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Su boca es su medida / La Feria

Su boca es su medida / La Feria
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Sr. López

Tío Tacho (Anastasio, del lado materno toluqueño), tenía todas las características que definen a una persona como una birria de ser humano y su más notable prenda era la avaricia: era agarrado, mezquino, cicatero, tacaño en grado superlativo. Para que tenga una idea: todas las navidades se declaraba enfermo, se metía en cama y se ahorraba cena y regalos. Infame. Su esposa lo abandonó regresando de la Luna de Miel, así ha de haber estado la cosa. Murió no muy viejo sin que nadie llorara su ausencia, porque en vez de seguir el consejo del médico de internarse de urgencia para que le extirparan un tumor, regresó a su casa y llamó a la Cruz Roja, que era gratis. Acabó en el médico forense. Merecido.

Decíamos ayer que la titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez, en su comparecencia ante Senado, el martes pasado, en referencia a la grave inseguridad pública que asola al país (o asuela, al gusto), dijo que el gobierno “no busca ganar una guerra, sino lograr la paz”. Comentamos que tal afirmación siembra desesperanza sobre el futuro inmediato del país (los tres años que restan de gobierno a la 4T), y acerca de qué tan grave situación enfrentará el próximo gobierno federal.

México está en guerra. Se oye feo, así es. No es una licencia verbal. No es una analogía. Estamos en guerra. Guerra según el diccionario, es la “lucha armada entre dos o más naciones o entre bandos de una misma nación”. Estamos en guerra. Queda implícita la aceptación del hecho en el mismo fraseo de la secretaria Rodríguez: si se busca “lograr la paz”, quiere decir que no se está en paz.

En 2018, la Clínica de Derecho Internacional Humanitario de la Universidad de Leiden de los Países Bajos, elaboró un muy detallado estudio titulado: “La situación de la violencia relacionada con las drogas en México del 2006 al 2017: ¿es un conflicto armado no internacional?”. La conclusión final es: “(…) desde 2007 en México se presenta un conflicto armado no internacional. Aunque este informe solo ha analizado datos hasta diciembre de 2017, cabe suponer con certeza que el conflicto continúa” (hay versión en español por si le interesa leerlo completo, busque en http://www.cmdpdh.org/publicaciones-pdf/cmdpdh-la-situacion-de-la-violencia-con-las-drogas-2006-a-2017.pdf).

Lo que sabemos sin la menor duda es que ese conflicto armado no internacional, no solo sigue sino que se ha agravado, muchísimo. Y, ¡por favor!, que deje ya de repetir el gobierno federal que ellos no lo provocaron, eso lo sabe cualquier tenochca debidamente destetado, como sabe también que durante la campaña política para ganar la presidencia de la república, se comprometieron a resolverlo en los primeros seis meses en que fueran gobierno… luego en un año… y ahí vamos ya cerca del tercer año del sexenio, empeorando todo.

Sorprende que se sorprenda el tenochca ilustrado sobre el modo como nuestro actual Presidente atiende este, el principal problema nacional. El 22 de agosto de 2008, desde Villa Galeana, Chihuahua, López Obrador afirmó: “Sólo se abatirá la inseguridad con el cambio de política económica”, exhibiendo su absoluto desconocimiento del asunto: nada tiene que ver la política económica con un fenómeno delincuencial regional y ahora, mundial.

Si México tuviera la economía más robusta de América, si mexicano fuera sinónimo de rico, igual los delincuentes seguirían barriendo dinero con el tráficonacional e internacional de drogas; y si mañana, mágicamente, todo el mundo declarara legales la producción, comercialización y consumo deestupefacientes, son tan extensas las bandas criminales y están tan acostumbradas a burlarse de la ley, que seguirían con la trata de personas, el secuestro, el cobro de piso y tantas cosas más, entre ellas, controlar gobiernos municipales (y parece que estatales, hasta el momento, que si los dejan, van por más, eso no lo dude nadie).

También hay quien reprocha al gobierno que no tenga una estrategia contra la delincuencia organizada. Pues claro que no. Olvidan los indignados que ya paracumplir su segundo mes en el poder, el Presidente declaró -el 30 de enero de 2019-, que en su administración no se detenía a los grandes capos de la droga “porque esa no es nuestra función principal (sino) garantizar la seguridad pública”, y anunció -palabra presidencial-: “No hay guerra. Oficialmente ya no hay guerra. Nosotros queremos la paz. Vamos a construir la paz”.

Es oficial desde esa fecha: no hay guerra ni persecución de jefes de bandas criminales. Y no se puede regatear que es una manera infalible de terminar una guerra: dejar de combatir, rendirse. Aunque lamentablemente, en este caso, eso no traiga la paz, porque los narcos no están en guerra contra el gobierno, sino entre ellos y sin respeto a los cuerpos policiacos, las fuerzas armadas ni nada, especialmente la ciudadanía, a la que extorsionan, secuestran y matan.

Pero aun así, sin estar enfrentados los delincuentes con el gobierno, el gobierno debería enfrentarlos. Bueno, eso piensan algunos conservadores, fifís, ignorantes voluntarios de las bondades de la transformación nacional que incluye la aplicación selectiva de la ley.

Permanece el misterio sobre los asuntos de que se habla en las reuniones que sostiene el Presidente de lunes a viernes a las seis de la madrugada, con su “gabinete de seguridad”. Según informan, se le entrega al titular del Ejecutivo “el parte” de lo sucedidoel día anterior. Ha de ser. Pero resulta del todo inútil si el Presidente no escucha a los expertos, si no toma decisiones a resultas de las recomendaciones de los que sí saben. La terquedad y la necedad sonhermanas de la ignorancia. Y hay ignorancia culpable.

El Presidente ha dicho en al menos tres ocasiones que sin paz no hay cuarta transformación; el 15 de julio pasado, fue más explícito: “Si no terminamos de pacificar a México, por más que se haya hecho, no vamos a poder acreditar históricamente a nuestro gobierno”. Bueno, su boca es su medida.

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