Juan Carlos Cal y Mayor
El conteo de los segundos fatales llegó a su fin y la bomba esta activa. El Laissez faire, laissez passer, como política migratoria, esta evidenciado las consecuencias de miles de personas que vienen en caravana exigiendo visas temporales y de trabajo, que en realidad conceden patente de naturalización con un absoluto descontrol respecto de quienes entran y a donde van, desplazándose como Juan por su casa en la frontera sur y de ahí al resto del país.
El problema no es nuevo, lo sabemos. Pero se ha incrementado de manera notable ahora que el presidente Norteamericano Donald Trump, bajo el lema de “no pasarán” demuestra su firmeza en no tolerar bajo ninguna circunstancia el ingreso a su país de forma ilegal. De hecho se ha convertido en su principal oferta electoral y vaya que le ha dejado dividendos. Y no se trata sólo centroamericanos como algunos suponen: haitianos, africanos, cubanos tamborean o agreden las puertas de las oficinas de migración en Tapachula.
En tanto pululan por nuestra zona fronteriza y el centro de la ciudad ante los ojos perplejos de los Tapachultecos que ya se abstienen de circular por ciertas zonas de lo que antes era su ciudad. Ciertamente dependen en buena medida de la derrama comercial que genera la afluencia en la frontera, pero ahora ven con preocupación como pandillas de maras sientan sus reales y se apoderan paulatinamente de su entorno poniendo en riesgo su propia seguridad.
A decir de la Secretaria de Gobernación Olga Sánchez Cordero, se intensificará la vigilancia en la zona del Itsmo de Tehuantepec, lo cual resulta una noticia calamitosa para los estados del sur sureste del país. Nos convertiremos en la zona de amortiguamiento del éxodo migratorio. Decenas de miles se desplazaran en busca de trabajo y oportunidades. Pero no todos son esa pobre gente que huye de la miseria y la violencia en sus países. También hay bandas organizadas y no debe de extrañarnos el que se cometan paulatinamente diversos actos delictivos que de a poco iremos oyendo en las noticias.
El plan para reforzar la economía en la región centroamericana es una falacia. Tiene su antecedente en el Plan Puebla Panamá que de poco o nada sirvió en administraciones anteriores. Tampoco México anda tan sobrado en sus finanzas como para que le resulte popular andar de candil de la calle, habiendo tantos programas de apoyo que están costando mucho dinero al erario público. Mientras tanto administramos la crisis como una papa caliente en nuestras manos lo cual significará todo un reto para las propias autoridades que están siendo rebasadas ante este fenómeno. Algo más se tiene que hacer, pero no se ve por donde, ni para cuando.
