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Columna Vertebral

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Raúl Mendoza Vera

A todos los camaradas que construyeron la utopía de izquierda en Chiapas

In memoria para el doctor Vargas

Con un bote de engrudo, posters, brochas, pintura, volantes, y mítines callejeros haríamos frente al partidazo de Estado, que al igual que ahora utilizaba el corporativismo de sus sectores, ahora llamados programas sociales, para pasar por encima de cuanto opositor se le ponía enfrente. Un buen día los compañeros vieron las gradas del monumento a la bandera y decidieron poner una leyenda “Vota por Rosario Ibarra para presidenta. PRT” la pinta abarcó todas las gradas del monumento y lo mismo se le podía ver desde la quinta norte o el Niño de Atocha que desde cualquier colonia del norte del pueblo. La borraron, pero su majestuosidad aparecía cada vez que llovía, cada vez que la cal con la que la cubrieron, se adelgazaba con el agua. Era 1982.

La pinta fue echa por militantes del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), la izquierda de Chiapas de los años 80. Básicamente en Chiapas había dos corrientes de izquierda una que venía del maoísmo y que ya tenía trabajo con organizaciones como Unión de Uniones o Casa del Pueblo de Venustiano Carranza. La otra con un perfil más citadino, que se conformaba por profesionistas de la salud, maestros, doctores, ingenieros, y muchos estudiantes. Los paradigmas de esos años; la vía armada que estaba a todo lo que daba en Centroamérica, movimiento de masas o partido de masas y de cuadros en la lucha electoral. 

Las dos corrientes provenían de los movimientos del 68 ydel 71, de una u otra manera los militantes de mayor edad les había tocado esa batalla que dio inicio a la actual democracia mexicana. En algunos casos tenían vínculos con la teología de la liberación, como es el  caso de Gilberto Gómez Maza, que fue seminarista antes de ser doctor. Otros mantenían vínculos muy cercanos con la Escuela Rural Mactumactzá, como era el caso de Octavio Cabrera, algunos más con movimientos campesinos formados en los años 40 en Chiapas, como algunos compañeros del PCM que tenían vínculos con la CIOAC. 

Esta izquierda se movía básicamente en torno a las universidades y el magisterio, así como aquellos gremiosque tenían mayor base social en el movimiento campesino ypequeños grupos en los que, la lectura de textos de formación política e histórica, eran obligados.

La izquierda pasaba de la clandestinidad a la vida pública, el debut formal fue la elección presidencia de 1982, el Partido Socialista Unificado de México (PSUM) que sustituyó al Partido Comunista Mexicano (PCM), postuló a Arnoldo Martínez Verdugo y el PRT, sección mexicana de la Cuarta Internacional, a doña Rosario Ibarra de Piedra. El Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT), aún no tenía registro y era de una visión nacionalista, más moderada. Esa izquierda nunca pensó que sus siglas terminaran siendo franquicia electoral y refugio de priistas, que hoy a su nombre gobiernan el país. 

Los militantes que pintaron el monumento a la bandera, eran doctores, profesores, estudiantes, burócratas. Los movimientos universitarios de la UNACH, tanto el de 1978, como el de 1982, generaron muchos cuadros, en la escuela de ingeniería, y medicina. En el caso de la izquierda que se movía en el movimiento de masas, crearon muchos dirigentes campesinos. Se militaba por buenas intenciones y humanismo, con una visión bastante franciscana sobre los pobres. Un día le llevé un poster hecho por el Fisgón Barajas, para la campaña de 1985 del PRT, el cual rezaba “arriba los de abajo” me dijo Octavio: “¿están seguros que todos los de abajo ya leyeron el papel del lumpen proletariado en la Comuna de París?”

El problema es que hay visión asistencialista que prevalece hasta la fecha y que discursivamente sigue arrastrando votos electorales. Hay una imagen romántica de la pobreza, justamente de quienes piensan y predican que es más fácil que pase un camello por el ojo de una aguja, que un rico en el reino de los cielos. Se alude a que los pobres, por pobres tienen ganado el cielo y tienen ganado automáticamente el calificativo de revolucionario; y esto no necesariamente es cierto y la izquierda tiene la obligación de desmitificarlo y proponer. 

El Chiapas de los 80, fue gobernado por el populista Juan Sabines Gutiérrez y por el militar terrateniente, Absalón Castellanos Domínguez. Y en esos tiempos el movimiento campesino se aglutinaba en torno a la lucha por la tierra, lucha que también reivindicaba el movimiento magisterial y en poca medida el universitario. Se pensaba que obteniendo la tierra se salía de la pobreza y se alcanzaba la justicia social. En 1995, se realizó el mayor reparto de tierras en Chiapas, 250.000 Has. Junto a ese reparto también llegaron las suburban y los cheques a los lideres, que dio Dante Delgado Rannauro, después llegarían las diputaciones y presidencias municipales, primero por las franquicias de la izquierda electoral, pero después por el mejor postor. 

Cosa similar pasó en Mactumactzá, donde por décadas no han podido crear un proyecto didáctico propio y de gran calado, a lo mucho a los chamacos se les ha formado para gritar consignas, (por cierto, ahora ya no las gritan, las deletrean) 

Hoy podemos ver que la izquierda que militó en Chiapas, no tenía un proyecto claro, contadas experiencias lograron romper el circulo de la pobreza, la mayoría romantizó la pobreza, pobre bueno, rico malo.   Un ejemplo es el que hacer con la tierra, solo se ha reproducido el círculo de la pobreza de sembrar maíz en el mejor de los casos. Ninguno de los movimientos que lograron la tierra se plantearon algo más; como políticas de conservación o llegar a los productos terminados, hoy Chiapas, ha perdido el 85% de sus bosques y selvas.  

Tampoco se supo qué hacer con el enorme poder que significaba hacer política desde un espacio legal y financiado, como es el espacio electoral, los espacios los terminaron ocupando la vieja clase política, de priistas y verdes, justo esos que nunca han usado, el bote, la brocha, el engrudo, volantes o dieron un mitin callejero.

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