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QUIERO CREER

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¡Qué extraños son los caminos del señor! Yo no sé si fue una manera de prepararlos, de pedirles que lo soltaran cuando llegara el momento. Intento explicarme las coincidencias, el sueño, las lecturas en que se ocupaba.

Mi sobrino Luis Armando fue asesinado, pero un día antes le envió mensajes a su novia Karen contándole un sueño que quedó registrado en su celular: “Soñé feo y bueno a la vez. Soñé que estabamos casados y que tenía una empresa grande de construcción”…

Y le narró que contrató a una mujer que desde el principio comenzó a seducirlo y Karen se dio cuenta por lo que le pidió que la despidiera. Se pelearon por eso. Ante el reclamo de que si se había enamorado de ella, él le dijo: “todo tiene un motivo”.

La razón por la que la contraté es porque ella no existe, le explicó. “Es un ángel que vino por mí. Y ese día comencé a despedirme de ti y de un momento a otro desaparecí”. Así concluyó sus mensajes del día anterior a su muerte.

* * * * *

Sus padres están despedazados, y sufrimos con ellos. Se hacen mil preguntas sobre la crianza que le dieron: era un hijo consentido, el que aprendió a manejar automóvil muy joven en el pueblo del abuelo Adalberto, el que también manejó moto siendo aún un niño. Como su padre, era adelantado para conducir todo tipo de vehículos. Era, en su forma de ser, muy parecido a mi hermano.

Días despues de la muerte de su hijo, mi cuñada acompañó a mi hermano a una diligencia. Tomó un libro que su hijo leía y que le había obsequiado el padre de su novia Karen. El escrito se titula “El esclavo” y es de la autoría de Anand Dílvar. El texto es una conversación interior.

Para distraer el tiempo, mi cuñada Zoraida comenzó a hojear el libro, a leer los subrayados que había hecho su vástago y reparó que una hoja estaba doblada. Evidentemente a su hijo le había interesado esa parte. El libro dice:

“Queridos papá y mamá: Les escribo esta carta en el momento de mi muerte para despedirme y para agradecer todas las bendiciones con las que llenaron mi vida.

Comprendo ahora que todo lo que hicieron por mi, lo hicieron por amor. Que a pesar de todos los errores que cometí y de los malos momentos que les hice pasar por mi ignorancia, ustedes siempre estuvieron dispuestos a ayudarme. Me doy cuenta de que siempre actuaron con las mejores intenciones y que hicieron lo mejor que pudieron.

Comprendo ahora que ustedes tenían una historia de alegrías y tristezas, que también tenían heridas y miedos como todos nosotros, y que actuaban siempre siguiendo lo que creían era mejor para todos. Quiero pedirles perdón por culparlos por lo que marchaba mal en mi vida, y admito en este momento que yo fui el único responsable de mis actos. Fui libre para elegir mi destino y mis propias acciones me trajeron a la situación en la que me encuentro.

Quiero pedirles perdón por juzgarlos y por concentrarme muchas veces en sus debilidades y defectos, sé ahora que no tenía ningún derecho de hacerlo, ya que nadie sabe lo que es estar en sus zapatos, y ahora entiendo que es un error querer cambiar a los demás y que podemos aceptarlos tal y como son.

Espero que entiendan algún día que me siento orgulloso de haber sido su hijo, y que si se me hubiera dado la oportunidad de escoger a mis padres, los hubiese escogido a ustedes.

Me siento muy triste por la pena que les he causado. Estoy seguro que su amor les dará la fuerza para salir adelante de esta situación y de todas las situaciones difíciles que les presente la vida.

Mamá y papá, muchas gracias por su amor y sus cuidados. Gracias por su paciencia y sus enseñanzas. Gracias por haberme dado la vida.

Los quiero.

Atentamente, su hijo.”

* * * * *

Quiero creer que fue una manera de preparar a su novia y a sus padres, quiero creer que quería, ante el profundo dolor que les causaría, pedirles que lo soltaran, que no cargaran con la pena por mucho tiempo. Era un adiós, una disculpa y un ruego: sobrepónganse. Y yo ya no puedo escribir más porque las lagrimas no me dejan ver el teclado.

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