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Ni modo / La Feria

Ni modo / La Feria
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Sr. López

 

eL tío Daniel tenía en 1986 un Chevrolet 48. Daba lástima: parches y remiendos en toda la carrocería, pintado a brocha por él mismo, los asientos forrados con tela para cortinas, el parabrisas de vidrio para ventanas con mastique, y el motor -cuando funcionaba-, consumía en un día más gasolina que un crucero San Francisco-Tierra del Fuego. Más avaro que pobretón, se resistía a cambiarlo: -“Con lo caro que está todo… y todavía sirve… en cuanto tenga un dinerito, le doy una buena arreglada”. Languidecía el coche frente a su casa, cayéndose a pedazos, dormitorio de gatos y criadero de alimañas. Feo.

 

Nuestra clase política insiste arreglar todo con babas orales o escritas (cambio de estatutos de sus partidos, reformas estructurales, discursos y declaraciones). Insisten por supuesto en seguir parchando la Constitución, en legislar más, calibrar una esprea, asentar una válvula, repintar un guardafangos, cuando la república requiere recomenzar, refundarse. De nada vale seguir con un modelo agotado, mal administrado, diseñado para controlar los asuntos nacionales, la conservación de privilegios, garante de impunidades. Mal.

 

Están queriendo que funcione el país con el manual de instrucciones que se redactó en 1917, en otras circunstancias, para un México que ya no existe, que estaba en plena guerra civil, sin partidos políticos, con la quinta parte de la población actual, para otros problemas, hoy inexistentes.

 

Desde Zedillo, la mediocridad se ha adueñado de la presidencia de la república. Él, Fox, Calderón y Peña Nieto, no comprendieron -ni podían comprender-, que después del serio intento (mal intencionado), de Salinas, de implantar un nuevo modelo cuya culminación era la integración formal de México a la economía de los EUA (el TLC como paso inicial y las reformas laboral, energética y de salud, como cereza del pastel), la creación de un nuevo partido todopoderoso (con su propia clase política y una nueva clase empresarial), para el que hasta nombre tenían (Solidaridad), y una drástica modificación de la Constitución que permitiría la reelección presidencial (razón de la imposición de Colosio, primero, contando con Serra Puche y Emilio Lozoya, como leales relevos, para preparar el retorno triunfal de un Salinas apenas sesentón)… pero era boxeo de sombra, batalla en un mapa, política ficción, fantasía. La realidad es muy canija y todo se le derrumbó (asesinato de Colosio y estallamiento de la “guerra” del EZLN).

 

El imperio del capital global ya tenía lo que quería y procedió a la demolición del salinismo con su hermano Raúl como rehén (preso); su hermana Adriana amenazada con lo mismo; encarcelado uno de sus principales operadores financieros (Espinoza Villarreal); y el ajuste implacable de cuentas por cosas de manejos financieros raros, que fue por lo que asesinaron a su hermano menor, Enrique. Y todo para asegurar el nuevo “status quo”.

 

¿A qué horas se va a dar cuenta Peña Nieto de la similitud entre él y Salinas?… este humilde tecladista se lo dijo despacito y de buen modo, en ‘La Feria’ del día siguiente a la firma de las leyes secundarias que pusieron a funcionar la reforma energética: cuídese don Peña, ya dio el palmito, recuerde la historia de Salinas… pero no hacen caso.

 

 

En el 2000, vino Fox,  el “cambio”, que fue cambio de actores con el mismo “sketch”, el mismo producto con diferente envase: las mismas castas, los mismos vicios, cohabitación con los de antes (de izquierda, derecha, centro y de todos colores), que jugaron y juegan, el papel de comparsas, sabiendo asegurada su cuota de poder y del erario, su porción de iniquidades, que les son tan queridas a la cleptocracia  mexicana.

 

Y ahora estamos peor que antes, con el Poder Ejecutivo manejado frívolamente por gente de pena ajena, que de plano no entendió antes, ni hoy, qué está haciendo en Los Pinos, cuál es su rol… y nuestra vida pública es una obra bufa con el Julión amenizando.

 

Por eso, por su miopía para la cosa pública, por sus ambiciones estrechas y personalísimas, el poder se ejerce descuidando la inversión pública (socavón de telón de fondo), la educación (con el Nuño Artillero), y no todo lo demás, pero sí mucho más.

 

Ahora, la política electorera, en su versión más rascuache, teñirá el triste fin de este triste sexenio. Y a los aprendices de brujo, los persiguen las escobas.

 

Por eso estos últimos cambios a los estatutos del neoPRI peñanietista: abrir la posibilidad de que el candidato a la presidencia de la república no sea priista, no es sino prueba de que están a las órdenes de no se sabe quién (y desesperados por parar al Pejehová). Lo malo es que uno de los resultados de haber pulverizado al PRD y puesto al PAN en fermentación, Anayita mediante… lo malo de haber permitido todo abuso de todo amiguete y politiquito estatal… lo malo es que le pavimentaron el camino al tan temido Pejeremías, ese que tratan, tienen que frenar, a cualquier precio, aunque quedara de Presidente Jared Kushner; total, lo nacionalizan mañana, lo inscriben al neoPRI peñanietista, le enseñan algo de español y ¡listo!… o qué ¿es usted racista?

 

Pobre don Peña, no entiende nada. Desapareció al PRI y cree que comanda una fuerza política que hoy es un caldero de pasiones y rencores. Él va a imponer candidato, sí, y los priístas lo pueden hacer perder, como hundieron a Roberto Madrazo.

 

Perdió a su partido cuando lo deshizo en la XXI Asamblea General de marzo de 2013. Lo volvió a perder cuando puso al frente de su esperpento a Ochoa Reza, quien apenas en octubre del 2010, negó militar en el PRI, porque aspiraba a ser consejero del entonces IFE.

 

Más de lo mismo estaría mal. Más de “todos ponen”, es imposible.

 

Y lo triste es que en este país hay gente de primera calidad, sobrada, para reencontrar el rumbo y llamar a los mejores y solos a esos, a hacer simplemente lo correcto: gobernar con decencia y para todos, en bien de la gente. Lo difícil es conseguir que de repente, la Tumbahombres o la Rompecatres, se rediman: así es su modo y ni modo.

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