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Los platos rotos / La Feria

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Sr. López 

Tía Martina, de las de Autlán, era una mujer de pelo en pecho, que enviudó joven, quedó con una bebita y salió adelante ordeñando ella sola 40 vacas. Macha, macha. Años después, cuando se casó su hija, le regaló el viaje de bodas a Veracruz (era otro México), y a su regreso la notó rara; como la tía no necesitaba que se las deletrearan, se encerró con ella y en menos de cinco minutos, supo que había regresado como se marchó y revólver en mano encaró al flamante marido: -Se larga o lo mato –se largó, claro, y cuando alguien dijo a la tía que se había precipitado, contestó: -Mi niña está mejor sola que con uno que no le cumpla, ya habrá quién sí –y hubo, bien, siete hijos. 

Pudo parecer poco pero era mucho. El entonces candidato a la presidencia, ofrecía erradicar la corrupción y restaurar la seguridad pública, ambas cosas como cimiento de la Cuarta Transformación. Lo primero desde su primer día de gobierno y lo segundo en seis meses. A eso se comprometió. 

Por supuesto se comprometió a más cosas, pero esas dos eran (son, siguen siendo), las más destacadas. Con todo y su escala de horror, la pobreza, la carencia de educación de calidad y servicios de salud, pasan a segundo plano ante lo obvio: nada es posible si el cementante de las estructuras del poder público es la corrupción, ni si la vida cotidiana es vulnerable al libre actuar de la delincuencia organizada. 

Debe advertirse que al decir ‘corrupción’ se piensa casi siempre en el funcionario ladrón, cuando ‘corrupción’ es todo aquello que altera o trastoca el orden legal y que acabar con la corrupción no significa que todos los funcionarios públicos sean santos, no, eso no existe en este planeta, pero sí es exigible que la corrupción no sea institucional, ni un ingrediente normalizado en las relaciones entre empresas y gobierno. 

Ahora, a menos de seis meses de cumplir cuatro años el sexenio, es inocultable que ambas cuestiones forman parte de la pila de asuntos pendientes de esta administración. 

La prestigiada y poderosa organización Proyecto de Justicia Mundial (World Justice Project, WJP), en su informe de octubre pasado reportó deterioro de nuestra situación y señala que atajar la corrupción ES el mayor reto para México y nos coloca en el pésimo lugar 135 de entre 139 países del mundo, solo arriba de El Congo, Camboya, Camerún y Uganda… así dicen que estamos, peor, y no remite la corrupción ondeando el pañuelo blanco presidencial. 

Y respecto de la seguridad, la WJP nos colocó en su rubro Orden y Seguridad, en el lugar 130 de los 139 países que evalúa… pésimo. 

Por supuesto la WJP no es infalible y habría que contrastar sus informes con los de nuestras autoridades. Pero por más matices que se deban hacer, no se puede sostener que en estos tres años y medio de transformación nacional, nos hayamos transformado, ni que ya no hay corrupción ni que la inseguridad ha disminuido. No. 

El propio Presidente el 21 de abril del año pasado dijo: “No puede haber desarrollo, crecimiento económico, bienestar material, progreso, si no hay paz en nuestro país, si no tenemos garantizada la seguridad pública, el que no haya violencia, qué no haya confrontaciones”. Bueno, no hay paz, no hay seguridad pública. Él puso la vara así de alto. 

Ante la realidad estremecedora de la situación real en el país, resulta interesante que el Presidente de nuestro país, se ocupe en andar ofreciendo en abonos el avión presidencial al gobierno de Argentina; en defender a Cuba, Nicaragua y Venezuela de la peladez de Joe Biden que no los invitó a su fiesta; en darle consejos a los partidos de oposición para que se opongan bien; en calificar periodistas y medios de comunicación de México y del mundo; en mandarle recados léperos a legisladores de los EU; en opinar de las elecciones en Colombia; en explicar la diferencia metafísica entre ‘tapado’ y ‘corcholata’; en justificar a quien saluda y a quien no… y como lo que hace la mano, hace la tras, doña Sheinbaum muy preocupada por los pulmones de sus gobernados, prohibió fumar al aire libre en el Zócalo de la CdMx y alrededores… la patria se lo agradecerá. 

Así las cosas, la Agencia Espacial Europea publicó ayer jueves que gracias a imágenes registradas por dos satélites, se descubrió una fuga masiva de miles de toneladas de gas metano en diciembre pasado, desde una plataforma petrolera de Pemex en el Golfo de México. 

Ese gas explicó la Agencia Espacial Europea, es invisible e inodoro, pero mucho más dañino para el medio ambiente que el dióxido de carbono. La fuga fue entre el 8 y el 27 de diciembre y se calcula en cerca de 3.4 millones de toneladas, equivalentes al 3% del CO2 anual de todo el país (sin contar el humo de tabaco en el Zócalo, eso es aparte). Los investigadores concluyeron que la fuga de Pemex en el Golfo de México pudo deberse fallos de funcionamiento o problemas con los equipos (pues claro, ni modo que a propósito). El metano permanece en la atmósfera “nada más” diez años… ¡ah, bueno! 

La agencia de noticias Reuters, difundió la información y solicitó comentarios a Pemex y a la Secretaría de Energía, sin obtener respuesta y ocultar información sobre algo grave del medio ambiente es un género de corrupción. 

Y mientras, nuestro Presidente calificando al presidente Biden, como “un hombre bueno, pero está sometido a fuertes presiones de los republicanos extremistas y sobre todo de algunos dirigentes”, ¡vaya!, cualquiera en el lugar de don Biden se ofendería porque en política “bueno” rima con azulejo. 

Los hombres de Estado no son ni buenos ni malos, son hombres de Estado y hacen lo que conviene a sus países. Ya sabremos de qué tamaño es la reacción de los EU, no podemos pedir vacunas regaladas y que nos las regalen, para luego ponernos dignos en pleito ajeno y menos para calificar a sus actores políticos. 

Ya sabemos que la 4T no va a cumplir sus dos principales compromisos. No hace falta que nos distraigan con un pleito tan disparejo porque ellos se van y el país se queda a pagar los platos rotos.

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