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Ser chiapaneco

Ser chiapaneco
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Roberto Chanona

Muchas de estas remembranzas yacían allí desde antes de la conquista, pobladas de hombres-murciélagos, hombres-ratas, hombres-aves. Sobre la encendida llama de los relatos, a guisa de ejemplo, se evoca hasta hoy la destrucción de Ostuta, y otros pueblos del Grijalva, ocasionada por bandas nocturnas de murciélagos en una época en que los rayos del sol no alejaban la maldad original, en que el dios tutelar de los sot’silwinik — desde el centro de Zinacantan-Sots’leb—destruía con sus alas los caseríos rivales de tierra caliente.

                                                                      Antonio García de León

Con frecuencia me ha surgido la incertidumbre de no saber bien qué llevamos por dentro los chiapanecos, es decir, qué es lo que nos caracteriza a pesar de nuestras diferencias y desigualdades; lo que conforma alguna noción de identidad, si es que realmente hemos mantenido históricamente una preocupación en ese sentido. Sería mucho hablar de una raigambre reconocida y aceptada por todos, quizá como la de aquellos pueblos llamados mediterráneos marcados por el mar y el intercambio de bienes materiales y espirituales, en esaregión del mundo.  

Esta inquietud surge de percibir la diversidad de culturas que existe en nuestra tierra. Pueblos tan cercanos en la geografía y tan distantes y tan distintos en sus costumbres, idiomas, vestidos, festividades; de mestizaje tan desigual que la mezcla de sangre pareciera un apresamiento. Respecto a este fenómeno, que nos ha dado una contradictoria y difícil forma de convivencia, Jan De Vos lo comparó con un concierto antifónico tocado por Ciudad Real, Tuxtla, Comitán y Chiapa de la Real Corona ¡sin partitura, sin ensayo previo y con instrumentos distintos!

Para darnos cuenta de complejidad de nuestro Ser Chiapaneco, es importante tomar en cuenta que antes de la llegada de los españoles, los Mokayas ya habían sido asimilados por los Olmecas, la gran civilización Maya había desaparecido y nuestra tierra estaba poblada por Náhuatls, Mames, Zoques, Tzotziles, Tzeltales,Tojolabales, Lacandones y Chiapanecas.

Esta torre de babel, que se traduce en un aislamiento lingüístico, pronto se convirtió en una celda personal derrumbada a veces por el impacto de la naturaleza exuberante: el relámpago que iluminaba nuestra noche oscura, u una lluvia torrencial que nos arrastraba de un golpe, o un gran temblor que desquebrajaba los muros de nuestra prisión. Los hombres del maíz, ese grano mágico que necesitaba de la mano humana para florecer, los puso en contacto con la naturaleza: Esta reciprocidad era especialmente importante – nos dice Jan de Vos – en su relación con la Madre Tierra; ya que ella preveía en todo para sus hijos, tenía el derecho de ser honrada, respetada, amada y cuidada. De esta relación con la naturaleza nació una doctrina animista, la creencia en que todas las cosas del mundo tienen alma, y fue el punto de partida de las religiones posteriores como la zoocrática; pronto los árboles como la ceiba y los animales como el quetzal, el jaguar, la danta y la culebra, se volvieron sagrados y poblaron el mundo mítico de nuestra gente.

Al respecto fray Francisco Núñez de la Vega, que fue nuestra inquisición en Chiapas 1676 – 1706, señala: su adoración alude a la ceiba, que es un árbol, que tienen en todas las plazas de sus pueblos a vista de la casa del cabildo, y debajo de ella hacen sus elecciones de alcaldes y las ahúman con braseros, y tienen por muy asentado, que en sus raíces de aquella ceiba son por donde vienen su linaje y en una manta muy antigua la tienen pintada.

Pero, volviendo a nuestro tema, esta diversidad de leguas provocó como ya dije, un fenómeno de aislamiento de los chiapanecos que se acrecentó con el implante dominico y encomendero del siglo XVI:“Según las Leyes de Indias a los sujetos reducidos les estaba prohibido ir de un pueblo a otro, so pena de veinte azotes. De esta manera los frailes fomentaron entre la población nativa el surgimiento de más de un centenar de diminutas naciones que motu propio desarrollarían con el tiempo fronteras internas en los niveles religioso, cultural, político y étnico

¿De dónde sale, entonces, este coro de pertenencia, yo soy chiapaneco, que nos hermana y nos hace sentir como si proviniéramos de una misma fuente, y que niega el aislamiento geográfico y la diversidad de lenguas y de culturas?

