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Pa’ donde sople / La Feria

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Sr. López

Lo hemos comentado antes: en México a los que pertenecemos a la generación de los primeros años 50 del siglo pasado, se nos educaba con religión, refranes y nalgadas (aparte estaba lo que se aprendía en la escuela, claro).

 

La religión como se enseñaba en esa era del pricámbrico clásico, dejaba muy claro que Dios lo veía todo, que era nuestro Papá, nos quería muchísimo y había que portarse bien para que no se pudiera triste… y luego ya más grandecito se preguntaba uno (o no, este menda sí), cómo queriéndonos tanto, había hecho el infierno donde al que moría en falta se le aplicaban torturas tremendas por toda la eternidad (… pero “nos quería muchísimo”); y también le resultaba extraño que sabiéndolo todo, porque es Omnisciente, no hubiera puesto a San Miguel a montar guardia junto al árbol para entre otras cosas, ahorrarle a su Hijo Jesucristo, las molestias de venir a redimirnos… ¡y de esa manera! (que desde muy chiquito, cada Semana Santa, viendo las que pasaba Enrique Rambal en el “El Mártir del Calvario”, a la hora de la crucifixión hacía un coraje inmenso este López: al Llanero Solitario lo rescataba Toro; a Batman, Robin; al Santo, el Gori Guerrero… por qué Dios Padre no le echó la mano a su Hijo era algo que le parecía inexplicable, casi imperdonable)… pero eso de la religión es cosa de cada quien y con la edad va uno entendiendo cómo son las cosas (o eso cree).

 

De los refranes, parecía que los grandes tenían uno para cada circunstancia: “al que nace para tamal del Cielo le caen las hojas” (y su variante de la maceta y el pasillo); “el que con lobos anda, a aullar se enseña” (o “dime con quién andas y te diré quién eres”); y muchos más; pero los favoritos eran los que enaltecían la laboriosidad: “a Dios rogando y con el mazo dando” y “al que madruga Dios le ayuda”. En el caso de este junta palabras se sumaban los apotegmas que rinden culto al estudio: “el saber no ocupa lugar”; “si cuesta aprender, cuesta más no saber”; “la letra con sangre entra”; “más vale saber que dinero”… sí cómo no: cansado está este tenochca simplex de conocer gente que nunca estudió y el éxito social y la fortuna económica los han correteado toda su vida por el solo mérito de portar el apellido de don Fulanez, poderoso depredador de un sindicato; de don Zutanez, exgato de confianza de uno que fue Presidente del país, o Gobernador de su estado, o Secretario, o… tantos y tantos más de los que conforman el inabarcable estrato de los de arriba, hoy llamado “mirreinato”.

 

De las nalgadas no comento nada porque no había argumento válido y ya nalgueado, lo único que pensaba uno era que sí había refranes muy ciertos como el de “palo dado, ni Dios lo quita”. Cierto es que las nalgadas eran el último recurso, el equivalente doméstico a la “ultima ratio regnum” de Luis XIV, “le Roi Soleil”, el rey Sol de Francia (que eso mandó grabar en la boca de sus cañones: “último argumento del reino”, los cañonazos).

 

Viene a cuento por el escándalo que en nuestra prensa han causado los cachiporrazos aplicados en Cataluña con motivo del ilegal e ilegítimo, referéndum de independencia que cuatro listos intentaron el domingo pasado (bueno, tal vez cinco). De veras, pareciera que Cataluña siempre ha sido tema de conversación en México o que es tal la ignorancia sobre el tema que cierta prensa nomás considera de buen tono defender algo que creen es democrático y popular y en realidad, no tiene asidero. Es un gran cuento lo de la independencia de Cataluña, un gran cuento y peor: encubre intereses variopintos, entre otros, los de la burguesía franquista aun enquistada en ese país, junto con enormes pantanos de corrupción que ansía sustraerse a la sola posibilidad de enfrentar un tribunal madrileño. ¡Ah, la madrastra patria!

 

Pero, igual, suponga que anima la mejor de las intenciones a esos independentistas catalanes (que son minoría ya medida). Está bien. Ahora se le solicita, si para ello no tiene inconveniente, recuerde cuando los tejanos nos la aplicaron en 1836; dirá usted que no es lo mismo (es igualito)… pero, bueno, pasa, entonces recuerde cuando intentaron independizarse de México, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas (en 1840); y Yucatán, cuando incluía Campeche y Quintana Roo, que un tal Miguel Barbachano al que le caía en la punta del hígado Santa Anna, separó la península del resto del país de 1840 a 1848, pero como le reventó en las narices la Guerra de Castas (revuelta de indios mayas contra blancos y mestizos), antes de acabar todos colgados en sus respectivas ceibas, le pidieron apoyo a México que les contestó que con mucho gusto, nomás que se olvidaran de andar separándose del país… y como el miedo no anda en burro. Ya luego hicieron de la península tres estados, mejor. Y aunque Zacatecas no se independizó nunca, en 1835 sí desconoció al gobierno del país (nadita), pero el ejército fue a darles unas lecciones de civismo, se apaciguaron y para debilitarlos, preventivamente, les quitaron Aguascalientes (que era territorio de Zacatecas).

 

Claro que no faltará quien opine que eran cosas del siglo XIX mexicano, tiempos convulsos… bueno, en 2013, cuando el gobierno impuso el mismo IVA para todo el país, corrió como lumbre en las redes y alguna prensa, la idea promovida por unos mareados, de independizar Chihuahua y Baja California (hasta banderas diseñaron)… y no, fíjese que no. De ninguna manera.

 

Igual le pasó a Obama, en los EUA, que se le quisieron independizar ocho estados (Louisiana, Texas, Florida, Georgia, Tennessee, Alabama, Carolina del Norte y Carolina del Sur), y juntaron 350 mil firmas que le plantaron sobre su escritorio en 2013, pero de inmediato les respondió que no (y que se acordaran de la Guerra de Secesión, faltaba más).

 

Y en Canadá han lidiado hasta el hartazgo con los de Quebec que dicen que quieren ser país. Y, no, de ninguna manera, señores.

 

Como sea, acá, ha tomado partido nuestra prensa de agenda predeterminada y “mobile qual piuma al vento”… sí, al viento y pa’ donde sople.

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