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Receta para el desastre / La Feria

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Sr. López

 

Ayer, muy presente tenga usted, Jesús Ramírez Cuevas, futuro coordinador de Comunicación Social del Presidente electo cuando ya esté en funciones en Palacio, durante el foro “Hacia una Agenda Legislativa en materia de Comunicación Pública”, realizado en la Cámara de Diputados, declaró que para ellos, los del próximo gobierno, prensa y periodistas “no son, ni los vemos como adversarios, sino como sus aliados”. ¡Fíu!, qué alivio, ¡andaba uno ya con un apuro!

 

Cuando le preguntaron sobre de la petición de la Comisión Iberoamericana de Derechos Humanos (CIDH) para evitar las descalificaciones a los medios de información, a pesar de la línea editorial que sigan, don Ramírez aclaró: “En otros países es pública la línea editorial de los medios, a qué intereses responden, simpatías. En México se ocultan como si no fueran partidarios de alguna idea o propósito o ciertos intereses”. ¡Eso, fuera máscaras! (como si fuera un secreto cuál línea editorial tienen Reforma y La Jornada, Milenio, Excelsior y El Universal, Televisa y Tv Azteca… todo un misterio…).

 

Ya en esas, el ya casi jefe de prensa del ya casi Presidente de México, hizo otra aclaración muy importante: el término prensa “fifí”, que usa AMLO, no es una ofensa, sino que se refiere al tipo de medio de comunicación que no sostiene una línea editorial. ¡Alabado sea el diccionario íntimo de Morena!

 

También dejó claro que “no habrá censura en los medios en el nuevo gobierno federal, sino por el contrario existirá la garantía del respeto a la libertad de expresión e información (…) y que deben “transparentarse los criterios con los cuales se establecen los convenios de publicidad. Nuestra propuesta es que no quede al arbitrio del gobierno en turno, sino a través de una ley”. (Citas del El Universal, nota de Suzzete Alcántara).

 

Está bien: la prensa es su aliada, la línea editorial se debe papalotear, no habrá censura, habrá una ley para asignar los convenios con la prensa (la “Ley del Chayote” o algo así, es cosa de buscarle), y “fifí” no es despectivo (desde ayer). ¡Uf!

 

O sea: todo bien, con la prensa, coser y cantar. ¡Qué bonito!

 

Ahora se le solicita a usted, estimado lector en humilde singular, si para ello no tiene inconveniente, dígase a sí mismo quién es el autor de las siguientes frases, afirmaciones y leperadas: prensa inmunda, “fifí”; reporteros “maiceados”; secuaces de la “mafia del poder”; “hampa del periodismo”…. ¿no sabe quién?… no se haga.

 

Si de veras no atina, le ayuda este su texto servidor: es el mismo señor al que no le pareció un artículo de Jesús Silva-Herzog Márquez, y le asestó un tuitazo que entre otras lindezas previas, termina con: “(…) Ni modo, son tiempos de enfrentar a la mafia del poder, a sus secuaces y articulistas conservadores con apariencia de liberales”; y como Enrique Krauze se lanzara al ruedo en favor de Silva Herzog, el caballero del AK-tuit, le disparó: “Tú también eres de aquellos profundamente conservadores y que simulan, con apariencia de liberales”…

 

¿Nada… frío, frío?… a ver, es el señor que el 25 de mayo pasado se jaloneó del rebozo con José Cárdenas, cuando al aire le preguntó si tenía una alianza con la maestra Elba Esther Gordillo, y le respondió que ya no siguiera calumniando (ya se imaginará la contestada de Cárdenas).

 

Mire, ahora sí va a saber de quién estamos hablando: es el señor que dijo: “A Meade le están haciendo campaña periodistas e intelectuales ‘fifís’, que hasta incienso le queman”; el mismo que aseguró: “El Financiero con su encuesta ‘cuchareada’ terminó de quitarse la máscara y se mostró como es realmente: un instrumento de Salinas y Calderón”. ¿Ya… tibio?… con esta, ya si no da, dese por vencido, es un político que organizó en 2006 un plantón en la avenida Reforma de la CdMx, en el que se exhibían listas de “periodistas traidores” al entonces candidato… ¡claro!: AMLO.

 

La buena noticia que ayer dio en la Cámara de Diputados, don Jesús Ramírez Cuevas, actual coordinador de Comunicación Social del Presidente electo (y próximo del gobierno que empieza este diciembre), aclarando que AMLO no ve en la prensa adversarios sino aliados, va a tener que darla en voz muy alta, porque fuera del país tienen la equivocada idea de que el señor del que él es vocero, es un poquitín intolerante. Mire si no esta nota del New York Times, titulada “Las caídas y el ascenso de Andrés Manuel López Obrador” (29 de junio de 2018, firmada por un tal Azam Ahmed):

 

“(…) Para otros, su temperamento arrogante y su sentido de destino son una receta para el desastre (habla de AMLO). Al referirse a los problemas de México, López Obrador a menudo divide el mundo en dos: los buenos contra la élite que le ha robado al país la igualdad y la justicia.

 

Su división entre lo bueno y lo malo se extiende a los críticos y las instituciones que él siente que no sirven a sus intereses. Muchos temen que su asumida autoridad moral lo pueda confrontar precisamente con las instituciones que debería proteger.

 

López Obrador se ha confrontado abiertamente con los medios en México, al acusarlos de corrupción y parcialidad. Y aunque los medios mexicanos han sobrevivido desde hace mucho tiempo gracias a los recursos gubernamentales, los cuales influyen claramente en la cobertura, su enojo es para muchos una señal de una característica preocupante: una incapacidad para recibir críticas.

 

De manera muy similar a Trump, López Obrador a menudo ataca a quienes lo cuestionan de manera personal, y pública, y es un maestro en poner apodos”.

 

El Presidente de México, cualquier Presidente de México se tiene que cuidar igual de la prensa extranjera que de la nacional. El que dude, que consulte el pavoroso caso de Peña Nieto: los peores y más desalmados golpes le llegaron desde Washington, Nueva York, Londres, Madrid y París. En estos tiempos la prensa es global, caballeros, global.

 

Lo bueno es que desde ayer, ya sabemos que no. Todo han sido malentendidos y no, no estamos ante alguien que domina la receta para el desastre.

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