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Colapsó el 2018 / La Feria

Colapsó el 2018 / La Feria
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Sr. López

Jura el del teclado que no quería ya escribir sobre los sismos de este mes. Obviamente no hay nada de lo que no esté enterado todo mundo, prácticamente en tiempo real. Sin embargo, pueden ser interesantes algunos comentarios sobre lo que estamos viviendo a consecuencia de estas tragedias.

 

Antes que nada: la grave responsabilidad de algunos ciudadanos y las autoridades de la Ciudad de México (de mucho tiempo acá). Unos, por habitar edificios que se sabe están en riesgo real de caer, los otros, por permitirlo.

 

Nada se ha dicho de eso, debe decirse; puede remediarse, debe remediarse. Todo lo construido sobre lo que antes fue el lago de Tenochtitlán, está y estará en riego mayor. No es secreto. No nos enteramos ahora con estos terremotos, se sabe desde hace siglos. No se arregla haciendo otro reglamento de construcción. No se arregla metiendo a nadie a la cárcel. Se debe reestructurar todo lo construido en esa amplia zona y mucho se debe demoler. ¿Es caro?… sí, pero no es asunto de dinero, es asunto de vidas humanas.

 

No ha colapsado nunca ni un solo edificio en la Ciudad de México, que esté ubicado fuera de esa zona. Y también (para otra ocasión que quede), a ver cuándo la autoridad detiene el hundimiento de la ciudad: se sigue sacando agua del subsuelo, se sigue hundiendo la ciudad, ¿qué creen, que por obra y gracia de Dios eso no va a terminar en otra catástrofe? (pero, será en mejor ocasión, ahorita con lo del momento).

 

Lo mismo aplica para otras regiones del país: la autoridad, sin cálculos políticos, debe imponer el refuerzo estructural de casas habitación y edificios públicos. Para las casas habitación no hay necesidad de cambiar la arquitectura vernácula de cada lugar, hay que diseñar según cada caso (hartas escuelas de arquitectura tenemos en este país), y reglamentar las nuevas construcciones. Para los edificios públicos lo mismo, los particulares y los de gobierno. ¿No hay dinero para eso?… para las estructuras propiedad del gobierno sí hay y para las edificaciones particulares, quien carezca de recursos, que el gobierno refuerce y lo cobre añadiendo un 1% al impuesto predial -sin intereses-, de cada domicilio (no debe ser regalo, no son para eso los impuestos).

 

Si no se hace, ya estaremos otra vez, dentro de algunos años, aplaudiendo la solidaridad mexicana… ya estuvo bueno. Esa solidaridad debe ser preventiva. No estemos esperando que no vuelva a suceder: volverá a suceder, así es esta parte del planeta.

 

Lo segundo que parece necesario decir, es la inmoralidad de cierta prensa y de algunos destacados personajes del albañal de la desinformación profesional (sobre pedido), que insistentemente tratan de desacreditar a las autoridades locales y federales que atienden la emergencia. No salen ronchas por decir la verdad y la verdad en este caso es que Presidente, gobernadores, Jefe de Gobierno de la CdMx, están haciendo lo que deben hacer. No es gracia ni cosa de aplauso, es su deber y lo han cumplido. Lo que sí es de aplauso y reconocimiento, es en primer lugar, la gente común que voluntariamente trabaja a brazo partido ayudando, y nuestro ejército y marinos, legítimo orgullo del país. Y la embestida televisiva en contra de los marinos, es imperdonable.

 

También (y de lo mismo esto de arriba): es una bajeza peor estar calumniando a las autoridades. Pareciera que a un sector bien conocido le horrorizara la sola posibilidad de que por esto, porque están cumpliendo con su deber ante semejantes tragedias, mejorará la imagen pública de nuestros gobernantes y que eso se reflejará en las elecciones del próximo año. No se apuren, ese es otro mole en otra casa. Inventar que algunas autoridades (o sus esposas), están desviando la ayuda, es una vileza (y esto sin poner en tela de duda que sí puede haber quien quiera medrar con la ayuda, claro, pero de eso a suponer que gobernadores y sus esposas, estén dando órdenes imbéciles, es ir muy lejos). Maquillar, alterar fotografías (‘photoshopearlas’, como dicen ahora), presentando diputados federales con pancartas oponiéndose a la ayuda a los damnificados es una maniobra de muy mala ralea. Esto es un modo de sacar raja de la tragedia, raja política, de la peor política, que hace dudar quiénes son peores, si los que están en el poder y dan una en el clavo y ciento en la herradura, o los que quieren llegar al poder, a cualquier precio.

 

A nadie beneficia convencer con mentiras a la población de que sus autoridades están como bestias de carroña sobre la adversidad. No es cierto.

 

Una tercera cosa que debe decirse, es que los partidos políticos, todos, han hecho un papelón espantoso. Mire usted, hasta con doble intención, ya podrían haber hecho algo. Imagine por ejemplo, al Pejehová lanzando en Facebook y Tuiter, un mensaje de “ahí muere”, “no está el palo pa’cucharas”, ni “el horno para bollos”: tregua política: todas las secciones, cuadros, mandos estatales y nacionales del partido, a organizar cuadrillas de auxilio y ponerse a la orden de los mandos militares en cada lugar, sin ningún logotipo del partido. Cómo no se le ocurre a ningún dirigente como el Anayita, sentarse con los rectores de cuatro universidades privadas y encargar estudios y diseños para reforzar viviendas, pagados por su partido. A qué atribuir la cortedad de miras de Ochoa Reza, que ya podría estar sentado con cuatro de los empresarios favoritos del sexenio para que asumieran la construcción de casas y manutención de viudas (digo, con una pellizcadita de lo que han ganado podrían hacer un fideicomiso muy petacón).

 

Cosas similares podríamos decir de las organizaciones empresariales, que no han hecho sino llamados guangos a la aportación económica de nosotros los del peladaje, mientras otros empresarios, desde que empezó la emergencia, sin hacer ruido, mandan diario comida caliente para los que están rescatando vivos y difuntos.

 

Todo esto tiró al basurero las estrategias de la sucesión presidencial. Es juego nuevo: no entienden los partidos que colapsó el 2018.

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