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Votar bien / La Feria

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Sr. López

El marido de tía Lucía, de las de allá de Autlán, fue un tipo afamado por grosero y mandón. Ya largamente viuda la tía, este irrespetuoso menda, le pregunto cómo se fue a casar con el difunto y con sonrisa apretada, negando con la cabeza, dijo: -Mis otros pretendientes eran borrachotes… y, ya ves –sí, menos mal.

La noticia del domingo en la noche fue el resultado de las elecciones en Argentina. Ganó ampliamente Javier Gerardo Milei (en Argentina usan solo el apellido paterno), sobre Sergio Massa, ministro de Economía de ese país.

La candidatura del hoy derrotado señor Massa, permite aquilatar que debe tener muy firme su autoestima, porque la economía argentina es un desastre de punta a rabo, nada más la inflación en el actual gobierno del presidente Alberto Fernández, de 2019 a la fecha, es del 813% y desde que don Massa asumió como ministro de Economía, en agosto del 2022, acumuló el 193% (en México es el 4.5% anual); de ribete la deuda externa del gobierno de Argentina suma más de 276 mil millones de dólares (la de México ronda los 118 mil millones de dólares); y los inversionistas están un poquito preocupados por el historial de nueve veces que ese país ha incurrido en incumplimiento de pago de sus deudas (México una vez en 1861, cuando Juárez, se ha de acordar). Las comparaciones con México no son para sentirnos muy-muy, sino para tener una idea del problemón argentino.

Bueno, perdió el candidato del gobierno y ganó el Milei a quien algunos allá apodan ‘El Loco’, porque es muy peculiar el caballero que es economista y según algunos de extrema derecha o populista de derecha, ultraconsevador, fascista o neofacista, cuando él se declara “anarcocapitalista en la teoría y minarquista en la vida real” (posturas que sería largo describir, digamos que el despeinado, detesta al aparato de gobierno y considera que entre menos gobierno, mejor, él sabrá).

Por lo pronto asegura que va a “dinamitar” el Banco Central de su país (Dios lo coja confesado), que va darle con motosierra al gasto público, que va a romper relaciones con su principal socio comercial, Brasil (lo que se parece a que España se saliera de la Unión Europea), y que va a dolarizar la economía, como vía rápida para acabar con la inflación. Lástima que no tengan dólares (ni para pagar sus próximos vencimientos de deuda externa), pero algo se le ocurrirá, seguro, igual que dice que uno de sus consejeros es su perro, el muerto.

Sí, para Milei el secreto para acabar con la inflación es dolarizar la economía y eliminar el Banco Central… bueno, puede ser, pero para hacer eso, se suma el total de la moneda nacional y se divide entre los dólares en reserva, para saber cuántos pesos vale cada dólar. Y la Argentina no tiene un solo dólar en sus reservas que están en saldo rojo. Dice el despeinado: “Los argentinos ya elegimos la moneda que queremos: el dólar”. Algo no checa, Milei.

La actual vicepresidenta de Argentina, Cristina Fernández viuda de Kirchner, por ahí de abril, le recordó a los argentinos “(…) Estamos discutiendo lo que fracasó hace 20 años. La bomba explotó en la cara de 40 millones de argentinos (…) Nos dijeron que un peso era igual a un dólar, fue la dolarización de la economía; y (la convertibilidad) empezó como terminó: con la captura de todos los depósitos (…) fue sostenida con los dólares de las privatizaciones y el endeudamiento que la nación tomaba para que la base monetaria estuviera respaldada”. Lo dicho, don Milei, antes de dolarizar… se recomienda tener dólares, viera usted.

El Milei, en su país genera dudas entre los que tienen memoria porque antes fue peronista, hizo campaña con Daniel Scioli que fue vicepresidente de Argentina entre 2003 y 2007; y también fue un ardoroso defensor de la política económica de Cristina Kirchner  y Axel Kilciloff, a quien la señora nombró secretario de Política Económica y Planificación del Desarrollo del Ministerio de Economía y Finanzas Públicas. Pero don Milei un día, temprano (supone uno), se levantó anarcocapitalista y enemigo de lo que llama la casta, que son los políticos que han gobernado a su país últimamente.

Está bien, ya ganó y ya reconocida su victoria por Massa, en su discurso triunfal prometió a la muchedumbre que se congregó a oírlo, que la Argentina regresará a ser la primera potencia mundial, como antes y eso -por decirlo caritativamente-, es una típica mentira de argentino, con perdón. Argentina según Maddison Historical Statistics, entre 1895 y 1896 fue un país muy rico, con el PBI per cápita más alto del mundo, pero eso, no hace a ningún país “potencia mundial”, don Milei. Y Argentina es un caso de estudio único en el mundo por su “desdesarrollo”: barrían dinero exportando granos y carne pero como les dio por derrocar gobiernos y modificar su Constitución desconociendo la inviolabilidad de la propiedad privada, ya todo fue un despelote.

La historia de la Argentina es agitada. Durante el siglo XIX, ya siendo independientes, tuvieron seis guerras civiles (1814–1820; 1825–1827; 1828–1832; 1839–1852; 1852–1862; 1868–1880); en 66 años de 1814 a 1880, estuvieron en guerra civil 47 años. Así es muy difícil.

Luego en el siglo XX, tuvieron seis golpes de Estado en 1930, 1943, 1955, 1962, 1966 y 1976 y tuvieron seis regímenes ilegales, con 14 dictadores y autoridades de facto. No se vale. ¡Ah!, y aparte cuatro sublevaciones militares entre 1987 y 1990, apenas hace ratito en tiempo-historia.

Se desea lo mejor a tan bello país… pero.

Dejemos eso. El domingo pasado, doña Sheinbaum se registró como precandidata presidencial de Morena y rémoras. Inició su precampaña ayer en Boca del Río, Veracruz. Colorido evento. Bonito. En su discurso se le olvidó mencionar a los damnificados de Veracruz. Ya terminado el evento regresó al micrófono y les mandó “saludo y cariño”. No, hombre ¡ya con eso!

En su discurso dijo que pide a sus simpatizantes recordar a los jóvenes que votarán en 2024, qué es el neoliberalismo. Señito, mejor no… ya sabiendo, no vayan a votar bien.

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