Sr. López
“¡Que no le digan que no le cuenten porque a lo mejor le mienten!” (grita el merolico que se acaba de trepar al camión atestado de sudorosos pasajeros), “¡aquí le traigo para usted, para su casa, su oficina, su negocio, su esposa, su novia o su detalle, para que no lo engañen, para que no lo embarquen, para que no le vean la cara, solo por hoy le vengo ofreciendo su bonito manual de la consulta para ratificar a nuestro Presidente!” (y muestra una revista que en la portada tiene a Juárez y ya sabe quién, y lleva por título: ‘Abril me gusto pa’que te quedes’)… ¡llévelo, llévelo, que se lo vengo ofreciendo no en cien, que vale más; no en cincuenta, que sería un regalo; no en veinte, que es para que lleve dos; sino en diez pesitos, mírelo, mírelo, viene ilustrado y con monitos, pa’que lo entienda hasta el más tarugo de su casa y también usté’!” (camina trabajosamente entre los que van parados; no para su pregón), “¡y nada más por esta ocasión, le voy a regalar con cada manual que lleve, su suplemento ‘El INE traidor contra López Obrador’!… ¡llévelo, llévelo!”
El próximo 10 de abril en la Consulta de Revocación de Mandato, votará quien quiera y está muy en su derecho. El que vote porque siga el Presidente, confirmará lo que ya se decidió en 2018; el que vaya a las urnas con ganas de quitarlo tendría que pensar que el sustituto será puesto por Morena… o sea, ¿cuál es la idea?
Además, no se moleste pero no parece que tengamos derecho a meter la pata y meter al país a una vorágine de desórdenes e inestabilidad política.
Mire usted, si se pusiera de moda quitar presidentes después de sus primeros tres años de gobierno, va a resultar que vamos a tener tres presidentes cada sexenio: uno elegido por el electorado; otro provisional por 30 días (el que presida el Congreso, en este caso el morenista Sergio Gutiérrez Mier), y un tercero para que termine el periodo (en 2024), elegido en ese plazo de 30 días, por nuestro gallardo y siempre sensato Congreso (la dos cámaras, la de diputados y la de senadores), y lo eligen por mayoría simple (la mitad más uno), eso significa en el caso actual que lo pone Morena. Ahí revise por su cuenta el artículo 84 de la Constitución. Y por cierto… ¿y si no se ponen de acuerdo en los 30 días?… imagínese el despelote.
Es seductor el planteamiento de poder echar del poder a un Presidente que de plano no dé resultados, haya salido ratero, nomás nos caiga mal o no nos gusten sus corbatas; pero seamos conscientes de que eso nos meterá en turbulencias políticas que ninguna falta nos hacen, nomás piénsele: en Perú llevan cinco presidentes en cuatro años. Chulada.
Ya se celebró antes la consulta popular para enjuiciar expresidentes y fue un sonoro fracaso porque participó el 7% del listado de electores, cuando se suponía que íbamos a ir en masa a votar para que los hirvieran en aceite a fuego lento… ¿sí?, pues resulta que a nadie le interesó. Conviene que esta segunda consulta también sea un fiasco para que la siguiente legislatura, en 2025, tenga razones para quitar de la Constitución esto de andar quitando presidentes y tirando dinero a la basura. Fuera bueno.
Por otro lado, una consulta no es una elección como las conocemos. Si usted no vota en una elección, deja la decisión de quien asumirá un cargo, a los que vayan a votar, no se necesita un mínimo de votos para que valga la elección. Pero en la Consulta de Revocación, si no vota más del 40% del listado de electores, la Consulta no vale, no es vinculante, o sea: la definen los que NO fueron a votar. Esa es la diferencia, en la Consulta no votar cuenta.
Si quiere ir a votar para que siga el Presidente, hágalo, pero si usted quiere darse el gustazo de ir a votar para que se vaya el Presidente, recuerde que su voto ayuda a juntar el mínimo del 40% para que la Consulta sea vinculante y va a regalarle al Presidente un resultado con valor legal a su favor porque es casi imposible que gane la opción de correrlo, piense de lo que fue capaz López Obrador desde afuera y sin que nadie diera un quinto por él. Ahora tiene todo el poder, un abrumador presupuesto en programas sociales y toda la estructura oficial promoviendo la consulta como ratificación de mandato, limpiándose con la ley el extremo inferior de su sistema digestivo. Pero, si ganara echarlo de Palacio, recapacite: no es bueno para el país meternos en tales truculencias. Igual, cada cabeza es un mundo.
Lo que sí llama la atención es la catarata de versiones y opiniones. Está bien, ni quien diga nada pero ojalá la gente usara el celular para algo mejor que mandar fotos de los huevos rancheros que se desayuna; ahí al alcance de la mano están nuestras leyes y Constitución. Digo.
Entre el aluvión de versiones está la de que es por proteger al INE que se debe correr al Presidente, porque va a controlarlo a partir del 4 de abril de 2023, para hacernos trampa en las elecciones del 2024. ¡Vaya!
Lorenzo Córdova Vianello termina su periodo de consejero presidente del INE el 3 de abril de 2023. Léase el Apartado A del Artículo 41 de la Constitución: “El consejero Presidente y los consejeros electorales durarán en su cargo nueve años y no podrán ser reelectos. Serán electos por el voto de las dos terceras partes de los miembros presentes de la Cámara de Diputados (…)”
Morena, el Presidente, no tiene las dos terceras partes de los votos en la Cámara de Diputados (ni en la de Senadores)… ¿cuál es el miedo?… ¿qué relación tiene con la Consulta?… le guste o no al Presidente y a todos los diputados de Morena y sus partiditos rémoras, van a tener que nombrar a alguien en quien estén de acuerdo los de la oposición para sustituir a don Córdova y a los que les toque.
Resulta pues que en esta ocasión lo más sensato y patriótico es no hacer nada. Por una vez nuestra molicie es lo que conviene. Nuestro mero mole como ciudadanos es no ser ciudadanos cabales, no se enoje, es la verdad. Así, que por esta vez no la vayamos a regar, nomás tenemos que quedarnos viendo tele, ¡quietos!