Javier Espinosa Mandujano nos dice que los chiapanecos estamos unidos geográfica, antropológica, histórica y estéticamente por la fuerza de la naturaleza y por el prestigio de nuestros muertos. Este sentimiento misterioso para quienes hemos visto en esta tierra la luz primera, denota la fuerza de una estética de la naturaleza como un manantial de condiciones y experiencias, una especie de barro formativo que nos une y nos caracteriza.

Mientras la noche avanza, esta idea de la estética de la naturaleza va tomando fuerza y se iba despejando. Los primeros atisbos llegan en las oraciones a Tezcatlipoca, el joven del precipicio, publicadas por Sahagún:

Hablando con vuestra majestad, bien sé que estoy en un lugar eminente, y hablo con una persona de gran majestad, en cuya presencia corre un río que tiene barranca profundísima y precisa, o tajada, y así mismo está en vuestra presencia un resbaladero donde muchos se despeñan; no hay nadie que no yerre delante vuestra majestad. 

Personalmente, me facto de conocer el sureste de México y no existe, salvo el cañón del Sumidero, una barranca profundísima donde corra un río en Oaxaca, Veracruz, Yucatán, Campeche, ni Tabasco. Quizá la Barranca del Cobre, pero hasta donde sé, los tarahumaras no tuvieron influencia tolteca y estos si, sobre el sureste de México.

Esta fuerza de la naturaleza no solo ha influenciado a los hombres con sus nahuales imitando el comportamiento de los animales, sino también a las artes. En lo que respecta a la música en Chiapas, está representada por la marimba, árbol de hormiguillo enraizado en el corazón del pueblo: ¡Qué nostalgia se desprende de sus teclas que sueñan con el trino de los pájaros que anidaron en su fronda!

La sinfonía El Espíritu de la Tierra de Federico Álvarez del Toro, tocada por la filarmónica de Londres, se basa en la fuerza de la tierra, aquella que los indígenas llaman yahvalbulumil (El espíritu de la tierra), principio generador de las energías y los ritos primigenios, donde se condensan y producen las fuerzas que mantienen al hombre. Puede ser definida como la potencia creadora específica de cada lugar, la tierra de origen. 

En la poesía, la encontramos sobre todo en Efraín Bartolomé. Su libro Ojo de Jaguar es una clara muestra de la influencia de la selva en nuestro poeta. En Casa de los Monos, el poeta nos dice: Quizá si transformara en orquídea esta lengua/ La voz en canto de perdiz/ El aliento en resoplar de puma/ Mi mano habría de ser una negra tarántula escribiendo/ Mil monos en manada sería mi pecho alegre/ Un ojo de jaguar daría de pronto certero con la imagen… Pero no pasa nada   Sólo el verde silencio/ Para qué hablar entonces…

Los grabadores no escaparon a esta estética de la naturaleza. La Selvita de Máximo Prado es un grabado de una fineza magistral. Ramiro Jiménez Pozo tiene un grabado titulado Hombre Brotando de la Montaña. Existen obras de Franco Lázaro Gómez como El Maíz donde la planta transformada en mujer amamanta a una criatura. El río de Chiapa es otra de sus inspiraciones, o La Caída de las Hojas, en la cual la ceiba es la protagonista.

En la escultura contemporánea encontramos obras como El Hombre del Maíz y La Madre Naturaleza de Robertoni Gómez. En pintura pienso en Reunión de Poetas de Manuel Suasnávar: una mecedora solitaria en medio la campiña con pájaros nativos de estas tierras. Gabriel Gallegos tiene una serie de dibujos que titulé Época Negra, en la cual aparecen personajes que de sus cabezas salen iguanas, jabalíes, mujeres devoradas metafóricamente, por animales del monte. Manuel Velázquez llama la atención con Dios Lagarto. ParaManuel Cunjamá la danta es una influencia recurrente a nuestro tema.

La política tampoco escapa a esta marca transgeneracional, sobre todo en los momentos más álgidos de nuestra historiaLa rebelión Chamula de 1911, venía comandada por Jacinto Pérez, que tenía como nahual al colibrí. Cuando avisaron que venían los rebeldes comandados por El pajarito, en Tuxtla se formó el batallón de los Hijos de Tuxtla, bautizados con el sobrenombre de Los gavilanes. 

