
Sr. López
Tía Lucha enviudó y quedó con un solo hijo, Luis (le decían Lucho, en serio). La familia entera reprobaba en silencio, alzando las cejas, intercambiando miradas, lo mucho que lo consentía: todo le permitía, todo le excusaba, nunca lo regañaba. Y Lucho creció y Lucho le sacó canas verdes a su mamá. No estudió, nunca trabajó y la tía le daba dinero que se gastaba en actividades y productos nada recomendables. Alguna vez, la tía hablando de Lucho, se quejó de su suerte y tía Victoria, esa que no tuvo nunca pelos en la lengua, la atajó: -¡Ah, no!, así lo hiciste tú, ni te quejes… ¡a tragar! –enmudeció el palenque.
Hasta donde pudo averiguar su texto servidor, fue el 10 de diciembre de 2021, en un evento celebrado en Florida, EEUU, con granada concurrencia y participantes, que Mario Vargas Llosa, refiriéndose a la elección como Presidente del de Macuspana, dijo: “Los mexicanos votaron mal” (dijo muchas más cosas pero no hay espacio).
“Los mexicanos votaron mal”, o sea, ya ni la fregamos. Y este menda se queda pensando si las cosas son tan así, si de veras somos tan mensos y nos la merecemos por eso, por mensos.
Por supuesto la gente sí voto por el visitante frecuente a Badiraguato. Y luego por doña Sheinbaum… ¿volvimos a votar mal? Parece que no.
Parece que las cosas resultan así cuando el Estado (el gobierno), permite que delincuentes hagan política y busquen el poder. Cuando no aplica la ley.
No es severidad, delincuente es el que delinque, el que comete un delito, una acción u omisión que va contra la ley. Veamos algunos casos a ver si los recuerda:
Hitler intentó un golpe de Estado (el ‘putsch’), el 8 de noviembre de 1923. Fue juzgado y declarado culpable de alta traición; según el Código Penal alemán, le tocaba cadena perpetua; si salía de la cárcel, debía ser desterrado por ser extranjero, era austriaco, se nacionalizó alemán nueve años después. Le dieron cinco años de cárcel; cumplió nueve meses, salió por buen comportamiento… tan mono Fito. Si le hubieran aplicado la ley a Hitler, el mundo se hubiera ahorrado la Segunda Guerra Mundial.
Otro conocido delincuente, Benito Mussolini. En 1919 empezó con su partido político, el ‘Fasci Italiani di Combattimento’, luego Partido Nacional Fascista, que con su fuerza paramilitar, las Camisas Negras, sembró el terror entre socialistas, sindicalistas y comunistas. El 27 de octubre de 1922, ordenó a sus Camisas Negras, la Marcha sobre Roma para tirar al gobierno. El primer ministro Luigi Facta pidió al rey de Italia, Víctor Manuel III, firmar el decreto de estado de sitio, a fin de movilizar al ejército y enfrentar a los fascistas. Al Rey le temblaron las canillas, no firmó, sino que le encargó a Mussolini que él formara el gobierno. Mussolini se hizo Presidente del Consejo de Ministros; se autonombró ‘Duce’ (Caudillo); se asoció con Hitler, metió a su país en la guerra mundial.
Bueno, Europa es una señora “con pasado”. Veamos por acá:
Fidel Castro, ese gran delincuente que intentó derrocar al dictador Batista (el asalto al cuartel Moncada), el 26 de julio de 1953. Fracasó el intento, lo capturaron, lo juzgaron (a algunos de los suyos nomás los fusilaron), lo sentenciaron a 15 años de prisión. Fue amnistiado a los 22 meses. Salió libre y ya ve cómo le fue a Cuba, como le va, que esa tragedia sigue.
Hugo Chávez. Otro de lo peorcito. También intentó un golpe de Estado -el 4 de febrero de 1992-, e intentó apresar al presidente de Venezuela, Carlos Andrés Pérez. El mismo día fue detenido y estuvo encarcelado dos años, cuando el nuevo presidente, Rafael Caldera, lo amnistió; luego don Caldera dijo que se había arrepentido… tarde, mire nada más la ruina que es Venezuela gracias a ese delincuente y los que le siguieron y siguen.
Y a estos cuatro batracios que tanto daño y tanto mal hicieron, las muchedumbres los aclamaban, eran delirio de multitudes, para probar que la popularidad no significa nada.
Muy bien todo, pero ¿y lo de que los mexicanos votamos mal?… ¡ah!, pues mire usted, el que se hospedó en Palacio Nacional de 2018 a 2024, tiene una larga carrera delincuencial porque hizo cosas contra la ley y no fue sancionado jamás. No lo fue cuando la toma de pozos petroleros (delito federal); tampoco por extorsionar al gobierno como tuvo que aceptar Manuel Camacho Solís, el 11 de febrero de 2004, en la Comisión Permanente del Congreso, para que desalojara el Zócalo”; igual cuando se postuló para Jefe de Gobierno de la CdMx, tampoco le aplicaron la ley, porque no tenía los requisitos legales (la residencia); ni por violar un amparo (el juicio del desafuero); cuantimenos la autoridad hizo su trabajo para saber cómo obtenía las carretadas de dinero que gastó en sus tres campañas por la presidencia. Y bueno… lo demás lo saben usted y el mundo.
Pero ahora con la señora del segundo piso, no es así… ¿de veras?… ahí está el derrumbe del Colegio Rébsamen (19 niños y 7 adultos muertos), y la caída de la Línea 12 del Metro (otros 26 fallecidos), con averiguatas nada convincentes. Pero aun si esos dos eventos estuvieran más claros que el agua clara, ahí está la evidente, descarada, larguísima y muy costosa precampaña por la presidencia de la república de la señora, que en rigor debió acarrearle la pérdida del derecho a ser registrada como candidata. (Para ser delincuente no se necesita ser la Mataviejitas).
Sin embargo de todo, no se puede negar que tanto el señor de los abrazos como la señora del segundo piso, ganaron sus elecciones. Claro que sí. Lo que no es justificable es que las autoridades permitan competir a quienes han violado la ley, mucho o poquito.
Tanta tragedia, Alemania, Italia, Cuba, y tanta tragedia y desfiguro en México, por no aplicar la ley, que es responsabilidad de los gobiernos. El elector tenochca promedio, incluido el pelos parados, panza al aire, chancla pata de gallo, tiene derecho a confiar en que la autoridad no incluye en la boleta electoral a delincuentes y a creer que no lo engañan, en resumen, a equivocarse, a ser cándido.