Home Columnas 26F, el despertar / A Estribor

26F, el despertar / A Estribor

26F, el despertar / A Estribor
0
0

Juan Carlos Cal y Mayor

Escribo estas líneas el sábado previo a la marcha en el Zócalo y más de 100 ciudades para defender al INE de la intentona de descuartizarlo con el falaz argumento -entre otros- de la austeridad. Estoy seguro de que será un día histórico porque los ciudadanos ya se dieron cuenta de que se ha acelerado el paso hacia un modelo autoritario que atenta contra nuestras libertades, no respeta la ley y quiere imponer su permanencia como un partido de estado donde la disidencia se tilda de traición como si se tratara de un régimen fascista.

Es desconsolador ver cómo quienes lucharon desde la izquierda con otras fuerzas políticas para que hubiera democracia y llegaron al poder con el voto popular y gracias a la autonomía del INE, hoy se apresten a desmantelarlo. No es exageración. Miles de trabajadores del servicio profesional electoral en todo el país serán despedidos extralimitando la eficacia y la capacidad organizativa de esa institución.

Es un descaro que se quiera borrar de un plumazo la limitante para impedir que funcionarios públicos utilicen el erario para hacer campañas anticipadas violando la equidad que es un principio rector de todo proceso electoral. El que se difundan y publiciten los programas sociales con fines electorales y con los padrones que enlistan los Siervos de la Nación, empleados públicos, que en los hechos son el ejército electoral de Morena. O por ejemplo el hecho de que los mexicanos en el exterior puedan votar sin credencial de elector. Para corolario, además, ya inició el proceso de selección de cuatro consejeros que serán impuestos, sí o sí, con la mayoría morenista y sus aliados.

Desde las primeras reformas electorales en 1977 no ha habido un solo proceso donde se haya ignorado a los partidos políticos de oposición y la opinión de los ciudadanos, por el contrario, ha sido a consecuencia de ello. Eso le resta toda legitimidad al marco jurídico que ahora se promueve e impone desde el poder. Afectará incluso a quienes resulten ganadores comenzando por el próximo presidente de la República en 2024. Huele a fraude electoral, a elección de estado, por donde se le vea. Ya dijo el presidente que apoyar -con nuestros impuestos- a los pobres es “una estrategia” para conservar el poder. A confesión de parte, no hay más que decir.

Ahora solo queda la SCJN como el último reducto republicano. El propio Monreal -que ahora ya dobló las manitas- dijo que las reformas están plagadas de inconstitucionalidades. En sí, el proceso legislativo proviene de un desaseo total. Los legisladores aprobaron sin leer y mucho menos discutir más de 400 artículos a las leyes secundarias. Es un vicio de origen suficiente para que la SCJN rechace dichas reformas.

Hoy se confía en la independencia de ese organismo de estado. De eso depende su propia supervivencia. Los límites al poder están establecidos en nuestra propia constitución. Se trata de regular la propia condición humana. México no puede aislarse del concierto internacional, no es una república bananera. Las autocracias han terminado devorando a todo aquello que signifique un contrapeso.

Lo rescatable de todo esto es que la llamada sociedad civil hoy tan vituperada y estigmatizada por el propio gobierno demuestre que no está dispuesta retroceder y a dejarse engañar para que le escatimen su derecho a elegir a sus gobernantes. Ojalá no sea demasiado tarde, aunque parece que Obrador está logrando a corto plazo lo que le tomó tanto tiempo y es unir a muchos, pero esta vez, en su contra.

UCRANIA

Se cumple un año de la guerra en Ucrania. Es increíble la voluntad y la valentía que ha demostrado ese país a pesar de la tragedia que significa la muerte y la destrucción. Todo por el estúpido afán de un solo hombre, Putín, que ha obligado a su propio pueblo a librar una invasión contra una nación soberana. Selensky, el presidente de Ucrania, se ha convertido en el defensor no solo de su pueblo sino de todos los valores de occidente. Que triste que mueran personas por la ambición política. Los autócratas de este siglo se parecen cada vez más a los de la segunda guerra mundial. El país de Dostoyevsky, del gran Tchaikovsky o Stravinsky, no debería llevarnos a retroceder a los tiempos de la barbarie.

LEAVE YOUR COMMENT

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *