Home Columnas Ciencia, Desarrollo y Cultura debieran ir de la mano I / La última y nos vamos

Ciencia, Desarrollo y Cultura debieran ir de la mano I / La última y nos vamos

Ciencia, Desarrollo y Cultura debieran ir de la mano I / La última y nos vamos
0
0

Manuel Zepeda Ramos

Para Xóchitl, Pepe Yunes, Enrique de la Madrid…cuando empiece la campaña.

Después de los estudios de licenciatura y después del Movimiento del 68, mientras otros universitarios se fueron a las sierras para hacer la guerrilla, nosotros nos fuimos a la Sierra Madre de Chiaoas a devolverle a quien no había podido adquirir, lo que una minoría de mexicanos-a 54 años seguimos siendo minoría- si lo había podido obtener: el conocimiento necesario para poder dejar de ser pobres.
Lo hicimos con respeto -llegamos a vivir a sus casas, llevando comida para todos-y llenos de afecto para con quienes habríamos de convivir varios días, llevándoles conocimiento y servicios. Más de medio siglo después, los nietos de quienes nos recibieron en la sierra cuando nos identifican en reuniones de trabajo -ellos, los nietos, estudiantes de licenciatura-, se acercan a nosotros y nos recuerdan la emoción de sus padres de aquel “acontecimiento” que vivió todo un pueblo y que ha quedado grabado en la memoria de sus padres y abuelos.
Con el gran aprendizaje de la sierra, me incorporé después a proyectos de desarrollo comunitario en más de 10 entidades federativas de México en un trabajo intenso y con resultados altamente satisfactorio que algún día les contaré.
Cristina y yo, mi compañera de la sierra y de la vida, fuimos invitados por el rector Roberto Bravo Garzón, veracruzano ilustre, a la Universidad Veracruzana. Llegamos a Xalapa una tarde asoleada de Agosto de 1976, después de un gran aguacero que cayó sobre el Cofre de Perote, llevando en la combi nuestra ropa y nuestros libros.
Para la Educación Superior se estaban dando momentos muy importantes en el país:
En el Seno de la ANUIES había verdaderos liderazgos en los rectores de Yucatán, el doctor Rosado G. Cantón; el de Veracruz, el maestro Roberto Bravo Garzón: el de Puebla el doctor Luis Rivera Terrazas; el de la UNAM, el doctor Guillermo Soberón Acevedo; el la U. de Guadalajara, el arquitecto Jorge Enrique Zambrano Villa y el de la U de Nuevo León, el doctor Luis Todd Pérez.
En 1976 se empezaba a preparar la reunión nacional de la ANUIES a celebrarse en Puebla en octubre de 1978; por cierto, al frente de la ANUIES estaba don Rafael Velasco Fernández, Veracruzano Ilustre y exrector de nuestra querida Universidad Veracruzana.
El rector Bravo Garzón nos envió a Cristina y a mi a la Subsecretaria de Educación Superior e Investigación Científica a las reuniones previas del gran acontecimiento que iba a ser la reunión de Puebla.
En efecto, a partir del 28 de octubre de ese año, iniciaron los trabajos en el extraordinario salón Carolino, testigo colonial de la gran riqueza intelectual poblana.
Los resultados fueron extraordinarios para la Educación Superior.
Pero para nosotros, el más importante fue el haber considerado y aprobado ver a la Ciencia y a la Tecnología como tema fundamental dentro de las instituciones de enseñanza superior en su tercera función sustantiva: la Difusión de la Cultura.
Estaba naciendo en Puebla, en el seno de la ANUIES que es la Casa de las Universidades e Institutos de Enseñanza Superior de México, la Divulgación de la Ciencia, ni más ni menos.
Mi gran sorpresa y gratitud eterna fue la encomienda del proyecto para la Universidad Veracruzana de parte del rector Bravo Garzón.
De inmediato me tiré a la tarea en busca de resultados.
Seis meses después, estábamos haciendo la primera reunión nacional acerca del Sentido de la Difusión Cultural en las universidades, con personalidades importantes de la cultura y la ciencia, utilizando como base fundamental el lenguaje escrito y los medios de comunicación de masas.
Otros seis meses después, la Universidad Veracruzana recibía el beneplácito del proyecto de la Secretaría de Educación Pública a través de la Subsecretaría de Educación Superior e Investigación Científica y el donativo correspondiente para poder adquirir equipo de transmisión y cabina de amplitud modulada -transmisor de 10 mil watts y equipo de vanguardia para transmitir y grabar, así como también una revista de divulgación del conocimiento que habría de llamarse Extensión.
El doctor Luis Estrada, pionero de la Comunicación de la Ciencia en la UNAM, fundador de la revista científica Naturaleza y funcionario de la SEP, fue el encargado de venir a Xalapa a entregarle al doctor Bravo Garzón el donativo para empezar a operar, de inmediato, el proyecto correspondiente de poner en acción a la Divulgación de la Ciencia como instrumento del desarrollo.
El reto fue enorme.
Además de encontrar el equipo electrónico idóneo y eficiente, la construcción de unas instalaciones radiofónicas nuevas y funcionales acordes con el gran proyecto que venía, era de enorme importancia encontrar a los mejores hombres que enfrentaran el reto.
¿Quienes en la Universidad Veracruzana debían de ser convocados?
La conclusión no tuvo que esperar mucho: los estudiantes de Letras y de Comunicación. Los primeros, conocedores del idioma, el conocimiento científico y su respeto. Los futuros comunicólogos, además de también conocer y respetar el idioma y el conocimiento, aprendieron en sus estudios a conocer la radio y a manejar sus inmensas posibilidades desde sus entrañas.
Pero me faltaba la dirigencia. Me fui a la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM y busqué a Miguel Ángel Granados Chapa, maestro muy importante y querido, además de ser un periodista fundamental en el imaginario colectivo del periodismo nacional contemporáneo. Me ayudó. De allá me vine con cuatro nombres: Luis Novelo, Juan Rivero, Carlos Barrera y Jorge Ramírez.
Empezamos a tener resultados muy pronto. Se hicieron los primeros trabajos de escritura que servían para publicarse en la revista Extensión, que nació en el seno de la radio y, ya decodificados los textos, acondicionados y listos para convertirse en programas de radio.
El resultado fue impresionante.
Cuando en 1984 el gobernador Agustín Acosta Lagunes, máxima autoridad de la Universidad Veracruzana porque todavía no era autónoma, decidió que debía abandonar por primera vez mi Casa universitaria con la radio incluida que tanto quiero, XERUV que así se llama, había grabado más de tres mil programas, transmitía 20 horas diarias, editaba su programación con un mes de adelanto en un folleto rústico de gran atractivo, ya había ganado siete de once premios nacionales en el concurso nacional de radios universitarias, permisionarias y culturales, llevándonos de corbata a radio UNAM y a radio Educación y la revista Extensión era una publicación mensual respetada por la comunidad científica de México y empezaba a ser solicitada por la comunidad científica del extranjero.
En el rectorado del doctor Roberto Bravo Garzón, la Universidad Veracruzana era ya un gran coadyuvante en los planes de trabajo de los gobiernos estatales y municipales del extraordinario estado mexicano que se baña en más de mil kilómetros con las aguas del Golfo de México. Pero eso se los cuento el lunes, con gran orgullo y satisfacción.
Salgamos a votar todos el primer domingo de junio por Xóchitl y Pepe Yunes.
¡Viva la democracia!

LEAVE YOUR COMMENT

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *