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Perder la fe

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Sr. López

Tío Chelo (bautizado Consuelo, cosa sabida por poca gente), era un señor chaparrín de bigotito, que no terminó Primaria y trabajaba de “auxiliar administrativo” en el edificio central de la entonces Regencia del D.F. (era portero, pero eso tampoco lo sabía nadie; se oía mucho mejor “auxiliar administrativo”); tío Chelo cada Navidad organizaba con la familia del lado toluqueño (la materna), la compra de un billete entero de la Lotería Nacional, y cada año, ponía su cachito en el marco del cuadro del Sagrado Corazón, que tenía en su recámara y platicaba largo y tendido con su esposa y sus tres hijos, lo que iban a hacer con sus 625 mil pesotes (que eran 50 mil dólares, pero alcanzaban para muchísimo en aquél México ya para siempre ido). Y cada año, ya comprobado con todo cuidado que no se había sacado nada (una vez ganó reintegro y casi hace fiesta), suspiraba: -Será cuando Dios quiera –la fe no se le acabó nunca.

Leyendo la prensa de ayer, de repente sufrió este López lo que los entendidos del siglo pasado llamaban “déjà vu”. Sí, una intensa sensación de que los eventos del presente ya se han vivido en el pasado (San Google dice que se llama “paramnesia del reconocimiento”… o sea: quién sabe qué).

El refrendo en medios de comunicación impresos, de que al Pejesús ya no lo alcanza ningún candidato a la presidencia ni en un “Saturno V” (el cohete más poderoso de la NASA, el que aventaba las naves Apolo, las que llegaban hasta la Luna), provocó a este su texto servidor algo así como un instantáneo viaje al pasado. ¿Ya ganó otra vez?… ha de ser.

Huffington Post (edición del 6 de diciembre de 2016), publicó con la firma de Manuel Hernández Borbolla, un interesante artículo en el que menciona que la crisis de credibilidad de las encuestas es mundial (él dice global, pero se refiere al planeta, por eso es el globo terráqueo); abona su argumento con las pifias de las más rumbosas empresas encuestadoras de los EUA cuando la elección del Trump; de Colombia, cuando juraron que la ciudadanía iba a aprobar los acuerdos de paz con los guerrilleros de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia); y de la Gran Bretaña cuando informaron que la propuesta de salirse de la Unión Europea, iba a recibir el “No” ciudadano y resultó al revés (el Brexit).

Nos recuerda el señor Hernández Borbolla, que en 2016, Lorenzo Córdova, consejero presidente del Instituto Nacional Electoral (INE), declaró: “En las 12 contiendas para gobernador de este 2016, las casas encuestadoras fallaron por amplios márgenes en sus mediciones”… y que “(…) en el contexto de la democracia mexicana, la fiabilidad de las encuestas corre el riesgo de convertirse en un eventual factor de inestabilidad política y democrática”. (¿Corre el riesgo?: don Córdova es un optimista, qué duda cabe).

Para todos aquellos que piensan que las encuestas publicadas ameritan hacer como los que se salen del estadio, porque queda un minuto de tiempo de compensación y el marcador es 4-1, se les recuerda otra encuesta (“Resultados del estudio trimestral México: Política, Sociedad y Cambio de GEA–ISA”), publicada por Animal Político el 21 de marzo de este año del señor Pejesús:

Solo 34% de los tenochcas con credencial de elector, creen que el INE garantiza la imparcialidad en las próximas elecciones federales. El 44% no lo creen y el 22% dijo que no sabía (… mmm, ¿de veras no saben?). Un estruendoso 46% de alegres compañeros de ciudadanía cree que el Tribunal Electoral Federal (Trife), cumple bien con su chamba… o sea, los demás creen que no o no saben (y era de esperarse que la inmensa mayoría dijera: ¡Sí!, ¡sí confío!… cómo no).

No terminan ahí las buenas noticias: un escuálido 27% de votantes de esta risueña patria, cree que las elecciones del 1 de julio, serán limpias; de terror, peor que deber la tarjeta o a Telcel: arribita de la cuarta parte de los ciudadanos, “confía” en que los comicios serán a las derechas. Esto es una calificación de reprobado para nuestra democracia electoral, con foquitos de colores alrededor, prendiendo y apagando, como marquesina de cine de los de antes… y peor todavía: un ridículo el 19% de los encuestados piensa que los partidos políticos representan los intereses de la sociedad. ¡Jesucristo-aplaca-tu-ira!, como decía la abuela Virgen cuando temblaba.

Sin confianza en los partidos, que son el vehículo de la vida política nacional, ¿cómo es que funciona el país? Sin confianza en la rectitud de los procesos electorales, ¿cómo es que nuestras autoridades actúan con legitimidad, con algo de legitimidad? (y puede usted por su cuenta, seguir con las preguntas: ¿por qué pagamos impuestos… por qué respetamos el semáforo… por qué vamos a votar… por qué, cómo, de parte de quién?)

Así es, no lo decimos mucho, pero así somos y así funciona México. La autoridad por un lado, la ciudadanía por otro. Y unos, necesitando el apoyo de los otros, nomás hacemos como que sí, pero tantito, mientras nos conviene, para que no nos corten la luz, no nos ensarten una infracción, no nos multe Hacienda; para sacarle casa al Infonavit, para que operen en el Seguro a la suegra… pero a la hora de poner el pecho y comportarnos con valores cívicos… ¡ay, qué flojera, eso era antes!

Establecida la desconfianza en partidos, tribunales y elecciones, quedan pendientes otras preguntas: ¿en qué piensa el casi 60% que va a votar?… ¿de veras van tantos… será en lo único que no se nos miente en México?

En el mismo informe dicen que las preferencias electorales son: Peje, 27%; Anaya, 23%; Meade, 20%; no sabe por quién votar, el 28% (y el 2% que falta para cien, se pusieron a chiflar la Adelita o la que sea, pero no contestaron).

Repito: es un “déjà vu”. Es película muy vista… ¿no será un complot, no será que políticos y mapaches, han hecho todo para que el Pejeremías, crea otra vez que ya ganó, que es cuando más mete la pata?… no, es muy retorcido.

No importa, no se preocupe, igual no va a cumplir con irse a su rancho, el jamás va a perder la fe.

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