un merengue y en un mismo lodo todos manoseaos (diría Discépolo).

 

Por nuestro lado, nosotros, los solidarios y siempre dispuestos a ayudar al prójimo, integrantes del peladaje nacional, somos la incógnita universal de la sociología: o somos un pueblo de bobos o todo nos viene guango, empezando por el país, en que a fin de cuentas, nos tocó vivir y pagar las que nos comemos y las que nos hacen deglutir -a querer o no-, aunque eso comprometa a nuestros hijos, nietos y varias generaciones por venir, que lo del petróleo, la electricidad, la educación, la reforma laboral y lo que se acumule, ha marcado la vida nacional por décadas.    

 

Pareciera que nadie se da cuenta que la única explicación de la aparente incapacidad del gobierno para imponer el cumplimiento de la ley, de la impunidad de la delincuencia organizada -y desorganizada-, de la persistencia crónica de la corrupción que campea en casi toda actividad pública y no pocas de las privadas, es que se nos ha criminalizado el Estado mexicano, que se ha institucionalizado la colusión y complicidad de la autoridad con los delincuentes violentos y los tranquilos (los de cuello blanco, públicos y privados, nacionales y extranjeros).

 

Uno pensaría que todo tiene un límite. Parece que no, que en el caso mexicano no hay cota. Los sismos del 7 y el 19 de septiembre pasado, dejaron encuerado al gobierno: colapsaron y se fracturaron estructuras de las que no deben fallar jamás: escuelas, hospitales, puentes, cuyas especificaciones de cálculo y construcción son las más estrictas… y no pasa nada; cayeron otra vez edificios en la capital del país, murieron otra vez cientos de personas… y no pasa nada, siendo como es clara la responsabilidad de las autoridades, que se aplican a auxiliar a damnificados que no debería haber; que prudentemente suspenden las clases, siendo injustificable tener que hacerlo.

 

Pero hay otro lado de este despelote: hoy es 2 de octubre y este López ataca el teclado el día anterior. Sin duda, habrá marchas y gritos: ¡Dos de octubre no se olvida! (con vándalos rompiendo vidrieras y pintarrajeando edificios)… pues qué buena memoria: lo de Tlatelolco fue hace 49 años y seguimos discutiendo que pasó, es hora que no responde ninguno de los políticos responsables de los hechos (ni responderán, que ya quedan pocos vivos… bueno, nomás uno, Echeverría, 95 años y como el conejito de la Duracel), ni ninguno de los irresponsables líderes estudiantiles que convocaron a esa manifestación a sabiendas de que iba a ser el terrible fin de fiesta que fue (y que pongan en remojo sus barbas los de Ayotzinapa, ellos apenas van en el tercer aniversario).

 

Lo de Tlatelolco, el Movimiento Estudiantil, si acaso lo único que nos dejó fueron tres cosas; una proliferación incontenible de ONGs de intenciones por determinar, con presupuesto del erario (y liderazgos de prontuario judicial en no pocos casos); la consagración de los derechos humanos como escudo contra la ley;  y un Estado inmóvil ante cualquiera que haga una marcha, un plantón, una manifestación, bloqueo o incendio de gasolineras aunque haya muertos. Todo es barato antes que ser tachado de represor, violador de los derechos humanos, así se violen los del ciudadano de a pie y de los militares y policías (que también son humanos).

 

El pasado viernes, en un intento de desalojo de un bloqueo carretero cerca la comunidad de El Aguaje, en San Cristóbal Las Casas, Chiapas, fueron asesinadas dos personas, 18 heridas con arma de fuego y ocho por golpes, todos policías -estatales y municipales-, que iban desarmados, conforme al protocolo que les impone el respeto a los derechos humanos.

 

Si los muertos fueran civiles, a esta hora estaría ardiendo la prensa exigiendo todo el peso de la ley a funcionarios y ya habría pintas de “Nos faltan dos”.

 

Con todo el derecho que dan el dolor y la injusticia, se reclaman los 43 de Ayotzinapa, se recuerda a los caídos en Tlatelolco (39 civiles y cuatro soldados), con todo el derecho… pero con ese mismo derecho, debemos tener presentes y honrar a los 2,887 soldados, marinos y policías, muertos a diciembre pasado, en la guerra contra el narco.

 

¿Esto es lo que el Movimiento del 68 consiguió para el país?… ¿qué cualquiera haga lo que le venga en gana si lo hace en grupo?…¿a quién beneficia esta versión imbécil de los derechos humanos?… ¿queremos un país con delincuentes intocables y autoridad inerme?… ¿el desorden es el precio del respeto a los derechos humanos?

 

No. No por sus viudas, por sus hijos, por ellos mismos. Y sí, nos faltan dos.

LEAVE YOUR COMMENT

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *