Home Columnas Sobre el Progreso de los vicios de Coleridge

Sobre el Progreso de los vicios de Coleridge

Sobre el Progreso de los vicios de Coleridge
0
0

Ofrezco una imitación de la primera parte del poema del poeta inglés:

Desastrosas aflicciones
más pensadas que entendidas,
del hondo y duro abismo de los dones
donde verdad y virtud son dividas.

Duras son las presunciones
de venturas productoras;
más de duro orgullo son sus condiciones,
que de ricas dignidades hacedoras.

Ya César, Bruto y Decio
vanas y locas esperanzas,
pena, bien y gloria tanta en un oficio
todo engaño fueron de sus enseñanzas.

Por manojos grandes seres
de un porvenir insostenible
a noble engaño vieron sus ayeres
el roto espejo de virtud imperceptible.

Es desatinado error
el comprar con la riqueza
pesadumbres infinitas e inmortales
que más loor son de vanidad que nobleza
si ya costumbre en sí es naturaleza.

Puede ser recriminada la libertad que tomo para elaborar una traducción, y poco cuidado tengo que una producción literaria sea más reprobada por no responder a un fin que sea demostrable por especímenes académicos, que por no tener una opinión consistente sobre alguna parte de la naturaleza humana. La estrofa final corresponde a unos vesos que Lope incluyó en “Más valeís, vos, Antonia, que la corte toda.” Me limitaré a exponer una serie de pensamientos derivados del poema: Creo que es imposible que un moralista no tenga cuando menos un detractor antes de abrir la boca; creo que es natural que un racionalista tenga más de un admirador antes de pronunciar una sola palabra. Para quienes la administración de la razón sea el ejercicio más disfrutable, se aficionarán a fabricar empresas en donde sus esfuerzos físicos sean abastecidos por la ociosidad y difícilmente obtendrán más asombro de objetos exteriores que de sus reflexiones personales.
No creo que nada sea más despreciable que la defensa de un sofisma; afortunadamente diariamente ponemos en práctica con nuestras habilidades extremadas de gracia y de razón miles de ideas que nunca han sido aprehendidas del todo por nuestro espíritu; de todos los males que pudiéramos considerar irreparables, no creo haya una más grande que la perturbación y el oscurecimiento que está condenada a sufrir un alma que ha apegado los fines más altos de su destino a la vindicación de un sofisma, y tampoco creo que exista un concepto que exceda a la vanidad como mejor hacedora de sofismas.
Johnson dijo en su “Preface on Shakespeare” que hay obras cuya excelencia no es absoluta y definida, y responde con más discreción a fines más graduales y comparativos. El beneficio de algunas obras cuyas causas no están delimitados por las comparaciones que naturalmente realizamos entre lo que sentimos inconveniente perseguir y lo que apreciamos como necesario poseer, nos pueden demostrar que es imposible velar en todo momento por nuestro favor, y nos dan una idea de lo ineficiente que pueden ser los principios científicos frente a las graduales y comparativas observaciones que nos proporciona la experiencia.

LEAVE YOUR COMMENT

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *