Querida Mariana: me encanta el confeti; me encanta el simbolismo. En el aniversario 444 de la fundación de La Trinitaria aventé un puñito de confeti, un puñito, para no ensuciar de más. Hoy, tomo un puñito de confeti y lo aviento al cielo para celebrar el cumpleaños del personaje que ves acá en la fotografía, con sombrero y abrigo. ¿Quién es el personaje central? Es mi querido y admirado padre Carlos J. Mandujano García, fundador del glorioso Colegio Mariano N. Ruiz. Acá se ve joven. ¿Identifico a alguien más? Sí, a una de las mujeres, quien está en medio de las otras dos es Lucha Ortiz, quien fue muy cercana al padre Carlos. Yo recuerdo algunos viajes a comunidades rurales donde aparece Lucha al lado del padre en la labor de evangelización.
Yo fui alumno del padre Carlos, cuando estudié la secundaria en el Colegio Mariano N. Ruiz. El otro día leí una declaración de Paty Armendáriz, actual diputada federal, quien también fue alumna del padre. Coincido con lo que dice: el padre Carlos parecía haber vivido los momentos históricos que platicaba en el salón de clases. Su cátedra de Literatura fue una de las experiencias más gloriosas de mi vida. Yo, como dice, la diputada, también viví las aventuras del Cid, gracias a las magistrales palabras del padre, que nos llevaba desde Comitán a las regiones de España. Él consolidó mi vocación de lector. ¡Cómo no estarle agradecido! Pocos hombres en este pueblo han tenido la erudición que él poseyó. Él nació en nuestro Comitán el 20 de agosto de 1918. Haber sido su alumno fue uno de mis más grandes privilegios.
Sé que esta fotografía te llamará la atención, porque los personajes están en un extremo de la cancha de básquetbol José Pantaleón Domínguez (donde actualmente está el Gimnasio Roberto Bonifaz Caballero). Ya hemos platicado que cuando se inauguró el actual gimnasio llevó el nombre de Rosario Castellanos, pero algunos paisanos hicieron notar la incongruencia de que un espacio deportivo llevara el nombre de alguien que no se distinguió precisamente por el deporte. Ahora sí que como dijera mi amigo Paco: qué va del pulso al culo. Así que las autoridades buscaron el nombre de alguien que hubiese dedicado su vida a la práctica del básquetbol y al fomento del mismo y se decidieron por el nombre del profesor Roberto Bonifaz Caballero. Claro, cuando la cancha se llamó Pantaleón Domínguez nadie se preguntó si don Panta había practicado el básquet, lo que sí se le reconoce al héroe comiteco es su participación en el Sitio de Puebla, combatiendo al ejército francés.
¿De qué año es la fotografía? No lo sé, pero algunos deportistas (bueno, en realidad, nuestro amigo Cuauhtémoc Alcázar) podrán darnos algunas pistas, porque ellos recordarán cómo era la entrada a la cancha, porque acá se ve a unos personajes con sombreros que están parados sobre las gradas de acceso. Yo (uf, con mi memoria pishcul) no recuerdo este acceso. En los años setenta ya tenía modificaciones.
Lo que sigue inmutable es el letrero del edificio de atrás. El mercado primero de mayo, construido en el año 1900 (algunos dicen que para celebrar el advenimiento del nuevo siglo) sigue incólume, eterno.
No alcanzo a distinguir los objetos que hay en el piso, pero cualquier persona puede colegir que es una serie de objetos que este grupo recaudó para, lo que se llama, alguna causa noble. Lo recaudado sería repartido entre gente necesitada. ¿Por qué el padre Carlos aparece en la foto? La respuesta es obvia, porque él, siempre dinámico, fue el encargado de promover la iniciativa. Te he contado que todo mundo reconoce que fue un gran líder.
Posdata: vos sabés que laboro en el prestigioso Colegio Mariano N. Ruiz, institución que el padre Carlos fundó en 1950. Mi vida ha estado ligada al colegio desde siempre, mi papá fue secretario de la institución, luego yo estudié la secundaria ahí y en el año 1981, después de haber estudiado en la UNAM (sin recibir el título) el maestro Jorge Gordillo Mandujano me dio la oportunidad de trabajar ahí, posteriormente el padre Carlos, ¡el padre Carlos!, me concedió el altísimo honor de nombrarme director del Colegio Mariano N. Ruiz. El padre Carlos fue un alumno agradecido, cuando fundó su colegio lo bautizó con el nombre de Mariano N. Ruiz, quien fue su maestro en la mítica escuela La Industrial.
¡Va puñito de confeti en memoria de mi gran maestro!
¡Tzatz Comitán!
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