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Linchamiento / La Feria

Linchamiento / La Feria
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Sr. López La prima Pita (Guadalupe), era del lado materno, los de Toluca, rama en que las señoras eran católicas de espantar a Torquemada. No se sabe a quién salió Pita porque salió guapa de cortar el hipo y muy inquieta. Su mamá, tía Pepina (Josefina), era esclava del qué dirán y un día llegó a sus castísimos oídos el rumor de que su hija no había estado en el retiro espiritual del padre Rafael (un santo jesuita al que veneraban las señoras de la familia), desconociéndose dónde estuvo esos siete días (seis noches), ni haciendo qué (las seisnoches). La tía armó la Marimorena y entre llantos y sollozos, reclamos y regaños, puso verde a Pita, rogándole que entendiera que si no era ‘señorita’, la esperaba una vida más triste que la de Fantine (la mamá de Cosette, de ‘Los Miserables’). La prima, iluminada por Espíritu Santo, fue al librero, tomó el diccionario y leyó a su mamá en voz alta la definición de ‘señorita’ (‘tratamiento de cortesía aplicado a la mujer soltera’), que no alude en absoluto a la integridad de ninguna parte del cuerpo humano (femenino): -Mamá, a ver si entiendes: soy soltera, soy señorita –y asombrosamente, tía Pepina se tranquilizó, mucho, y ya nada más le dijo que fuera discreta. Y discreta fue. En sentido inverso, probablemente nadie imaginó nunca que en México acabaría siendo urgente definir qué es la corrupción. Sí, con la rancia tradición y amplia experiencia que tenemos en la materia, quién iba a pensar que un día iba a ser obvio que lo primero, primero, iba a ser explicar a los responsables de cumplir y hacer cumplir las leyes, qué es la corrupción, qué es ser corrupto. Nuestro Presidente de la república en algunos temas dice sin ambages que ‘tiene otros datos’ y sobrecoge darse cuenta que sobre la corrupción, tiene otra idea, una muy peculiar. Si no se atreve ninguno de sus cercanos a comentarle esto, déjenle en el baño esta ‘Feria’… total, en un descuido le echa una leída (luego le dará buen uso, seguro). Él es corrupto, sí damas y caballeros, doncellas y donceles, no se alteren ni enfurezcan, eso es y lo es públicamente, porque se puede ser corrupto sin ser ladrón. Corrupción es según el diccionario de nuestro idioma: “1. f. Acción y efecto de corromper o corromperse. (2.). 3. f. Vicio o abuso introducido en las cosas no materiales. Corrupción de costumbres, de voces. 4. f. En las organizaciones, especialmente en las públicas, práctica consistente en la utilización de las funciones y medios de aquellas en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores”. Y en el ‘de otra índole’, entra el transgredir las normas legales y los principios éticos. Con la pena. Cuando vemos a nuestro Presidente, desde antes de serlo, convocar a una ‘consulta popular’ sin sustento legal ninguno, cuando delante de nuestras narices, decide la cancelación de la mayor obra de infraestructura de muchos años (el aeropuerto de Texcoco, el NAIM), con fundamento en los sospechosos resultados de esa ilegal ‘consulta popular’, estamos siendo testigos todos, los 130 y pico millones de resignados tenochcas simplex, de un acto de corrupción de las leyes aplicables a contratos públicos. Eso es corrupción, aunque nadie se haya robado un peso. Se corrompe el marco legal del país y eso es mucho peor que un ratero rascándole a los caudales del erario. Cuando nuestro Presidente decide por sus puras pistolas concentrar todas las compras y contrataciones del gobierno federal en la Oficialía Mayor de la Secretaría de Hacienda, otra vez estamos ante la ley hecha charamusca. Otro acto de corrupción. Cuando un promedio del 74% de las compras y contrataciones del gobierno federal se hacen por asignación directa, es otra acción de corrupción, aunque no haya ningún interés, ni una paleta Mimí de soborno al que otorga los contratos o pedidos. Se viola la ley: es corrupción, es corromper al Estado. Cuando el Presidente nos hace saber que fue SU decisión liberar al Chapito, es groseramente obvio que violó la ley. Es corrupto quien tuerce la ley. Y hay otros ejemplos de esa tersa modalidad de corrupción: la orden de descontar parte de su salario a los mandos superiores de la burocracia federal (previa firma de carta de solicitud de descuento por supuesto), viola la ley, es casi extorsión (a ver quién se queda sin chamba, por no firmar la cartita); la mayoría absoluta del partido Morena en la Cámara de Diputados, gracias al chapulín partido Verde (coaligado con el PRI en las elecciones y a las órdenes de Morena en la Cámara), es corromper la ley electoral, hacerse con maña de una sobrerrepresentación; proponer que la persecución de probables delitos cometidos por expresidentes sea mediante ‘consulta popular’ es bailarse el jarabe mixteco sobre las leyes… todo es podrir la ley y lo que está en putrefacción está corrompido. También lo que se hace en el caso Lozoya hule raro, a pasado, medio podrido. El Presidente insiste en poner en riesgo la investigación y juicio del supuesto probable responsable o ‘testigo colaborador’ (algún día sabremos en calidad de qué lo treparon al avión en que se contagió de anemia): no deja de opinar sobre un asunto que es de la exclusiva responsabilidad de la Fiscalía y el Poder Judicial, evidenciando que por lo que a él toca, para eso lo quería acá, para tener un discurso fresco, lo más alejado que se pueda de la pandemia y la terrible crisis económica que no atiende, no va a atender. Y este viernes pasado desde Oaxaca, dijo: “(…) que se busque un modo, que permita, sin violar el debido proceso, informar al pueblo, para que la gente conozca toda la verdad (…) que se llame a declarar a todos los implicados y que se limpie por completo, de corrupción el país y no sólo que se castigue a responsables, sino lo que he venido diciendo, que se denuncie públicamente a los involucrados”. ¡Áchis!… ¿denuncia pública de los que no son responsables?… o sea: ¿a los inocentes exhibirlos?… ¡recórcholis! (por no escribir procacidades), eso es ilegal, es corrupto llamar al linchamiento.

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