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Playas Limpias / A Estribor

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Juan Carlos Cal y Mayor

El pasado domingo de semana santa acompañé gustoso a mis hijos que fueron invitados por jóvenes voluntarios al cierre de la campaña de limpieza en Puerto Arista que todos los años -desde hace diez- realiza Zoé Robledo para limpiar las playas de la costa chiapaneca. Les pidieron componer una canción con ese propósito y al final del evento participaron interpretándola. Comparten la iniciativa, lo mismo que yo y no dudaron en apoyarla.

CREAR CONCIENCIA

A mis hijos, como la mayoría de los jóvenes, les preocupa el medio ambiente. Entienden claramente que no hay otro planeta y que tenemos que salvar al nuestro de los efectos nocivos que produce la contaminación. Tienen claro que muchos de los desechos que producimos no son biodegradables y permanecen acumulándose no solo en los mares o ríos sino donde quiera que son desechados por los seres humanos.

Se trata, se intenta, crear conciencia, pero los resultados no son prometedores. Todos los años sucede lo mismo y a mi juicio no se vale que unos vayan tirando sus desperdicios donde les da la gana mientras otros los recogen en sus narices. Lo ideal, lo educado, sería que, aunque no existieran los depósitos suficientes que cada quien recogiera su propia basura. Para los japoneses es “algo natural” recoger la basura del lugar en el que has estado. Esta idea se inculca en ellos desde la infancia, cuando se les enseña a limpiar en casa y durante la educación obligatoria en la primaria y secundaria. ¿Somos acaso una sociedad tan primitiva como para no poder emular ese tipo de conductas? Me resisto a aceptarlo.

SÍ SE PUEDE

¿Qué es entonces lo que no les han enseñado en sus hogares o sus escuelas? Es ahí por donde debemos empezar, aunque no es la única manera. En Singapur donde hasta hace pocas décadas el paisaje contaminado era similar al de muchos países asiáticos, arrojar basura a la calle implica una multa de 588 dólares ($10,500.00 pesos mexicanos) para el que lo hace por primera vez y 1176 (el doble) para el infractor recurrente y al que también se le podrá obligar a realizar un trabajo de limpieza en un lugar público. Dejar las heces del perro en la calle, sin colocarlos en una bolsita, está penalizado con una multa de hasta 2941 dólares. No apretar el botón de la cisterna en un baño público, 88 la primera vez, 294 la segunda y 588 de la tercera en adelante. El resultado ha sido impecable. Singapur es hoy un país donde la limpieza es un hábito permanente. El gran problema es que en nuestro país aplicar este tipo de sanciones seria visto como un abuso de la autoridad.

SOLUCIONES PRÁCTICAS

Debo compartir que cuando fui secretario de Turismo por allá del 2009 busqué y propuse una solución más práctica. Me costó un triunfo convencer que para la limpieza del Cañón del Sumidero se adquirieran equipos especiales que ya se fabrican con ese propósito. Una embarcación llamada “Trash Skimmer”, una especie de trascabo acuático, que puede recoger con unos pocos operadores unas 40 toneladas por día. Desconozco si ahora sigue siendo utilizada. Lo que escuche es que la limpieza se sigue haciendo como siempre con el apoyo de las cooperativas. Para el caso de las playas propuse y no he dejado de insistir en el tema unos equipos llamados “Beach Cleaner”, mismos que ya se utilizan en muchas playas del mundo incluso en nuestro país. No se trata de equipos caros como para que el gobierno no los pueda adquirir. Por ahí no faltan los oportunistas de siempre que quieren sacar raja y obtener ganancias desproporcionadas razón por la que luego se rehúsan a adquirirlas.

Lo cierto es que debemos insistir en crear conciencia, mantener este tipo de campañas, involucrar a los ciudadanos hasta que no sea necesario que unos pocos responsables tengan que poner el ejemplo. Valorar la posibilidad de sancionar efectivamente a quienes no tiren la basura en su lugar y adquirir estos equipos con la responsabilidad de operarlos adecuadamente. El gobierno por lo regular es pésimo para darles mantenimiento. La gente no cuida lo que no le pertenece.

YA BASTA

A mí, me parece que ya basta, de seguir consecuentando el que seamos incapaces como sociedad de dejar de contaminar a un estado como el nuestro que es poseedor del 60% de la biodiversidad del país que es a su vez el 5to país más megadiverso del planeta. Tenemos el 35% del agua dulce del país, pero casi todos nuestros ríos están contaminados. Por esa razón se padecen altos índices de enfermedades infecciosas intestinales. Peleamos por mantener los árboles en nuestra ciudad, mientras permanecemos ajenos a la depredación de miles de hectáreas de las selvas y bosques. No quiero eso para mis hijos, ni creo que tú estimado lector, lo quieras tampoco para los tuyos.

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