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Feliz, feliz, feliz / La Feria

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Sr. López 

En la familia materno-toluqueña, no se hablaba y se les veía poco a tío Márgaro (Margarito) y tía Licha (Elisa). Era casi total su ostracismo. Ya adolescente este menda, preguntó sobre el raro caso al primo Pepe (ya sabe cuál, el más impresentable primo que tenerse pueda), que siendo como era, muy deslenguado, solo dijo: -No te importa pero hazte una idea, sus cinco hijos, antes de cumplir los 15, todos, de uno en uno, se fueron de esa casa -¡áchis! 

Confrontar a este gobierno con datos que contradigan sus dichos, es inútil. Aunque se argumente con cifras oficiales del Coneval, el Inegi o del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, sobre el crecimiento de la pobreza y el desempleo, la caída de la economía, la inseguridad pública, el número de homicidios o el desabasto de medicamentos, la respuesta es una negativa dogmática o una evasiva retórica, aludiendo al gobierno federal que se fue hace doce años, con remate de pecho: ¡no somos iguales!… y efectivamente, ni parecidos. 

Sin embargo hay un dato con el que nunca se ha enfrentado al presente gobierno federal (que tenga noticia este su texto servidor), ni al Presidente de NUESTRO país: la creciente emigración de mexicanos rumbo a los EU. 

Sí se alude a ellos casi sin querer, cuando presentan como un logro del gobierno el volumen de remesas que nuestros connacionales envían acá, que ha roto todos los récords, al grado de permitir sospechar que no es tan difícil que se trate en parte de un operativo hormiga de los narcos para traer al país sus dineros ganados de tan mala manera. En fin. 

“La gente no se mueve por gusto, la migración no es por gusto, es por necesidad”, dijo Andrés Manuel López Obrador el 21 noviembre de 2018, a días de asumir el cargo de Presidente de nuestro país. Es cierto y más que moverse, es huir, huir del desempleo, la falta de oportunidades y el hambre. Se van los mexicanos a los EU a trabajar y trabajan y envían dinero a sus familias. Luego, el 8 de junio de 2021, el Presidente de nuestro país, desde su alta tribuna, prescribió la solución al decir que la migración “debe atacarse combatiendo las causas que la generan: inseguridad, pobreza y falta de oportunidades laborales”. Pues sí… nada más que el movimiento se demuestra andando. ¡Ándele! 

Si necesitáramos un indicador del fracaso de una nación, es ese: el número de personas que lo abandonan, que dejan todo y van a lo desconocido movidos por algo que ya no encuentran en su propio país: esperanza. Mientras no se tenga noticia de que los alemanes o los daneses migren al centro de África y los estadounidenses a México, en busca de oportunidades, de empleo… de comida, mientras sean los nuestros los que viajan entre peligros inmensos, lidiando con traficantes de personas, sorteando a extorsionadores, violadores y asesinos, podemos decir sin ninguna exageración que es nuestro país el que les ha fallado, el que ha fallado, el que está fallando. Y si usted piensa que es severo el juicio, remítase al párrafo anterior: es el propio Presidente de nuestro país el que acepta las razones de la emigración: necesidad, inseguridad, pobreza y falta de empleo. Dicho por él. 

Lo que no se ha dicho con claridad es que según la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de los Estados Unidos (OAP), los datos muestran que se mantuvo una baja constante en el número de migrantes mexicanos detenidos por ellos, en los sexenios de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, y que con el actual gobierno, la tendencia se invirtió. 

Por otro lado, el diario The Washington Post informó que ha habido más arrestos de migrantes mexicanos en los tres primeros años del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, que en todo el sexenio de Enrique Peña Nieto. Y las cifras de la OAP lo confirman: en el sexenio completo del Peña Nieto, de triste memoria, 1 millón 163 mil 909 migrantes mexicanos indocumentados fueron arrestados y en los tres primeros años de transformación nacional, esa cantidad sumó 1 millón 187 mil 544 migrantes; de no contenerse la tendencia, este gobierno duplicará la cantidad de mexicanos expulsados por la necesidad, respecto del gobierno anterior. Y como detalle interesante, hace notar la autoridad de los EU que ni el confinamiento por la pandemia del Covid 19, disminuyó la avalancha de mexicanos que intentan entrar a ese país. 

Efectivamente, la corriente migratoria entre los EU y México, en el sexenio de Calderón, bajó en dos tercios y en el de Peña Nieto, casi un 25% adicional, haciendo que fuera mayor el número de mexicanos que regresaba al país que el de los que se iban, mientras que en los tres primeros años de la 4T, subió casi tres veces la cantidad de personas que huyen de México, que irse por necesidad es huir de la miseria y las promesas fallidas. 

Esto es el principal indicador, el más dramático, de la situación que guarda un país, cualquier país: si sus nacionales lo abandonan masivamente, algo anda muy mal. Ante esto es ante lo que hay que enfrentar al gobierno actual, pues nos bañan de cifras y estadísticas en las que parece que están luchando a brazo partido por el bienestar nacional y no, no es así. Un ejemplo es que en el tercer informe de gobierno, el Presidente de nuestro país (porque es NUESTRO, de ningún gobierno, líder, redentor ni partido), aseguró que “70% de los hogares están inscritos a un programa social”… ¿sí?… pues qué raro… y para no quedarse con la duda, consulta uno las cifras del Inegi (Instituto Nacional de Estadística y Geografía, que es del gobierno, no de un opositor), y se viene uno a enterar que sólo un 30% de los hogares reciben al menos un programa social, porcentaje menor al del 2016, cuando era el 31%. 

Como reflexión final… tal vez no entendemos al Presidente cuando dice muy sonriente que el pueblo está feliz, feliz, feliz, puede estar cantándonos de aquél gran compositor y pianista chiapaneco, Armando “Chamaco” Domínguez, esa que dice: Miénteme más… que me hace tu maldad… feliz, feliz, feliz.

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