
Guillermo Ochoa-Montalvo
Querida Ana Karen,
LOS ARQUEÓLOGOS buscan, exploran, excavan, descubren vestigios, signos, símbolos y sorprenden al dejar a la vista de todos pirámides que siempre han permanecido ahí, debajo de la tierra. LOS POETAS y narradores buscan, exploran, excavan, se descubren así mismos y al publicar visibilizan los que existe en sus espíritus.
GUILLERMO ALEJANDRO CHOCANO ALFARO llegó de San Marcos cruzando montañas para hablar en Comitán de la Mar en Calma en las bravas aguas del Pacífico; recobra el Tótem donde la “observa, la acompaña ella que va sucumbiendo a la tristeza y la soledad…”, cerca de Los Reventaderos donde “el Universo de las hormigas se deslizaban junto con la arena de río gris…”.
Así, acompañado de Olivia Bonifaz, se une Dulce para escuchar a Guillermo Alfaro, hablándonos del proceso de escribir y del cuento que le da título al libro.
— Usando tu analogía, LOS REVENTADORES es un libro que en la superficie está construido sobre figuras poéticas y es una pieza de narrativa con un lenguaje poético. En la parte superior veremos una historia construida con figuras literarias dando ritmo a las palabras de la narración. Sábato se refiere a la nostalgia diciendo: “la gente piensa que el tiempo pasado fue mejor”; y es ahí, donde solemos construir la nostalgia evocando el recuerdo de las cosas buenas que vivió o leyó, olvidando las desagradables.
—Este cuento de los Reventadores nace de historias recogidas en el archivo de San Marcos, Guatemala, al cual tuve acceso durante muchos años al buscar información acerca de un ex presidente. En ese proceso, descubro una serie de recibos municipales relacionados con la extracción de tierra de las canteras para pavimentar un pueblo en proceso de desarrollo que fue próspero a inicios del Siglo XX por el café, después entra en un hiato; y en los años 60 lo revitalizan inyectándole inversiones porque la hija del ex dictador Justo Rufino Barrios le tiene cariño a la tierra de su padre dándole vida al lugar. A la par de la inversión económica hay periodistas, artistas y una gran inversión del estado para que los finquemos vivan tranquilos. De esos recibos, tomo los nombres de las personas que se dedican a picar la piedra para generar una historia.
de los Arrancacerros, “tratando de arrancar del suelo estas montañas de arenisca plantadas en la Cordillera Central”.
—TÓTEM nace de una época de profunda soledad y la tragedia del Stan que deja sepultada a una comunidad. Cuando el forense ya ha rescatado cuerpos, llegó a Santiago Atitlán como arqueólogo para reubicar los sobrevivientes. En esa situación construyo un relato asociado a la soledad. El título de Tótem evoca una figura animal de la cultura precolombina del Canadá.
—LA MAR EN CALMA refleja mi infancia hecha cuento en Puerto Quetzal adonde bajábamos los domingos gracias a mi madre quien trabajaba como Nutriologa con los militares. Disfrutaba mucho del embravecido Mar del Pacífico que no es para nadar sino para escuchar porque hace mucho ruido. No me agradaba el mar, salvo en la parte de la dársena donde entraban los barco y ahí se creaba una playa sin oleaje adónde podíamos nadar en cualquier época del año. Ahí, capturo algunos datos que surgieron en el tiempo en que me fui a San Marcos. Me encontraba escribiendo del mar a los ceros metros de altura cuando estaba llegando a los 2,500 metros de la ciudad de San Marcos; es un hecho geográfico.
NUBE es un cuento relacionado con mi profesión como arqueólogo. Como estudiante, leí mucho, mucho acerca de la guerra de Guatemala de la cual no fui testigo, no sólo porque por mi edad de 45 años, sino porque viví en un ambiente urbano muy controlado. El conflicto terminó al firmarse la paz en 1996 oficialmente; aunque extraoficialmente, continuó muchos años más. En 1996, yo tenia 16 años y en mi familia no había guerrilleros y la ciudad de Guatemala no estaba afectada por la guerrilla. Así que yo viví la guerra desde el lado romántico de quien lee, pero al ingresar a la universidad me fui topando con las historias de mis amigos que sí participaron en el conflicto armado, que sí estuvieron destacadas en distintos bandos. Ellos me proporcionan información distinta al conflicto que me permiten narrar algunos momentos de manera superficial. Lo que se narra de primera mano es la angustia de una muchacha que llega a la ciudad a trabajar en una maquiladora y solamente se acuerda de la guerra cuando duerme y recuerda los episodios de la guerra cuando su conciencia se apaga y el subconsciente aflora llevándola a la guerra, pero al despertar olvida todo. Ese cuento es una analogía del olvido solapado. Es un cuento trágico y a la vez, dulce.
en alguna medida escrito desde la ventana contemplando las nubes y las imágenes que nos crean a la vista.
Los ARRANCACERROS es una breve pieza recreada desde las ventanas del bus al mirar hacia las nubes creando en nuestra imaginación figuras caprichosas que el viento modifica.
Guillermo Alfaro nos comenta cómo escribe.
—Físicamente escribo desde la tablet que puedo cargar a todas partes. Por otro lado, dejo que la idea surja sola. Julio Cortazar decía, “la idea del cuento ya está ahí, siempre está ahí; sólo debe haber algo que la detone para salir a la luz”. Decidí volverme más metódico porque tengo muchos cuentos inconclusos que nunca van a encontrar el fin, Ahora con la lógica del final como lo decía Borges o Unamuno. Los finales de Unamuno son tan geniales y certeros que uno podría saltarse toda la historia y agarrarse de los últimos 20 renglones para comprenderla. Y trato de seguir su ejemplo.
—Cuál es tu fuente de inspiración o de información.
—Aunque ahora estoy escribiendo ficción del lado de lo fantástico empleo mucho los Archivos Histórico y me fascina usar los periódicos como medio para encontrar hechos con los cuales enlazar el cuento o encontrar el contexto y convertir una realidad en ficción.
—¿Cómo es tu voz literaria?
—Hay una voz que trato de mantener aunque no lo haga en primera persona. Hay mucha gente, como yo, haciendo que las variables dialectales estén presentes en lo que se escribe. Porque al narrar, el comiteco debe hablar como comiteco, y el chileno como chileno y el guatemalteco como tal. Compartimos fronteras culturales comunes con sus propios rasgo de lenguaje, términos, regionalismos y costumbres lingüísticas y aunque políticamente nos muevan las fronteras, mi abuela oaxaqueña no deja de ser una influencia como cultura mesoamericana. Por eso trato de ser fiel a los términos del lenguaje de las personas.
—Sabemos que componías canciones desde pequeño, que desees las interpretabas en bares y cafetines; eres fotógrafo, arqueólogo, escritor. Tu libro no es común, háblanos de tu labor editorial como fundara y editor de Valero Rojo”
—Mi labor se centra en promover la lectura abaratando la producción de los libros para ponerlos al alcance de todos. Empleo materiales económicos de calidad; y el proceso de corrección de estilo, la maqueta del libro, el corte de papel, diseño de portada, cocido y encuadernado lo hacemos artesanalmente. Así podemos vender libros muy económicos con elevada calidad de contenido.
A la charla, le siguieron dos horas más, difíciles de plasma en esta primera columna ya le daremos continuidad porque la pasión que pone Guillermo al escribir y editar es una cuestión de amor.