Otro suceso histórico es el de los carrancistas que llegan a Chiapas en 1914 saqueando pueblos, violando mujeres y matando ganado. En respuesta, los nativos se agruparon dando origen al movimiento mapachista,comandados por el general Tiburcio Fernández, que logran el triunfo sobre Carranza imitando los característicos hábitos nocturnos del marsupial.

Me gustaría agregar como dato curioso pero ilustrativo, que en nuestra tierra tenemos una serie de apodos con esta influencia. Las personas son llamadas popularmente con nombres de animales, por ejemplo: a unciclista reconocido le decían El Tucán; o un futbolista La ChorchaEl Zope era un curandero afamado de Chiapa de Corzo. Lo interesante es que estos apodos van pasando a generaciones posteriores. 

Ahora que tenemos clara esta estética de la naturaleza que se ve reflejada en el arte, la poesía, la música, la política y en la vida cotidiana, tenemos un primer atisbo de nuestro ser chiapaneco. Quizá sea necesario desarrollar la esencia de los genes y convertir esta soledad lingüística de siglos, en una fuente de búsqueda y creación de nosotros mismos. Porque lo cierto es que aún estamos lejos de ser un ser consciente de nuestra grandeza.

Una conciencia a fondo, una revalorización, nos haría una sociedad de vanguardia donde la naturaleza sería sagrada, y por lo tanto, respetada. Esto fundaría una economía en base en la misma, sin ser saqueada, sino protegida. Recordemos que no tenemos industria, la agricultura es de temporal, la pesca primitiva; entonces, es una salida económica como lo está haciendo Costa Rica. Si nos ponemos a pensar, parafraseando a René Char, diríamos: en nuestros jardines crecen selvas. Por eso somos uno de los estados líderes en cuanto a Áreas Naturales Protegidas: Montes Azules, Lacan-Tun, El Triunfo, El Ocote, La Encrucijada, La Sepultura,El Tacaná, Cañón del Sumidero, Yaxchilán, Naha-Metzabok y Lagunas de Montebello, entre otras. Respecto a las aves tenemos 692 especies de mil 80 que tiene México, es decir, el 70% de las especies del país. En relación a los reptiles y anfibios, Chiapas alberga 324 especies. De mamíferos son 204 especies, de las cuales 106 son Quirópteros. Del total, siete son endémicas de nuestro Estado, nueve endémicas de México y 50 endémicas de Mesoamérica.

Nos amenaza aún el aislamiento que produce la soledad, y que no hemos podido transformar para nuestro beneficio. Octavio Paz nos da indicios en El Laberinto de la Soledad, pero no hemos hecho caso y la gran mayoría no conoce el libro. Seguimos siendo una sociedad dogmática, confrontada, racista e iletrada. Y digo esto en el buen sentido, porque a pesar de todo, nuestros pueblos son sabios y ricos en sus tradiciones, su cocina, sus bebidas, su magia y su arte.

Esta sociedad dogmática en parte se debe a que los españoles estaban cerca del oscurantismo, del dogma, y lejos de René Descartes como los protestantes. Pero esos españoles también estaban cerca de la poesía que los árabes llevaron por 800 años a su Tierra. Recuérdese que los mejores poetas de España son andaluces: Góngora, García Lorca, Alberti, machado, Jiménez, etc. Y fueron precisamente estos españoles de la Baja Andalucía, del antiguo reino de Sevilla, los que llegaron a nuestra Tierra; esta mezcla de indígena con andaluz, dio como resultado que nuestros bates también sean de un gran temperamento como Rodulfo Figueroa, Jaime Sabines, Rosario Castellanos, Efraín Bartolomé, por citar algunos.

Se trata pues, de que este ser chiapaneco sea incluyente, donde la fe, la magia, los curanderos, la ciencia, la poesía, se integren. Un nuevo ser menos héroe, más hombre, más Tierra, más agua, más aire, más fuego. Un hombre con H mayúscula qué pronto se convierte en camelloluego en león y al final en niño. Quizás sueñe… pero, no acaso Sor Juana Inés de la Cruz escribió: Primero Sueño.

La tarea que nos queda es como unificar a este ser lingüístico tocado por una naturaleza fantástica y a la vez tan disperso, este mestizo zoque-andaluz-tzeltal-tzotzil-tojolabal, que vive dentro de nosotros.

El Maíz, Franco Lázaro Gómez. Grabado en madera. Foto cortesía B.R.CH.

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