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“Rara lex, sed lex” / La Feria

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Sr. López

Usted se ha de acordar (seguro) que por ahí de septiembre del 2014 comentamos el escándalo mundial que se armó por la severidad de las penas que impone la ley en China, que reparte condenas a muerte como incapacidades el IMSS.

 

En ese caso no fueron penas capitales las que provocaron la ira de la prensa internacional, sino tres sentencias de cárcel publicadas en la nota policíaca de la prensa china (como se trata de un régimen comunista, nótese la finura de no llamarla “nota roja”): a un tal Yilipan Yilihamu (YY, por obvias razones), de 19 años de edad, le obsequiaron 15 años de prisión por picar con un alfiler la nalga de una mujer (que así se llama, la nalga, que de la mujer no se dijo el nombre); a otro caballero, Muhutaerjiang Turdi (MT), le prescribieron 10 años a la sombra, por la misma falta (en distinta nalga y dama); y a una mujer, Aimannisha Guli (AG), solo siete años de cárcel, por la misma punzante acción, en un tercer elemento nalgar (¿algún día la antropología nos explicará el origen de tan bobo cuan ofensivo delito en China?… ¿será cultural?, se pregunta el Presidente).

 

Ignora este menda, las finuras del derecho en la China comunista; la notoria diferencia de las condenas puede deberse a que YY sea malísimo picando, a que MT desinfectara previamente el alfiler, o que la AG, por ser mujer, ofendió menos a la agredida (no es lo mimo piquete de macho que de dama, no es lo mismo); pero igual, por un pinchazo (con alfiler), echarse siete, 10 ó 15 años en prisión, se antoja muy severo… tal vez allá la nalga sea sagrada (como aquí, aunque por otras razones), o que las agujas hayan sido de tejer bufandas (la nota no lo aclaraba).

 

Con ese criterio, imagine las penas que recetarían los jueces chinos en México, por ejemplo, a los que hacen pozole de humano, a los narcos que decapitan competidores comerciales, para ni ilusionarse con que una brigada de jueces chinos viniera un ratito por acá a despachar pederastas, violadores, secuestradores, vendedores de droga en las escuelas y a lo más selecto del escuadrón nacional de corruptos (el código penal chino ordena pena de muerte a los funcionarios corruptos; también a empresarios: el 23 de mayo de 2014, Notimex informó de la ejecución del magnate de la minería Liu Han -que aparecía en la lista de Forbes, ya no-, y de su hermano Liu Wei; y se escabecharon a cuatro banqueros, según informó la Agencia EFE el 17 de septiembre de 2004, uno de ellos por un fraude de 10.3 millones de dólares y otro por 2.4 mdd, que son cifras de criadas para el criterio de nuestros banqueros).

 

En cambio en nuestra risueña patria, aparte de que a los criminales más correosos, banqueros defraudadores y funcionarios podridos (los que sean así, que por supuesto hay decentes), les toca una extraña versión del concepto de justicia, por ejemplo el Fobaproa (del que nunca se aclaró qué eran deudas impagables y qué eran fraudes imperdonables), significó que nuestros banqueros se desentendieran de casi 413 mil millones de pesos -en 1999-, que estamos pagando entre todos, muy seriecitos y sin malos modos; o que al Chapo Guzmán, solo se le hayan decomisado cuatro armas, siete cargadores, una granada, 143 balas, tres joyas y cuatro “objetos” (informe de la PGR publicado por Milenio Diario el 18 de octubre de 2015; los “objetos” son una laptop y tres celulares).

 

No sugiere este su texto servidor que se instaure para siempre un régimen penal como el chino, pero por una temporadita no estaría mal y solo para el combate a la corrupción en todas sus variantes, podría ser un programa temporal (de esos que tanto gustan a nuestras autoridades), aplicable únicamente a los mandos superiores gubernamentales; se podría llamar: “Programa Orgánico para la Renovación y Organización Jurídica Especial de los Trabajadores del Estado Superiores” (el POROJETES, ya ve cómo les gusta llamar a las cosas por sus siglas), programa acompañado por otro que castigue la ineficacia culpable de estas pandillas de cínicos que reciben sueldos y prestaciones dignas de maharajás; ese podría ser el “Programa Ordinario de Reprensión de Planes Equivocados y Nocivos que Difieren o Entorpecen el Justo Orden Social” (el PP, porque a la gente también le da por simplificar, o arme usted con las siglas lo que salga). Nomás con eso: ¡a pisar quedito señores!

 

Nos está haciendo falta ponernos en plan chino. Si por un piquete en una nalga, YY se va a quedar viendo la pared de una celda 15 años, imagínense lo que le hubiera tocado al inolvidable Paco Gil por el saqueo en Aduanas, al tiazo Arturo Montiel por sus “distracciones” con el erario y a tantos y tantos más de nuestros gobernantes de todos colores, sin olvidar al numeroso grupo de pillos que bajo el cobijo de don Chente Fox y mi general Calderón, se enriquecieron obscenamente (a don Fox sólo le bastaría la aplicación del PP, sin necesidad de juicio, su caso es evidente; pero hay varios funcionarios y exfuncionarios a los que les tocan los dos programas, siete piras y que su nombre se borre del Registro Civil).

 

Lo que no hacen las autoridades de China es cerrar bancos o empresas. A los culpables de corrupción los fusilan. Punto.

 

Lo comento por la extraña decisión el gobierno de Puebla de cerrar la empresa Cabify, anunciada ayer por el secretario General de Gobierno, Diódoro Carrasco Altamirano, “(…) debido a las irregularidades en sus protocolos”, a resultas del secuestro, violación y feminicidio cometidos por uno de los choferes “asociado” a la Cabify; y no le bastó con eso a la poblana autoridad, sino que además, se clausuró el antro El Bronx, en Cholula, del que la joven salió la madrugada del 8 de septiembre para luego abordar el vehículo de Cabify conducido por Ricardo Alexis ‘‘N’’ (nota de La Jornada de ayer)… o sea, con ese criterio, debería haberse clausurado la orden de Los Legionarios de Cristo y algunos seminarios en los que han sucedido cosas un poco (muy) feas, por las evidentes fallas de sus “protocolos”. “Rara lex sed lex”.

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