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La Rompecatres / La Feria

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Sr. López

La boda de la prima Consuelo fue la culminación de una tragicomedia que tuvo en divertida alerta a la familia materna de este menda; hubo de todo, Consuelo mamá amenazó con suicidarse si había casorio; tío Gracián, su papá, dijo que iba a recibir a tiros al novio si se atrevía a pedir su mano; y la prima se puso en huelga de hambre (la verdad quería adelgazar). No era para menos, el novio, un tal Fernando, era el Juan Charrasqueado de Toluca y su mala fama lo precedía. Pero hubo boda ante la real posibilidad de fuga. Contra todo pronóstico y a pesar del viacrucis que fue su matrimonio, duró casada largos años hasta que una oportuna cirrosis despachó al marido. Al velorio se presentaron cuatro viudas aparte de la prima, quien así y todo, insistía en que había sido “muy feliz”. Pepe, el más impresentable primo que tenerse pueda y el más inteligente, decía: -Consuelo, primero se muere que aceptar su metida de pata –y sí, eso era.

La capital del país está casi desbordada por la pandemia del Covid-19; la capacidad hospitalaria está al límite; diez estados de la república están en alerta máxima; el total de contagiados al día de ayer, suma un millón 267 mil 202 personas; 115 mil 99 es el total de fallecimientos; la letalidad -la proporción de muertos respecto del total de enfermos-, en México es del 9.08%, en el mundo el promedio es el 2.22%, México tiene el 409% más de difuntos que el resto del planeta… pero ya vamos saliendo, la pandemia está bajo control y el cubre bocas es nada más recomendable si de plano es usted muy sacón, ¡ah! y el pueblo bueno es muy responsable y la familia mexicana, nuestra mejor institución de salud; ese es a brocha gorda, el discurso oficial.

Por otro lado y ya con vacuna a la vista, el gobierno federal nos hace saber que la cobertura nacional para inmunizar al 75 % de los mexicanos de 16 años y más, se alcanzará a fines del 2021 y el plan se completará en el primer trimestre de 2022. Confiando en la seriedad y abnegación del personal médico y el apoyo de nuestras fuerzas armadas, como anunció el gobierno, podemos considerar que para marzo de 2022 (2022, no se distraiga), todos los respetables integrantes del peladaje nacional, estaremos vacunados… pero ¿cuántos más morirán en el proceso?

Lo que ocupa el tiempo mental del Presidente, es el proceso electoral de 2021, bueno, no es pecado, su oficio es ese, la política, y de ella, su mero mole son las elecciones, está bien. El problema que ya va siendo hora que le identifique alguno de sus colaboradores, no es que para el 6 de junio de 2021 -día del proceso electoral-, la pandemia va a estar en pleno, no, el problema es que la fecha de la consulta de revocación de mandato es en marzo de 2022, casi terminando de aplicar las vacunas… si todo sale bien. Se pueden complicar las cosas, la cifra previsible de fallecimientos que sabremos para esas fechas, puede hacer inocultable el fiasco que ha sido la atención de la emergencia, por confiar contra toda esperanza en la responsabilidad individual de 128 millones 649 mil 545 alegres tenochcas.

La gran pregunta es si el optimista discurso oficial alcanzará para que pasen desapercibidos tantos millares de fallecidos. Ya se verá.

Por supuesto aunque sea triste, los difuntos generalmente pasan pronto al olvido; tal vez sea esa la confianza del gobierno. Lo que no pasa nunca desapercibido es traer la panza vacía: este año según Coneval, el país tendrá 12 millones más de pobres y a 70 millones no les alcanza el sueldo para adquirir la canasta básica (se quedan diario con hambre, pero ni modo que lo diga así el Coneval). Por el lado del empleo se estima que siete millones no encuentran trabajo. La suma de estos datos de horror bien puede darle un susto electoral a la 4T… aunque quién sabe, el electorado es impredecible, hasta pueden empezar algunos a extrañar a los renegridos neoliberales.

Lo que está muy claro es que el discurso oficial es triunfalista, de un optimismo que abruma. No molesta a ya casi nadie eso de “tengo otros datos”, al principio escandalizaba, ya no, a todo se acostumbra la gente… menos a no comer, ¡chin!

Uno supone que el Presidente es el ciudadano mejor informado del país. Si así es, su actitud de permanente victoria puede ser fingida o real. Si es simulación no está bien pero se vale, aunque parece más recomendable la seriedad de apegarse a la verdad, sin que pretenda este junta palabras que salga con cara de funerales a confesar las metidas de pata de él y su gabinete, tampoco. Pero si no es algo que intencionadamente aparenta, si de verdad cree que todo está bien y mejorando, entonces estamos ante un caso claro de negación de la realidad.

Dicen los que dicen que saben, que los que se rehúsan a ver la realidad suelen padecer de personalidad narcisista, un tipo de trastorno de la personalidad -trastorno mental-, en el cual se tiene un sentido desmesurado de la propia importancia y una necesidad profunda de atención excesiva y admiración (¡las mañaneras!); también suelen carecer de empatía (¡las mujeres!, ¡los niños con cáncer!), y su relación con los demás es  conflictiva.

Sin embargo y por encima de análisis de trastornos de personalidad, no es difícil que en el caso de nuestro Presidente, todo obedezca a su amplísima experiencia convenciendo gente. Ya se enterará que el poder cobra muy caro.

Nuestro mayor problema como país es la irresponsabilidad ciudadana, probada hasta la muerte con esta pandemia.

Para cambiar las cosas sin sofocones, necesitamos de los partidos políticos. Ni modo. Así es. Esperemos que no vuelvan a defraudarnos. Y si eso pasara, igual es necesario que vote responsablemente la inmensa mayoría. No es fácil, somos como somos… ¿como somos?… ¡ah! entonces no es difícil que se lleven una enorme sorpresa los hoy triunfantes, el tenochca sin aspavientos se deshizo del PRI, luego del PAN, regresó al PRI y tan fresco, montó a Morena. No seamos pesimistas, el voto en México es menos fiel que la Tumbahombres o la Rompecatres.

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