Juan Carlos Cal y Mayor
La presencia e intromisión de efectivos militares rusos en Venezuela complica aún el escenario de una posible intervención militar norteamericana. Es un desafío abierto de Putin que se ya se metió hasta la cocina, sin que los Estados Unidos pudieran hacer nada ante la tibia respuesta que recibieron por parte de los demás países del continente americano y la Unión Europea.
Por su parte Juan Guaidó, el presidente encargado de Venezuela y reconocido por más de 50 países, hace lo suyo al mantener las movilizaciones a pesar de la amenaza de encarcelamiento en su contra que facilitó la asamblea constituyente al despojarlo de inmunidad parlamentaria. Lo atacan por todos los flancos. Secuestran a su mano derecha pero él sigue firme en una misión que se antoja suicida.
El bloqueo económico y la incautación de recursos provenientes del petróleo provocaron que Maduro sacará a remate las reservas en oro del país. Los EU saben que sin dinero, no podrán mantener la unidad ni la lealtad al régimen dictatorial de Venezuela. El último anuncio por parte de la administración del Presidente Trump, va en el sentido de bloquear el suministro petrolero a Cuba. Los isleños tienen literalmente copada a la cúpula madurista y recurren a todo tipo de estrategias y acciones para conservar la única fuente de suministro que generosamente mantiene la economía cubana a flote.
Por eso mientras que cientos de miles de venezolanos se manifestaron a lo largo del país, Maduro armó una concentración masiva con lo poco que le queda en la chistera. Acusa al “imperialismo Yanqui” que tan buenos dividendos le ha dejado como estrategia a Cuba y apela al patriotismo. Ahora llama al dialogo y pide apoyo a los pocos países de la comunidad internacional que avalan su gobierno. Hace un llamado al presidente mexicano López Obrador como tabla de salvación, pero seguramente no obtendrá respuesta porque la posición de México es de no intervención. Tampoco le conviene a México andarle rascando la panza al tigre, ahora que la relación con nuestros vecinos del norte pasa por una serie de veladas amenazas proferidas contra México.
Por eso Trump apuesta a que los cubanos salgan corriendo ahora que ven amenazada su propia estabilidad. Se trata de un tablero de ajedrez entre las grandes potencias militares, pero vaya que Putín es un diestro jugador en esa materia. Es el Kasparov de la geopolítica y ha mantenido a raya al presidente Trump. Le sigue ganando la partida en Libia. Ahora se apodera de PDVSA la empresa petrolera de Venezuela y con ello el 20% de las reservas mundiales de petróleo. Veremos hasta donde es capaz de resistir el régimen militar en Venezuela donde Maduro es una alfil y nada más. La salida es complicada porque los llamados “colectivos” son fuerzas paramilitares que agreden sistemáticamente a la población. El imperialismo ruso y sus huestes cubanas, están dispuestos a desafiar la hegemonía norteamericana al precio que sea.
