Sr. López
Allá en Autlán, por generaciones se enfrentaron a puñetazos y balazos los de la familia de la abuela Elena con unos vecinos de rancho que por las noches movían cercas y mojoneras. Después de muertos, heridos, lastimados y algunas chamacas ‘robadas’, por fin se arreglaron las cabezas de las dos familias. Llevaron un topógrafo de Guadalajara y deslindaron las tierras, firmaron ante Notario con el Alcalde de testigo y ya en la banqueta, el Alcalde les dijo que se dieran la mano y contaba la abuela que su abuelo dijo, desenfundando su revólver: -Lo de las tierras ya quedó… ‘ora nomás falta lo demás –y a tiros quedó lo demás, ahí mismo.
El negocio de las drogas ilícitas es tan monstruosamente redituable que es imposible erradicarlo, así se involucren las grandes potencias, se gaste lo que se gaste en su combate, se dediquen a su persecución los aparatos más sofisticados de inteligencia e investigación, y aunque se eliminen cárteles, se atiborren cárceles de narcotraficantes importantes y de poca monta, siempre habrá quien a cambio de hacerse multimillonario, esté dispuesto a incursionar en ese negocio o a coludirse.
La historia del prohibicionismo lo prueba y no lo quieren aceptar la mayoría de los gobiernos del mundo, secundando una perversa y muy estúpida política de los EUA.
Perversa porque como la conocemos la inició Nixon en la década de los 70 como arma política para segregar y perseguir a la izquierda antibelicista y los negros (usted por su cuenta busque en https://harpers.org/archive/2016/04/legalize-it-all/, de la revista Harper’s, la cínica aceptación de esto hizo John Ehrlichman, jefe de Políticas Internas de la Casa Blanca con Nixon, en entrevista con el periodista Dan Baum, a quien dijo: “¿Sabíamos que estábamos mintiendo sobre las drogas? Claro que sí”).
Y muy estúpida porque precisamente en los EUA por los trágicos resultados de su lucha contra el alcohol, deberían saber que prohibir es inútil y perjudicial. Por eso dieron marcha atrás con el alcohol que se regula sí, claro, pero no se prohíbe ni allá ni en ninguna parte del mundo, ni en los más radicales países musulmanes en que está muy castigado su consumo, pero hacen la vista gorda y dan permisos, claro que sí dan.
Así las cosas, todo el universo criminal que implican las drogas ilícitas se resuelve únicamente, derogando la prohibición con cuantas normas y regulaciones se consideren necesarias, exactamente igual que con el alcohol, enfrentando la simple verdad de que los males de las drogas que nos horrorizan no provienen de las drogas sino de su prohibición… prohibición que se mantiene entre otras cosas, porque los barones de la droga pagan muy bien a cabilderos que se desempeñan entre círculos de muy alto nivel en el mundo y en la ONU, sí señor, en la ONU, ese nido de poderosos malosos internacionales al servicio de los intereses de los países que representan en el Consejo de Seguridad y también de tontos útiles.
Sin embargo, el enorme problema que persistirá es que los cárteles del narco aparte de comerciar con drogas, cometen muchos otros delitos que seguirán cometiendo. Ya son muy poderosos y encima, no vemos, no queremos ver que prevalecen porque están asociados con empresarios, banqueros y por supuesto con algunas -pocas o muchas, las necesarias- autoridades civiles y militares que supuestamente los persiguen: de otra
manera sería imposible su existencia (imagine si la Coca Cola, la Bimbo o la Ford podrían gestionarse clandestinamente: imposible… y los cárteles son más que esas empresas).
Por eso, aparte de que al derogar la prohibición de las drogas quedaría naturalmente amnistiado cualquiera que se haya coludido con los cárteles, lo que sigue es desatar una verdadera guerra financiera internacional para que los delincuentes de alto octano no puedan seguir disponiendo de las siderales cantidades de dinero que acumulan año con año. No es tan difícil, se podría empezar con una ley que le otorgara a los bancos el dinero que denunciaran. Imagínese.
Pero dejando de lado lo anterior que no sucederá por la potente influencia de los embozados representantes de los criminales, en México el problema ha tomado un cariz ominoso, un giro que el pasado viernes se hizo explícito y pone en riesgo cierto de una ‘vendetta’ a nuestro Presidente y algunos de sus cercanos. Debe decirse porque no es poca cosa, como país no solo no nos conviene sino que será una afrenta.
El tío Sam a lo largo de su historia ha dado prueba sobrada de su carencia absoluta de ética y decencia, a la hora de proteger sus intereses y también a la hora de limpiarse la facha o cobrar cuentas y este viernes pasado, con la tinta fresca en los acuerdos firmados por la representación de nuestro gobierno que acudió a la Casa Blanca para alcanzar acuerdos para frenar el tráfico de fentanilo y de armas, Ann Milgram, jefa de la DEA, dio una conferencia de prensa en la que sin trapitos calientes, señaló directamente a los Chapitos como los que controlan la operación global del fentanilo y junto con ella, el secretario de Justicia de los EUA, Merrick Garland, presentó los cargos formales contra Los Chapitos, sus proveedores de productos químicos, supervisores de laboratorio, traficantes de fentanilo, jefes de seguridad, operadores financieros y traficantes de armas. Y el embajador ‘amigo’, Ken Salazar, declaró: “no tienen donde esconderse”. ¡Áchis!
Mientras nuestro Presidente se ha dedicado a su discurso negacionista y al intercambio de culpas por las armas, ellos han estado investigando. Doña Milgram dio detalles de la organización interna de los Chapitos y son su objetivo principal.
Los que saben de estas cosas, afirman que es enorme la indignación en la Casa Blanca por lo que ellos interpretan como “trato sospechoso” de nuestro Presidente a los Chapitos… y a su abuelita, la mami del Chapo.
Que en Palacio ayuden al Presidente, los yanquis no se tientan el corazón. Urge extraditar al Chapito que tienen preso, acosar al cártel de Sinaloa y dejar el cuento.